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POLÍTICA, ECONOMÍA E SOCIEDADE

O BIERZO, unha comarca máis de Galiza

O BIERZO, unha comarca máis de Galiza

 Nova tirada da edición dixital do xornal "La Voz de Galicia"

Máis de 23.000 bercianos utilizan o galego como lingua principal .Algúns critican aos colectivos progalaicos por impor a normativa oficial e «destruír así o berciano».O 60% da poboación maior de 65 anos usa este idioma, mentres que só un 3% dos mozos fálano.Autor:María Cedrón Data de publicación: 13/4/2010

  • A Belén Fernández Prieto non lle custou adapatarse a vivir no Bierzo. é de Castro de Rei, na provincia de Lugo, pero hai xa varios anos que cruzou o alto de Pedrafita para asentarse coa súa familia en Villafranca. Alí exerce como profesora de galego no CEIP San Lorenzo de Brinde, un centro no que uns setenta alumnos reciben a materia de Plástica neste idioma. O colexio no que traballa é un dos once da comarca onde hai a opción de recibir unha hora de clase á semana en galego. Noutros catro institutos, os alumnos tamén poden elixilo para estudar Ciencias Sociais en toda a educación secundaria obrigatoria (ESO ) ou xa escollelo como optativa en cuarto e en todo o bacharelato. En total, a Consellería de Educación da Xunta ten contabilizados a 1.096 alumnos que cursan esa materia en León e Zamora.

O fomento do galego entre os mozos é unha das grandes inquietudes dos colectivos de protección da lingua na comarca. Aínda que os datos que manexa o catedrático de Lingua e Literatura Galega dá Universidade de Vigo Xosé Henrique Costas mostran como esta é a lingua utilizada por 23.500 persoas nacidas no Bierzo e por outras 10.000 asentadas en Ponferrada, tras emigrar desde os pobos da parte oriental de Lugo e Ourense, unicamente un 3% da xente nova utilízao. A porcentaxe elévase ata o 60% no caso dos maiores de 65 anos.

Por iso, explica este experto, calquera esforzo pola promoción da lingua é pouco. «Hai institutos que ofrecen ou galego como optativa, pero en boa parte dous casos é algo que non conta co parabén dous claustros. Hai colexios que aínda que pediron ou galego como optativa, non ou imparten porque a dirección non quere», comenta o catedrático vigués.

O actual acordo protocolario entre a Xunta e a Junta de Castela e León para a promoción do galego nos territorios limítrofes aborda unicamente o campo educativo. Para este profesor iso non é suficiente, e terían que abarcar máis áreas. A renovación do acordo, prevista para agosto do 2011, sería, como comenta, un bo momento para facelo. «Terían que meter ou galego, como establece a Carta Europea dás Linguas, na xustiza, na toponimia, na sanidade e na educación», apunta.

Non é o único que defende a cultura galega na comarca. Colectivos como o capitaneado por Gaspar Méndez tratan de promover a candidatura do berciano Antonio Fernández e Morales para protagonizar o Día dás Letras Galegas. Alegan que escribiu versos en galego antes que Rosalía de Castro.

Banda de Gaitas

Un grupo ligado historicamente á defensa da cultura galega no Bierzo é a Asociación Banda de Gaitas de Villafranca. «Viamos aos maiores tocar a gaita e empezou a gustarnos. Eramos todos castelanfalantes naquel tempo. Ou que pasou foi que vimos que ligado a aquilo que tocaban vos vellos había unha lingua, a natureza, unha cultura», comenta Marisa Cela, portavoz da agrupación. Algúns dos que pertencen ás novas xeracións de compoñentes levan tocando a gaita desde nenos.

Fronte a estes colectivos, hai outros que apuntan a que a implantación da normativa oficial do galego está «a destruír» o berciano. é o que opinan algúns veciños de Villafranca como Santiago Castelao, un intelectual autodidacta que apunta que se están perdendo palabras autóctonas fronte «a un galego imposto». A loita entre os que defenden o galego e os que fan o propio co leonés tamén está recollida na guerra de pintadas que pode verse nos muros de Villafranca e outras poboacións.

La Islamización de Europa: Suiza dice NO a los minaretes

La Islamización de Europa: Suiza dice NO a los minaretes

Los suizos han rechazado en referéndum la construcción de minaretes musulmanes. Nadie negará que se trata de una decisión democrática, so pena que se niegue la legitimidad del Estado suizo como país así mismo democrático. Sin embargo, no deja de resultar chocante la reacción de toda la panoplia de periodistas, opinadotes, políticos e incluso clérigos. Para el vicesecretario de Comunicación del Partido Popular, Esteban González-Pons, resulta "gravísimo" que en Suiza se haya decidido por referéndum la prohibición de minaretes. Según Pons lo que ha ocurrido debe hacer reflexionar sobre cómo se percibe la religión musulmana y dice que "es gravísimo que en Suiza se haya adoptado esta decisión por referéndum". Pons añade: "Ahora bien, eso nos debe hacer reflexionar también a los europeos sobre el estado de la opinión pública respecto a la religión musulmana y sacar algunas conclusiones sobre algunas políticas que estamos llevando a cabo y que están presentes en nuestros discursos". Es decir, según el líder popular, todo se reduce a una cuestión de percepción y de marketing.

No es nada raro que el responsable de Comunicación de un partido que ha introducido en España a medio millón de musulmanes con sucesivas "regularizaciones" piense de esta manera. Para ellos, la nacionalidad, -es decir, la forma jurídica que establece quienes son miembros de un pueblo- es tan solo una cuestión burocrática, algo que puede adquirirse con aceptar nominalmente los valores dominantes en el preciso momento de la solicitud, en perfecta consonancia con el ideario de los liberales del planeta entero.

