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La Vía Iniciática

La Vía Iniciática

Interesante artigo extraido da páxina www.iniciacion.eu

ACTUALIZACIÓN DE LA VÍA INICIÁTICA

 

El gran reto que le espere a aquel que comienza la obra iniciática es su actualización. Las diversas tradiciones subsistentes sólo nos sirven como referencia en nuestro camino. Y a veces ni tan siquiera para eso sinó que sólo conseguimos extraviarnos más todavía ante la multiplicidad de matices.  Guénon  ha configurado la iniciación como una "ciencia exacta" definiendo claramente el camino teórico para una actividad pre-iniciática así como todo lo referente a las diveras formas de la Tradición. Ahora bién existe una perspectiva un tanto diferente que sin contradecir a Guénon en lo fundamental (si en cierta forma) da lugar a otras posibilidades no constatadas por este ni por el doctrina tradicional en general.

En primer lugar es necesario situarse por encima de la historia en la conciencia a-histórica o en la suprahistoria y despreocuparse del sello de "garantía"  tradicional (nunca en lo antitradicional sinó en una posibilidad quizás nunca realizada o que nunca  ha sido conocida) para poder concebir una actualización "no soñada ni por los más grandes utopistas"  merced a la interacción entre una nueva libertad volitiva y una voluntad liberada nacidas con el nuevo estado. La voluntad no puede querer hacia atrás. Sólo el hombre agotado y pueril es el que vuelve constantemente la mirada hacia el pasado ante la impotencia del presente y la ausencia de futuro.  El hombre renovado no necesita la historia porque va ser el creador de un nuevo presente que girará en torno a un eje de eternidad.

 La  libertad que nos interesa es aquella que nos concede nuestro poder volitivo, sensible y cruel como una llama y que no respeta nada que no avance hacia su propia realización en un horizonte donde se diluye cualquier tipo de ambigüedad paralizante ya que posee el carácter totalitario. Al fin y al cabo la libertad no es más que la máxima expresión del poder. La libertad como buena mujer ama el valor y el atrevimiento.

 Es nuestra propia movilización total lo que se nos exige en un abanico de posibilidades quizás infinitas donde todo puede valer.

 ¿Dónde nacen hoy las Cruces de Hierro? Los soldados veteranos prusianos enseñaban a los oficiales recién salidos de la academia donde nacían las Cruces de Hierro. En el frente, bajo la lluvia de acero y fuego. Para nosotros no hay ya campos de batalla porque hemos nacido en un campo de destrucción en el cual la conciencia totalitaria lucha por la supervencia contra el enemigo que se convierte en totalitario y que habita también dentro de nosotros. El comienzo del camino iniciático supone vivir en un nuevo tiempo, un tiempo de rango mítico y trágico, en la soledad cósmica. En un sentimiento de tragedia indefinible nace un ansia de restauración como la última oportunidad. Una "necesidad" que se mezcla con un "poder" no sabiendo donde acaba uno y empieza otro y sin saber si son dos cosas diferentes.

 En lo más obscuro del comienzo, abandonado por lo divino  (pues hemos matado  al viejo dios) se produce el retorno a lo elemental, a una pureza de los elementos necesaria para una nueva configuración. Todo es lo mismo pero todo es distinto. Sólo del caos puede surgir la fuerza creadora al igual que sólo en un cielo oscuro y tempestuso se producen los rayos. Todo caos abre las puertas para la entrada de nuevas fuerzas configuradoras, así como se convierte en un momento crítico en que puede ocurrir de todo. Para sacar lo mejor de sí se necesita también lo peor de sí.  Pero sólo aquel que tenga la fuerza para dominar su propio caos podrá vencer. Una vida de orden artificioso suele resultar paralizante denotando la ausencia de esa fuerza primigenia capaz de enfrentarse al propio caos. El crear algo nuevo exige la muerte de lo viejo. El inicio de la obra es sentir que todo lo que tenemos no representa ya nada (oscuridad existencial), hay una nueva conciencia de un orden que se diferencia de nuestro caos. Caos representa toda parte de nosotros que todavía no pertenece a la nueva conciencia. La muerte es crear por encima de uno mismo.  También es descubrir aquello que es insepultable. El tesoro más difícil de hallar es el que se encuentra dentro de uno mismo. Y podemos hablar no de una muerte sinó de muchas muertes. Por que el proceso aunque sea unitario tiene muchos sequencias. Y también muchas resurrrecciones.

