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LA SENDA DEL HONOR, Antonio Medrano

LA SENDA DEL HONOR, Antonio Medrano

En el año2002, este libro ha salido al “mercado” y lamentablemente no ha tenido gran difusión, quizás debido a que la temática no es demasiado atrayente para el público. Desde luego que no es para todos los públicos, pero sí para mujeres u hombres en búsqueda de una vida alejada de lo zafio, de lo vulgar. Efectivamente, el tema es muy conciso y a lo mejor poco atractivo para los tiempos de crisis anímico-espiritual actuales, pero sin duda alguna recomendamos la lectura de este tratado sobre el honor, pues el honor tal y como lo concibe la Tradición Perenne y que expone con gran rigor el autor apoyado siempre en los grandes pensadores europeos, es la gran base de nuestra existencia cotidiana y por consiguiente de todos nuestros ideales.

 Sin honor no somos personas. A algunos puede que les parezca esto del honor, como tema propio de una obra de nuestro Siglo de Oro, de un  Calderón o un Lope de Vega, cosas de hidalgos… O también propio de una película romántica de escoceses luchando por su honor, dignidad y libertad como Rob Roy o William Wallace … pero hay mucho más. A lo largo de estas 340 páginas  reaprenderemos y descubriremos algo importante que portamos en nuestro interior, de donde nos procede, como nos conduce y donde nos llevará. 

El honor en la cultura tradicional indoeuropea ha sido reconocido como consecuencia de la virtud, areté helena y virtus romana. Para nuestros antiguos todo el orden social descansa en el respeto y la honra que se prodigan los hombres entre sí. El honor es asimismo lo que mueve a la acción heroica y por eso los héroes reclaman el honor que les es debido. Dentro de la Acrópolis de Atenas, el Honor, Aidos, tenía su propio templo e igualmente los romanos que igualmente tenían en gran alta consideración al honor (dios Honos), levantaron templos consagrados junto a la Virtud, Honos et Virtus. Frente a la carencia del honor y de la virtud estaba la hibris, es decir, la desmesura, la deshonra, lo mezquino y mestizo, el mal.  Los antiguos romanos debían haber pasado previamente por el santuario de Virtus antes de entrar en el de Honos, lo cual como apunta el autor, es altamente significativo. Dentro de la Canción del Señor -Bhagavad-Gita- el encendido primer canto entre el guerrero Arjuna y el dios Krishna  es una exaltación del honor y del deber, tal como se nos muestra en el primer capítulo de este libro y del cual ya tuvimos un adelanto-primicia en el antepenúltimo número de Terra Nostra.   

Qué es el Honor; el Honor como tesoro y riqueza interior; Dios como origen y fin del honor; la palabra de honor… son los amplios senderos que recorreremos a través del libro, con el particular estilo de Antonio Medrano, explicando y detallando siempre con afán didáctico en los puntos precisos. Es algo que le interesa particularmente al autor, que el lector extraiga el mayor provecho para su beneficio interior y por consiguiente, también exterior.  

La importancia de la palabra dada en el Mitraísmo como valor sagrado, podría ser un más que interesante ejemplo de la poca relevancia que en nuestra sociedad actual tiene ese apretón de manos y la palabra para sellar fielmente un pacto, todo ello consecuencia de la falta de seriedad, fidelidad en la que habitamos y frente a todo esto la imperiosa necesidad de valor y de coraje para cumplir con nuestro deber, pues como dice el autor, “sin valor no es posible ser fiel con aquellas personas, instituciones y realidades a las que debemos lealtad. Sin valor no podremos defender la verdad y la virtud, reconocer nuestros defectos y lanzarnos a la conquista de las virtudes que carecemos”    

 Son destacables las analogías etimológicas de muchas palabras de nuestro lenguaje, con sus raíces latinas y sus correspondencias con otros idiomas, como por ejemplo el sánscrito, alemán, inglés, portugués, italiano… denotando la vastísima cultura y la amplitud de visión humanística del autor de este libro y colaborador de nuestra asociación. 

Algo propiamente característico de los autores llamados “tradicionales” es que son precisos y reiterativos para que la enseñanza se asuma, asimile e interiorice. Pues bien, Antonio Medrano insiste,  reitera y  repite a lo largo de estas páginas -cual letanía-  las claves de la enseñanza que nos llevan a la puerta del templo interno, de nuestro Ser. 

Las referencias y explicaciones de símbolos tradicionales son constantes, siendo de destacar la explicación detallada de nuestra cruz de Santiago o de la flor-estrella que es enseña de nuestra asociación, el edelweiss. Aprovecharemos la ocasión para dar a conocer a los lectores de nuestra publicación lo que el autor nos dice al respecto: “El honor es flor que crece en lo alto de la Montaña del Ser y del Sol. Florece en las altas cumbres, cual majestuosa, sencilla y radiante edelweiss. Esta bella flor alpina, de color blanco y con hojas en forma de estrella, en la que se sintetiza el misterio, la belleza y la grandeza de la montaña, viene a ser un excelente emblema del honor. Con  su noble blancura (eso es lo que significa su nombre: edel, <> y weiss, <>) en la cual parece cuajarse el esplendor de las cimas nevadas, nos habla de la pureza y elevación de la vida honrosa. Al igual que la edelweiss, el honor crece y vive en una atmósfera en la que se respira un aire puro, fresco, blanco y radiante, como de alta montaña, lejos de las miserias mundanas. En él se condensa el aroma serícico y sátvico de la cordillera del ser, sobre cuyos picos cubiertos de nieve reverbera la luz del sol espiritual (la nieve, como símbolo de salva, por su color blanco, evoca las ideas de verdad, inocencia y pureza). Y ese aroma de altas cumbres es lo que el honor derrama sobre el valle de nuestro devenir terreno infundiéndole un olor y regusto de eternidad…La conquista de esa inmarcesible y luminosa flor está reservada a los buenos montañeros, a los audaces y tenaces escaladores del ser. Cuanto más alto subamos en la Montaña del Ser, más probabilidades tendremos de alcanzar esa flor inmarcesible, más podremos gozar de ella, más podremos llenarnos de su belleza y su fragancia. Al ascender por dicha montaña nosotros mismos nos convertimos en cumbre donde brota la flor nívea y solar. Llegaremos así a ser “hombre-cumbre” o “mujer-cumbre”, o al menos nos iremos aproximando a meta tan sublime”. A todo esto podríamos añadir que “el honor es equiparado simbólicamente al fuego, a una llama u hoguera, a una antorcha, al oro, al diamante, a una joya o piedra preciosa, a una coraza dorada o incluso al Sol… (el honor está) asociado a objetos y seres de claro simbolismo solar como la espada, la oriflama, el águila, la rosa, la edelweiss, el crisantemo o la flor de loto”.

Lo esencial de la enseñanza que nos ofrece este libro, es que el honor como algo propio de un “aristoi”, debe ser el eje de nuestra existencia cotidiana y trascendiendo todo esto, la visión correcta nos llevará a la acción justa que debe  ser sinónimo del ideal de Verdad, Belleza y Bien.

Federico Traspedra

“Al Rey la hacienda y la vida

Se ha de dar: pero el honor

Es patrimonio del alma

Y el alma sólo es de Dios”.

Calderón de la Barca

 

“El amor es dichoso por siempre,

un combate tan lleno de felicidad,

que sin su enseñanza

no hay virtud ni honor”

Walter von der Vogelweide

 

 

 

 

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