Lo que ya sorprende algo más es la actitud de la Iglesia. Así las cosas, el Vaticano ha lamentado el resultado del referéndum suizo y el presidente del Consejo Pontificio Pastoral para los Migrantes, Antonio María Veglio, ha afirmado que no se puede impedir la libertad religiosa. El abad de Covadonga, por su parte, ha declarado creer que "tanto las manifestaciones religiosas como los signos son libres".

Indudablemente, el abad puede creer lo que le plazca e incluso puede aducir, por ejemplo, su experiencia con un vecino marroquí que no nos cabe la menor duda de que puede ser muy buena persona porque gente excelente –lo mismo que gentuza- la hay en todas partes. Pero lo que los suizos han votado, constreñidos por los estrechos márgenes de una pregunta puesta por políticos y así mismo limitada por el terror de la policía del pensamiento de la izquierda global, es si querían o no ser islamizados, porque lo que temen en realidad los suizos es ser islamizados. Y es que, para que se enteren en el Vaticano y en Covadonga, la islamización es un proceso que siempre e invariablemente ha acompañado al Islam. No me cabe duda de que hay musulmanes con los que puedo compartir mucho. Jamás he ocultado que soy un firme defensor del pueblo palestino –tanto cristiano como musulmán- víctima de una injusticia histórica sin precedentes. Lamentablemente, estaré siempre mucho más cerca de un musulmán honrado de Irán o de Argelia, depositario de indudables valores espirituales, que del clásico burgués occidental al que solo importa el dinero, el sexo y la "buena vida". Pero da la casualidad de que mi país no es un país musulmán y, es más, como explica Julián Marías en su España inteligible, nuestro país se ha hecho en buena parte de su historia como contraposición al Islam, al igual que, en menor grado, el resto de Occidente.

Debe recordarse que a la caída del Imperio romano, había en el Norte de África más diócesis que en Italia y que todas fueron barridas a sangre y fuego por la ola islámica. Allá donde el Islam llega, con él llega el conflicto de una religión guerrera y militante, que cree que otras religiones son, de toda suerte, inferiores, y que el Islam, como cierre de la profecía, no es "una" religión, sino "la" religión. No es de extrañar que el Islam haya construido sus mezquitas en sitios donde ya otras religiones profesaban su culto, generando en ocasiones situaciones terribles, como es el caso del norte de la India. El Islam, por su parte, comporta una arabización que se externaliza incluso en detalles como la adopción de un nombre árabe por parte de los conversos y que impide al converso la marcha atrás respecto de la decisión tomada. Por último, a nadie se le pasa el hecho comprobable de la ausencia de reciprocidad absoluta en el apostolado, rayana en el cinismo, que demanda libertad de culto cuando en su propia tierra niegan –no todos los países en la misma medida, es verdad, pero sí en todos- esa libertad de culto.

Frente a estos hechos comprobables, tanto el neosovietismo reciclado como el liberalismo fanático creen que todas las religiones son iguales –para los primeros, igualmente prescindibles y exterminables en algunos casos- y que es solo un "derecho" ciudadano más. Sin embargo, para aquellos que se acercan a la naturaleza de los pueblos sin prejuicios, y que intentan captar lo que las cosas son realmente, el cristianismo no es una religión equiparable dentro de nuestro contexto cultural al credo sintoísta, por ejemplo, al budismo o al Islam, sino que se trata de un rasgo clarísimo de nuestra identidad, sin el que es imposible comprender lo que somos, lo que hemos sido y cómo pensamos. Incluso los que abominan irracionalmente del cristianismo, tienen un software mental cristiano incubado a lo largo de siglos de fe cristiana.

Que el abad de Covadonga o el mismísimo Vaticano piensen que esto es solo una cuestión de derechos demuestra que hilan poco fino, dado que ese argumento prescinde del hecho demostrable y comprobable de que la identidad europea es cristiana, incluso la de todos los mentecatos, necios, tertulianos, opinadores y juntaletras que se empeñan en prohibir los crucifijos en la escuela de su barrio para garantizar la "libertad de conciencia". En el fondo es el mismo argumento que se utiliza para afirmar el derecho al aborto, prescindiendo del hecho demostrable y comprobable de que eso que se elimina es un ser humano en los primeros estadios de su desarrollo. Los suizos solo han intentado detener un proceso que es preocupante en algunos lugares de Europa, han intentado parar la islamización que ellos perciben palpablemente en los minaretes.

Por otro lado, no deja de sorprender ese aire de pesadumbre moral –notablemente hipócrita- que solo se manifiesta cuando las urnas arrojan un resultado contrario a los dogmas de la ideología dominante y de lo políticamente correcto, mientras que, por ejemplo, cuando resulta aprobado el consumo libre de marihuana, los matrimonios del mismo sexo o los abortos en infantes de quince años, se limitan a cantar el triunfo de la democracia" y el "buen criterio" que ha manifestado el pueblo. Es evidente que, al margen de toda la charlatanería del derecho de voto y de la libre opinión, hay una estancia decisoria que establece qué es moral y lícito opinar y qué no lo es y que se manifiesta en la sorprendente unanimidad de unos medios que parecen no ponerse de acuerdo en nada salvo en todo aquello que socava un poco más nuestros rasgos de identidad y nuestra cohesión como pueblo.