 Surge una nueva perspectiva sobre nuestros instintos y todo aspecto incomprensible de nuestra conciencia ya que pueden aportar elementos indispensables para la obra. Nuestros instintos ansían dominar y en ellos también se manifiesta la voluntad de un modo muy evidente. El cuerpo fisico quiere entregarse y ser poseido por el espiritu. Una vez hecha la entrega este pasa a integrarse en la totalidad inseparable en la que el espiritu ansía expresarse en nuestro cuerpo. La voluptuosidad en el hombre superior es un instinto inocente porque también es un intinto de poder. Es en el hombre subdesarrollado donde se convierte en veneno. No podemos olvidar que también el placer es un ansia de eternidad. La capacidad de sufrimiento sirve de contrapunto para apreciar los placeres transformados en una nueva inocencia. Y necesitamos el sufrimiento porque el nuevo hombre no quiere nada que sea gratuito. Evitando cualquier tipo de masoquismo el sufrimiento provoca la tensión necesaria para la acción creadora. No hay creación sin sufrimiento. Y el encuentro entre lo que quiere nacer y lo que no quiere morir ante todo va provocar sufrimiento.

¿Como distinguir el impulso del espiritu? La acción que llama a la creación. Levemente una fuerza univoca se va despertando, movilizando integralmente nuestro ser. Esta fuerza es "anarca" en el sentido superior. No reconoce ningún mando, ni respeta ninguna ley. No reconoce el bien ni el mal. No disponenos de manuales de ética ni doctrinas para orientarnos. El nuevo centro de mando empieza a emitir las ordenes necesarias que aunque no siempre la sepamos discernir representan una extraña infalibilidad. La voluntad creadora no quiere esclavos ni funcionarios  del espiritu, exige señores. Por ser de una intensidad incipiente no se puede imponer por completo a nuestra conciencia. Nosotros mismos somos un obstaculo a salvar para decirlo de alguna manera. Algo inmortal "regresa" odiseicamente al hogar mortal enfrentándose con los "pretendientes" que llevan años ocupando la casa del Rey.

 Un principio es revelado a nuestra conciencia: no existe ya ningún límite. Al no haber límite no hay ningún fin delimitado, no hay ningún final. "Plus ultra" es la orden recibida cada vez que nos detenemos en un punto. Es el levantarse cada mañana sabiendo que simplemente hay que avanzar más porque este avanzar tiene sentido en si mismo no en la meta imaginada.

Cada estado tiene sus propios mitos o quizas tan solo sean pedazos de eternidad conquistados por nuestra conciencia. Es el reencuentro con estados perdidos pero que nunca dejaron de subsistir en alguna parte de nuestro ser. Algo desde la temprana infancia nos guía en contra de la corriente dominante sin lo cual nunca llegariamos hasta aquí. Asimismo la permeabilidad hacia las esencias superiores significa que en nuestra configuración interna (genética) ha intervenido una potencia que crea las condiciones para su actualización y que esta presente en todo nuestro ser. Somos causa de nosotros mismos.

El alma como la región de la máxima sensibilidad sufre todo tipo de condicionantes hasta que emerge la voluntad creadora que produce una de las más importantes revoluciones. Y es que el alma en vez de ser condicionada  por todo lo que le rodea, se convierte en condicionante de todo lo circundante.

Con la iniciación se inicia el retorno al corazón como centro del ser. Aprendemos poco a poco su nuevo lenguaje liberado de lo cerebral. El cerebro es un organo reprimido por el craneo y que sólo responde a impulsos bio-eléctricos. En un plano superior sólo funciona como un espejo, como la luna, reflejando la luz que nace del corazón. Al recuperar el aunténtico centro el cerebro pasa a cumplir su auténtica función de luna respecto al sol interno que es el corazón. El cual al igual que el sol irradia luz (conocimiento) y calor (amor). El amor en una vía iniciático-guerrera es un elemento fundamental. Pero se trata de un amor supra-sentimental, un amor luminoso que ansía irradiar la luz del conocimiento. Es el fuego que calienta e ilumina. Tiene el poder de despertar la conciencia de guerreros perdidos en el kali-yuga. La comprensión de este nuevo lenguaje es quizás la principal tarea en nuestro trabajo interior. Cuando sea el corazón nuestro principal motor mucho se habrá avanzado.

 

El hombre pre-iniciático busca elevarse hacia la divinidad. El hombre divinizado redescubre el sentido de la tierra. Ya no pensamos en el más allá porque nos hemos olvidado de morir.

R.Andrade

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