Está claro que el resultado del referéndum suizo es un resultado en línea con las fuerzas sanas de ese país y con todo aquello que afirma lo que somos los occidentales, pese a que probablemente los votantes suizos no hayan podido llegar tan lejos como la mayoría de ellos hubiera querido. Un buen amigo me ha mandado la noticia con las declaraciones del abad de Covadonga y me comenta que la Iglesia actúa como una quinta columna, que trabaja a favor de todo lo que nos conduce al Haarlem multiétnico, esa situación de postración diseñada a la medida del capitalismo global en la que ya nadie pertenece a ninguna comunidad. Yo pienso más bien que esa "quinta columna" está en el interior del Iglesia, disfrazada con ornamentos de corte humanitario, filantrópico y aparentemente bienintencionado, pero en sintonía con el ideario mundialista. Por eso me resisto a creer lo que me dice mi amigo. Pese a ciertos aires dentro del Vaticano actual y pese al abad de Covadonga, nuestros antepasados se resistieron, incluso por las armas, a la islamización de Occidente, lo mismo que ahora han hecho los suizos en las urnas. Cuando hubo voluntad de ser y de afirmarse, el Islam no supuso amenaza alguna durante quinientos años. Y sin duda el espíritu de esa resistencia, de esa voluntad de ser que nos configuraba, fue el cristianismo, especialmente la Iglesia católica, aunque ahora algunos de sus miembros quieran contemporizar con fuerzas que en el fondo les desprecian.

En definitiva, y como creía René Guenon, la Iglesia católica, con todos sus errores y defectos, en su mayoría clara contaminación de estos tiempos turbulentos, sigue siendo la última fuerza que impide el caos en Occidente y, por consiguiente, en el mundo entero. En lo que a mi respecta, estoy firmemente convencido de que esa luz jamás será sepultada, aunque les pese a algunos de sus pastores. 

EDUARDO ARROYO

Novo libro de Alain de Benoist: "MAÑANA, EL DECRECIMIENTO"

Novo libro de Alain de Benoist: "MAÑANA, EL DECRECIMIENTO"

Acábase de editar un novo libro do pensador galo, Alain de Benoist, pola editorial IdentidaD. Unha nova visión da ecoloxía e o seus vencellos coa realidade actual.

Pedidos a:  idpress7@gmail.com

Extracto do blogue http://infokrisis.blogia.com

¿Qué es el decrecimiento? Es la ecología del futuro aplicada a la gobernancia de los pueblos y a la gestión económica de los países. ¿Qué implica el decrecimiento? Implica, simplemente, reconocer que un planeta de posibilidades y recursos limitados, no puede crecer de manera ilimitada. Sólo eso, con todas sus consecuencias ¿Por qué nace la idea del decrecimiento? Por que tras la conferencia de Río de Janeiro sobre el clima, se entroniza a nivel mundial la idea del "desarrollo sostenible" que implica que el planeta podría desarrollarse de manera prudente, pero ilimitada y que solamente se trata de contener algunos efectos extremos y perjudiciales del desarrollo, en concreto la emisión de CO2 y la emisión de gases.

La ideología del "desarrollo sostenible", supuso en su momento, un punto de encuentro entre los intereses de las corporaciones industriales (en particular de los lobbys petroleros), los de los gobiernos del mundo desarrollado y los del ecologismo "moderado". Se trataba simplemente de limar las uñas a un animal rabioso -el desarrollo capitalista- y afeitarle ligeramente el pelo del sobaco para que tuviera un aspecto menos agresivo

La colonización de Europa. Guillaume Faye. CONCLUSION. EXHORTATIONES A LA JUVENTUD EUROPEA. LA FUERZA DEL CID

La colonización de Europa. Guillaume Faye. CONCLUSION. EXHORTATIONES A LA JUVENTUD EUROPEA. LA FUERZA DEL CID

No excelente blogue  http://infokrisis.blogia.com/  podemos seguir estos días unha traducción moi interesante e necesaria para a formación de todo militante identitario. Eís "LA COLONIZACIÓN DE EUROPA", do Guillaume Fayé, un texto -insistimos- fundamental e de actualidade para unha mellor compreensión dos problemas actuais das nosas realidades etno-políticas e socio-económicas.

Tiramos có permiso de INFOKRISIS un dos capítulos publicados.

La novela de Jean Raspail, Le Camp des Saints, escrito en 1973, fue premonitorio. Escribir esta novela es imaginable hoy en día. Cualquier gran editor lo rechazaría. Muchos peligros se definen, muchos tabúes se refuerzan, muchas defensas inmunitarias se derrumban, se instaura aún más la ley del silencio, como si alrededor de un paciente se acercase un mal incurable. ¡Silencio! Nadie tiene la idea de observar, de decir la verdad a la cara, de describirla, de analizarla y de formular remedios para combatirla. Ya que incluso los más lúcidos temen el juicio de la burocracia y el castigo del sistema y de sus leyes, escritas o no escritas.   

No, no fantaseo. En 1997, el Instituto de Francia organizó bajo la presidencia de Pierre Messmee un simposio sobre esta cuestión donde todos los presentes, desde Jean-Claude Casanova a Alain Peyrefitte, estimaron que la inmigración es el problema esencial de la sociedad francesa y pronto de toda Europa. Alain Griotteray firmó un artículo (Le Figaro Magazine, 13/12/1997)  titulado La inmigración puede destruir Francia. Su tesis es que la IV República está muerta de no haber sabido tratar el problema algeriano y que la V puede morir sin que nada lo detenga, pero aún peor, repentinamente por negar y apoyar, la colonización de nuestro pueblo.

Por tanto, estos grandes espíritus conscientes no se movilizan realmente en el combate. Contrariamente a De Gaulle, al cual ellos adulan y al cual admiran, de modo comprensible su espíritu de resistencia, sin aplicarla realmente. ¿Es necesario hacer conscientes a las élites? No. Es siempre de la profundidad de los pueblos, de su energía misteriosa que surge la salvación. El pueblo es como una tierra fecunda para el simiente de ciertas ideas. Y la esencia del pueblo, esto es su juventud, es la aristocracia de su juventud.
 
* * *

Seamos pesimistas: Francia, luego algunos países de Europa, se arriesgan mucho, en un futuro próximo, por simples razones demográficas, de verlo primero en comunidades enteras, luego regionalmente, caer entre las manos de los inmigrantes o de partidos islamistas que, como en Inglaterra o en Bélgica, comienzan ya a despuntar. Los norafricanos no votan, por desinterés, por los partidos "europeos", pero votan por sus candidatos y a sus partidos. Luego, cuando colateralmente los poderes electos, a todos los niveles, caigan entre las manos de los extranjeros, algunos despertarán, pero será probablemente demasiado tarde.

Respecto de la amenaza del islam, el geopolítico austríaco, el general Jordis von Lohausen, reconoce que este último, en plena expansión, ataca a la vez a Europa por el mediterráneo, el Cáucaso y Asia Central " disponiendo de reductos combativos en todas las capitales europeas". Añade, apuntando la colusión islam-Estados Unidos: " A pesar de la alianza de los americanos con los príncipes del petróleo, la guerra del Golfo ha conseguido reavivar en los Árabes las dolorosas heridas de la humillación inflingidos por las potencias coloniales europeas [...] Los soberanos de los Estados islámicos se reapropian siempre del mismo discurso del Corán "Besa la mano que no puedes rechazar. Pero es más bien Europa, situada a las puertas del islam y no los Estados Unidos, que será inevitablemente la primera en pasar por el aro. El envejecimiento de la población, el poco gusto de la población por las cuestiones militares, la inconsistencia de las políticas de la inmigración, la cobardía de los políticos o aún la ceguera de las masas condicionadas por un consumismo desenfrenado, llaman a un futuro sombrío. El resultado para los musulmanes podrá ser bueno un día." (en Éléments n°88, abril 1997).

Francia ha conocido bien las invasiones militares, que no han dejado de proporcionar vestigios indelebles. La última en fecha, la ocupación alemana de 1940 a 1944 para nada ha germanizado Francia. Esta ocupación no fue más que un golpecito histórico en relación a lo que nos estaba sucediendo. Por la primera vez, desde el origen de su historia, desde el fin del Imperio Romano, Europa está en proceso de ser colonizado, y por los pueblos radicalmente diferentes de ella. Incluso las invasiones arabo-musulmanes en España, en Aquitania y en Provenza del período medieval fueron bastante menos graves y masivas que la que nos sucede actualmente. A la arabización, a la africanización biológica, a la islamización, se añade ahora la americanización cultural, estratégica y económica. Jamás hemos conocido una situación histórica así preocupante. Hoy. Europa es el hombre enfermo del mundo. 

* * *

¿Quiere decir esto que estamos perdidos, que nuestra civilización, o que nuestras viejas etnias europeas han empezado una declinación irremediable, preludio a su desaparición en el magma? La respuesta es clara, se inspira en el pesimismo activo de Nietzsche. Tiene cinco puntos:

1º) Aún hay tiempo, pero queda poco.

2º) La Historia no es un largo torrente tranquilo. Es imprevisible después de que desde los meandros lentos pueden surgir los rápidos y las cataratas.

3º) El renacimiento no podrá nacer más que de la crisis y del caos. Esto quiere decir, de la conjunción de una crisis económica muy grave y de una guerra civil étnica. Situación que es necesario desear, y que por sí sólo, puede hacer oscilar las mentalidades y provocar el despertar.

4º) Toda nuestra salvación reposa sobre la juventud europea, porque es ella la que deberá conducir la guerra y ganarla. Por "juventud" hace falta entender evidentemente una minoría activa. Como siempre, la gran masa de la población asistirá temerosa a las confrontaciones sin participar en ellas y se organizará del lado del ganador. Poco importa.

5º) En caso de reconquista exitosa, Europa deberá reformar profundamente sus modelos de sociedad, pero precisamente para transformarlas, adoptando valores no burgueses y etnocéntricos.

* * *

Se trata en consecuencia de preparar mental e ideológicamente a la juventud europea a afrontar el caos probable y de asegurar el post-caos. Bien entendido, la mayoría de la juventud europea es incapaz de reacción. Es demasiado inconsciente, demasiado adherida al etnomasoquismo. Un importante porcentaje, aterrorizada por el fantasma del paro y de la precariedad económica, se refugian en los valores pequeño-burgueses, soñando con el status de funcionario.

Pero en la historia, sólo cuentan las minorías activas. Las masas siguen a las minorías voluntariosas, como lo había comprendido Lenin. Se trata de una élite de la juventud que es necesario ahora formar, preparar y endurecer. Sabiendo que, cuando sobrevenga la crisis, muchas mentalidades se desmoronarán, y que alrededor de un núcleo duro se agregarán los nuevos combatientes, porque estarán personalmente preocupados de su seguridad y de su supervivencia.

Este es el tema del famosos monólogo del Cid de Corneille, hoy políticamente incorrecto, reproducido al principio de esta obra. Para repeler a los moros que desembarcan, una pequeña tropa de voluntarios galvanizados comienzan, según las órdenes del Cid, pronto a congregarse en movimientos de nuevos combatientes. Y la victoria imposible se transforma en victoria real. 

A esta minoría activa, a este núcleo duro que desde ahora se debe organizar y federar en red a través de toda Europa, hace falta inculcar algunos valores de base. ¿Cuáles son estos valores?

(c) Por el texto: Guillaume Faye

(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández

¿Y si despues del comunismo le tocase el turno al liberalismo?

¿Y si despues del comunismo le tocase el turno al liberalismo?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La reciente crisis económica ha puesto de manifiesto, una vez más, la bancarrota de los modelos políticos al uso para resolver los problemas más perentorios de los hombres, esto es, la manutención y los modos de vida económicos que permiten vivir en el sentido más biológico del término. Ni los gobiernos liberales ni otros más intervencionistas han sido capaces de acotar dentro de límites razonables a la función bancaria y a los agentes financieros. Una vez producida una pérdida de liquidez masiva por la codicia sin límites de los bancos, evidenciada por la invención de productos financieros de alto riesgo, los gobiernos, de uno y otro signo, se han visto obligados a intervenir en la función económica para salvar a los más débiles, a las gentes que viven de un salario en su mayoría bastante escaso.

Tiempo atrás, los bancos proporcionaron crédito abundante y barato, asequible a la amplias capas de la población, pero sin disponer de un suministro monetario a medida que el dinero a prestar se iba agotando, se vieron obligados, primero, a estirar todo lo posible sus activos a fin de prestar cuanto más mejor, luego a inventarse multitud de "productos" de alto riesgo. Cuando el dinero se agotó y ya no hubo más que prestar sencillamente la maquina se tornó improductiva porque ellos habían llevado el sistema hasta el límite.

En el colmo de la hipocresía, banqueros y políticos, se apresuraron a echar las culpas a la gente que no había hecho más que jugar con las reglas que ellos mismos habían puesto -dinero barato y abundante para todos-, diciendo que la gente había vivido "por encima de sus posibilidades". Naturalmente, omitieron decir que las "posibilidades", es decir, la solvencia, varía con condiciones muy diferentes y que quién es solvente, por ejemplo, con un Euribor al 1% puede no ser solvente seis meses después con un Euribor al 5%. Esas condiciones, por supuesto, las ponían ellos y solo ellos mientras los gobiernos les prestaban cobertura aduciendo la superchería liberal de que cualquier intervención del Estado en la economía equivale poco menos que a los planes quinquenales de la URSS.

Todo esto evidencia que el dinero es la sangre de la economía y que, sin él, el tejido económico se necrosa y muere. Esta función social del sector financiero -proveer de dinero al sistema económico productivo- es la que los gobiernos no han querido ver y han delegado todo en el afán de lucro de los bancos y otros agentes financieros. Pese a ello, para impedir una catástrofe que a nadie conviene, gobiernos de todo tipo y los técnicos que los asesoran -Reserva Federal, BCE, etc- se han puesto de acuerdo en inyectar dinero en el sistema, algo que hubiera podido, junto con una mayor control de los célebres "productos financieros", remediar la crisis antes de que se produjera. Esto equivale a admitir que todos los gobiernos se han hecho "intervencionistas" o, dicho en otras palabras, han asumido que en economía o se es eficaz o mejor es dejarlo y que bajo ciertas condiciones el Estado puede y debe intervenir en la economía.

Hace un par de días, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008 y Premio Príncipe de Asturias, en una entrevista concedida a CNBC, ha pedido una segunda ronda de estímulo económico mundial. En su entrevista, aparecida en medios de comunicación el pasado 11 de agosto, Krugman llama a inyectar más dinero en el sistema financiero mundial. Esto equivale a decir que los bancos centrales prestarán a menor interés y quizás a más largo plazo en el mercado interbancario. Sin embargo, como vemos en España, los bancos que hace tres años prestaban de manera fluida y asequible hoy no lo hacen. Sería necesario pues un segundo nivel de intervención que obligara a los bancos privados a prestar en condiciones menos restrictivas o quizás a una nueva refundación de una banca pública o bien al aval estatal de ciertos créditos. Sin incurrir en dogmas de apariencia ideológica, sería necesario asegurar de manera técnicamente factible que el dinero llegara a los consumidores, verdaderos pilares del sistema económico global, algo que sin duda no está ocurriendo. Si esto sucede, luego siempre puede pensarse en modelos alternativos de crecimiento no basados en el "ladrillo" o en modelos denominados "sostenibles", pero resulta absurdo poner la carreta antes que los bueyes y confundir lo meramente económico con lo financiero, como si se pudiera pensar en modelos económicos cuando sencillamente no hay dinero con el que financiar nada.

¿Qué conclusiones pueden sacarse de todo esto? Primero, que ninguno de los sistemas políticos modernos fue capaz de anticipar, prever o regular aquello que ha ocasionado millones de desempleados en todo el mundo. Todos ellos son responsables de la crisis. Segundo, que mientras la gente de a pié, aquella que se ha limitado a trabajar y a desenvolverse en el entorno económico que le habían proporcionado bancos y gobiernos, sigue padeciendo por su futuro, los bancos continúan anunciado beneficios estratosféricos. Tercero, que los gobiernos se han visto ante una responsabilidad que no han podido eludir -por convencimiento o por conveniencia a la hora de los votos- y han tenido que intervenir en la economía.

Como corolario es necesario resaltar el fracaso de un sistema político-ideológico específico a saber, el liberal. Convencidos de que lo económico es la función principal capaz de garantizar los bienes necesarios para vivir y que todo lo demás queda dentro del ámbito de la vida privada de cada uno, protegido tras una muralla de "derechos", los liberales han fracasado también en lo económico. Para escurrir el bulto se han limitado a anunciar que los programas de estímulo fracasarían porque crearían inflación, cosa que no ha sucedido. Han ocultado además las trabas que han puesto a esos planes los bancos, al utilizar las ayudas para recapitalizarse y no para prestar dinero. Por último, se han encontrado con que los mismos que antes sostenían sus políticas monetaristas -como el BCE o el Banco de Inglaterra- ahora han secundado políticas de estímulo económico. De hecho, entre octubre de 2008 y julio de 2009 la Comisión Europea ha puesto en marcha diferentes planes de estímulo por más de 300.000 millones de euros.

Es cada vez más evidente la bancarrota del dogma de no intervención en la economía y la necesidad de intervenir cuando se dan las circunstancias para ello. La última encíclica de Benedicto XVI pone de manifiesto que la Iglesia jamás ha sido liberal en el sentido en que lo son los fundamentalistas del dios mercado y supone una voz alzada contra lo que no es sino un vano sacrificio en el altar de un ídolo decrépito, cuya fuerza viene antes del servicio que presta a las élites financieras que de su utilidad para la concordia y el bienestar de los pueblos. Hasta ahora solamente partidos y asociaciones "malditos" defendían cosas semejantes. Por mi parte, celebro con alegría que Benedicto XVI, un intelectual de enorme peso, haya manifestado que la economía debe estar subordinada a lo político porque quizás, al menos en España pero también en otros países de Occidente, puede significar el principio del fin de esa usurpación que el liberalismo ha perpetrado sobre el pensamiento conservador español y occidental, como si no existieran más recetas que las liberales para restañar las heridas en el alma del hombre de nuestro tiempo.

por  Eduardo ARROYO

La náusea de los tiempos: cuando la mediocridad es el denominador. Por E.Arroyo

La náusea de los tiempos: cuando la mediocridad es el denominador. Por E.Arroyo

 Lo siento pero no puedo mirar el mundo de "la actualidad" sin sentir en lo más hondo una arcada convulsa de asco. Desde el editorial de El Mundo hasta la propaganda burda de El País o la legión de "contertulios" que se desgañitan para subir los índices de audiencia en torno a "problemas" que no son tales o a problemas que sí son tales pero que ellos analizan con su ignorancia y con su estulticia banalizándolos absolutamente; todo el mundo de la política y de la "actualidad" me produce una náusea profunda. Vivimos una época literalmente democrática en la que cualquier excelencia, cualquier naturaleza que destaca, parece verse limitada al éxito económico y a la consideración social de los medios, y no a a la enjundia propia de los temas profundos, excelentes, aquellos en los que se juega el destino de vidas enteras. Así, con frecuencia nos encontramos con gente que no tiene dinero por destacar sino que destaca por tener dinero. Fuera de eso, no son personas que revistan el más mínimo interés.

Y lo triste es que, encima, personajes absolutamente, ya no mediocres, sino francamente estúpidos se ven catapultados a los puestos de dirección del Estado por meras componendas de partidos políticos que, sin que nadie lo haya discutido ni votado jamás, se han impuesto como los únicos representantes de la voluntad popular. Al igual que millones de personas contemplo la lucha partidista como un circo -y de los malos-, un circo que degraciadamente pago de mi bolsillo sin haberlo pedido. Y no solo pago (pagamos) los partidos, sino hasta los sindicatos y las películas que se nos venden como "cine español". Pese a que ni soy miembro de un partido, ni por supuesto de un sindicato y jamás voy al "cine español", y me consta que hay millones de españoles así, con mis impuestos se paga a los tres ¿por qué? El problema es que nadie se cuestiona estas cosas y tengo encima que soportar que un pollastre del autodenominado Sindicato de Estudiantes me diga que los símbolos religiosos de los colegios deberían estar "en los museos" en calidad de obras artísticas. Yo me pregunto si no es el Sindicato de Estudiantes quién debería de estar en un museo en el que explicaran bien qué necesidad tienen los estudiantes de un sindicato, como si los sindicatos habituales no fueran ya suficientemente inoperantes y parasitarios y no vivieran de explotar problemas no resueltos que precisamente por eso no tienen interés en resolver. Cuando los pipiolos de entre 14 y 25 años -por poner unos límites- cualquiera sabe que no tienen la menor idea de donde están de pié, ahora resulta que se han organizado en un "Sindicato", con toda la palabrería ridícula de los sindicatos "de clase" de la izquierda.

Todo esto lo explico para dar al lector una idea del estado de ánimo que me produce. Sinceramente pienso que es difícil concebir mayor estupidez pero el asunto es que esa estupidez, por desgracia, no se circunscribe a este puñado de casos concretos sino que está igual de presente en multitud de lugares: desde el rostro medio subnormal de un detenido de ETA a la risa primaria de Arnaldo Otegui, las declaraciones de Leire Pajín -que nadie sabe cómo ha llegado a ocupar ese puesto-, de Bibiana Aído, de Soraya Sáez de Santamaría o del doctor Montes. Un totum revolutum aparentemente heterogéneo pero unido por la mediocridad de los tiempos que le hace posible.

Por eso no puedo evitar contemplar todo este "show" que los periódicos nos muestran en nombre de no se qué "derecho a la información", como si todo ello fuera un tiovivo del absurdo, una especie de torbellino en el que la indigencia espiritual más gris gira y gira. Me saca de ese asco y me transporta a la reflexión la idea, por otro lado plenamente consciente, de que, sin embargo, es imposible que tanta estupidez, tanto "showman" disfrazado de hombre de Estado y tanto opinador sostenido por la burricie general, pueda ser causa de esa asombrosa lógica, esa certeza maléfica con la que se está destruyendo la civilización occidental, esa pérfida inteligencia que poco a poco va cortando los vínculos que unen a los hombres entre sí, y a los hombres con su pasado y su historia. Parece como si una sorprendente mente pensante empleara a un montón de cretinos y les otorgara un valor que no tienen de por sí pero que si adquieren dentro de un plan maestro y genial a la vez. Por todo ello es muy posible que el alma de este plan sea ahogarnos en detritus humano, sin que podamos atisbar un ápice de excelencia en nada ni en nadie, como modo de paralizar cualquier respuesta que afirme a la vida y a sus valores.

Confieso que todo esto es capaz de ensimismarme y de angustiarme a la vez. Por eso de vez en cuando uno tiene que escapar hacia el aire fresco y pensar que las cosas no son decididas, como aparentemente ocurre, por los peores. Es necesario fijarse otros referentes y prescindir de toda esa chusmilla de diferente pelaje que los medios, en nombre de la "libertad de información" despliegan ante nosotros como un narcótico. Esos referentes deben de ser necesariamente de altos vuelos, deben fijar la mirada arriba -desde donde siempre han nacido las cosas- como si fuera la única manera de entender cual es problema del mundo.

Estos días leo a Juan Donoso Cortés y sus palabras se me antojan proféticas. Los compadres del Sindicato de Estudiantes harían bien en enterarse quién es ese tal Juan Donoso Cortés, como modo de salir de tanta gilipollez copiada de los mayores, y quizás así aprendan que mucho antes de un supuesto "derecho a saber" está el seguro deber de formarse como personas. Así, leo a Donoso en su discurso del 4 de enero de 1849 y por la espalda me recorre un escalofrío:

"Considerad una cosa, señores. En el mundo antiguo la tiranía fue feroz y asoladora y, sin embargo, esa tiranía estaba limitada físicamente; porque todos los estados eran pequeños; y porque las relaciones internacionales eran imposibles de todo punto; por consiguiente, en la antigüedad no pudo haber tiranías en grande escala sino una sola: la de Roma. Pero ahora , señores ¡cuán mudadas están las cosas! Señores: las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso; todo está preparado para ello; señores, miradlo bien: ya no hay resistencias ni físicas ni morales; no hay resistencias físicas porque con los barcos de vapor y los caminos de hierro no hay fronteras; no hay resistencias físicas porque con el telégrafo eléctrico no hay distancias; y no hay resistencias morales, porque todos los ánimos están divididos, y todos los patriotismos están muertos. Decidme, pues, si tengo o no razón cuando me preocupo por el porvenir próximo del mundo; decidme si, al tratar de esta cuestión, no trato de la cuestión verdadera. Una sola cosa puede evitar la catástrofe, una y nada más: eso no se puede evitar con dar más libertad, más garantías, más constituciones; eso se evita procurando todos, hasta donde nuestras fuerzas alcancen, una reacción saludable, religiosa. Ahora bien, señores, ¿es posible esta reacción? Posible lo es; pero ¿es probable? Señores aquí hablo con la más profunda tristeza; no la creo probable. Yo he visto, señores, y conocido a muchos individuos que salieron de la fe y han vuelto a ella; por desgracia, no he visto jamás a ningún pueblo que haya vuelto a la fe después de haberla perdido".

Para el genial extremeño, que vió la "globalización" un siglo antes de que empezara a anunciarse, la tiranía planetaria estaba en ciernes. Hoy no es difícil presentir su existencia en este estancamiento de cualquier iniciativa positiva en ese barrizal de la tontería de los tiempos, mientras que, por el contrario, la lógica destructiva de la época sigue impunemente operando. Frente a ese Apocalipsis Donoso era pesimista pero los hijos de nuestro tiempo no podemos permitirnos serlo; más bien tenemos que hacer el esfuerzo heroico de creer.

No se en qué pasaje evangélico -no leo mucho la Biblia- aparece esa admonición cariñosa que reza "sin mí nada podéis hacer", pero no me cabe duda de que el marasmo que vivimos solo tendrá solución con ayuda de lo Alto. Sin duda esa ayuda deberá apoyarse necesariamente en los mejores; en aquellos que se exigen a sí mismos más que a los demás y que buscan emular, no a los que hoy se considera gente "de éxito" o "famosa", sino a los que a lo largo de los siglos la humanidad siempre ha tenido como norte en la vida. Esa es la nueva élite redentora. Si queremos estar en ella y dar un sentido trascendente a nuestras vidas hemos de intentar rodearnos de excelencia en todo lo que hagamos, en nuestros actos -hasta el más nímio- y en nuestras aspiraciones. Solo ahí podrá nacer la esperanza de los tiempos nuevos.

A Crítica da ideoloxía liberal, por Alain de Benoist.

A Crítica da ideoloxía liberal, por Alain de Benoist.

Para todos os nosos leitores e amigos, recomendamos-lles a leitura dunha serie de artigos do interesante filósofo galo Alain de Benoist, publicados e traducidos por Ernest Milà no seu excelente  blogue persoal, INFOKRISIS. A ligazón é  http://infokrisis.blogia.com/

Sen dúbida, unha boa vacina contra os cantos de sereia e o bombardeo ideolóxico neoliberal dos mass-media tipo COPE, Libertad Digital, Onda Cero, La Razón, El Mundo, Deia,etc., e sen esquezer-nos do mundo putrefacto da "progresía benpensante" como a SER, La Sexta, Cuatro, Xornal de Noticias, A Nosa Terra, El País, Avui, Público, etc.

Un pequeno extracto do revelador texto oferecemos-vos no noso blogue de TERRA E POVO 

"Todo se convierte en factor de producción y consumo, todo se supone que debe resultar de la adecuación espontánea entre la oferta y la demanda. Cada cosa vale lo que vale su valor de cambio, mesurado por su precio. Y, paralelamente, todo lo que no puede expresarse en términos cuantificables y mesurables es tenido como carente de interés o inexistente. El discurso económico se revela profundamente cosificador de las prácticas sociales y culturales, intensamente ajeno a cada valor que no se expresa en términos de precio. Reduciendo todos los hechos sociales a un universo de cosas mesurables, por fin transforma a los mismos seres humanos en cosas, cosas sustituibles e intercambiables ante la mirada del dinero." Alain de Benoist

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Ignorancia y adoctrinamiento: lavados de cerebro contra la Identidad.

Ignorancia y adoctrinamiento: lavados de cerebro contra la Identidad.

Derek Matthews se vio extremadamente sorprendido de que sus estudiantes de economía de la Universidad de Cardiff, Reino Unido, tuvieran un conocimiento tan pobre de la historia de la Gran Bretaña. Matthews sometió a sus alumnos a cinco preguntas sencillas sobre la historia británica a modo de experimento. Como, según él, "todo chico de 18 años debería saberlas", realizó las preguntas a 284 alumnos de 21 años, en su primer curso de universidad. Los resultados no pudieran ser más desalentadores: solo uno de cada seis estudiantes sabía que el duque de Wellington mandó el ejército británico en la batalla de Waterloo y solo el 11.5% de los "examinados" pudo nombrar un primer ministro británico del siglo XIX. En promedio, los estudiantes respondieron correctamente solo una de las cinco cuestiones y entre los que tenía la máxima calificación en historia, ese promedio era solo de dos.

La presente noticia ha sido hecha pública en The Daily Telegraph el pasado 2 de julio, junto con las conclusiones del apesadumbrado Matthews. Según el catedrático, "esto implica que, en iguales condiciones, el 85% de los chicos sin título universitario de la misma edad que mis alumnos saben incluso menos que ellos. En otras palabras, nos encontramos con toda una generación que no sabe casi nada de la historia de su propio país ni de la de ningún otro". Para Matthews esto es "escandaloso" y "no debe ser tolerado".

El experimento no es, desde luego, un hecho aislado, dado que periódicamente salta a los medios algún que otro episodio similar en otros países teóricamente "avanzados". En nuestra opinión, lejos de los ridículos tópicos de la izquierda, que parangona a los EEUU con las cumbres de la ignorancia universal, o de, por ejemplo, la derecha liberal española, que cree que con el PSOE, y solo con el PSOE, se ha hundido el nivel de la escuela en España, no sería muy difícil concluir que la ignorancia humanística –en concreto nos referimos a campos como la geografía, la historia, la literatura o la filosofía- es una tendencia general en todo el Occidente, que progresa de manera inversamente proporcional a la modernidad y a la globalización. ¿Que, pese a ello, hay diferencias entre países? Puede. Pero también es cierto que mientras que hasta los aborígenes australianos o las tribus amazónicas pueden responder a la pregunta de quiénes son, de donde vienen y qué hacen el mundo, el hombre moderno tiene cada vez menos respuestas para estas preguntas a nuestro juicio vitales. Es absolutamente imposible que un británico que no sepa de la existencia de Wellington o de Disraeli pueda explicar qué hacía su bisabuelo en la India o sencillamente por qué se da la casualidad de que, cuando viaja a tierras tan lejanas, todo el mundo habla inglés. Mucho menos es posible que se sienta parte de algo más allá de sus amigos y su familia cercana.

Por supuesto, si entramos en otras cuestiones de mayor profundidad nos percataremos de que, sencillamente, nuestro "británico" no sabe qué hace en el mundo. Cabe preguntarse: alguien que no sabe cómo ha llegado a ser lo que es, ¿hasta qué punto puede llamarse "británico", "francés" o "polaco"? La pregunta da para discutir mucho. Podríamos incluso preguntarnos por todos aquellos recién llegados, que son "británicos" –o de cualquier nacionalidad- como mucho desde hace dos generaciones. ¿Hasta qué punto pueden considerarse vinculados al país de acogida? Aquí entra en juego una segunda cuestión porque todo este problema no es en absoluto casual.

El pasado 10 de junio Patricia Cohen escribía un artículo en The New York Times en cuyo título se preguntaba "¿Están desapareciendo los cursos tradicionales de historia?", con motivo del pesimismo acerca de la profesión de historiador respirado en la convención anual de la Sociedad de Historiadores de la Política Exterior Americana. Al parecer, en la mencionada convención tuvo lugar un coloquio acerca del futuro de la docencia de la historia y, según el moderador Thomas W. Zeiler, muchos historiadores "están a la defensiva". Según Cohen existe la opinión bastante extendida de que , por ejemplo, la Guerra Fría o la Primera Guerra Mundial van a seguirse explicando a los estudiantes como parte de su formación básica pero que, sin embargo, ha cambiado "el enfoque" en la manera de explicarlos. Se ha pasado de la historia de las instituciones y de los gobiernos a la historia de las ideas y de la filosofía con la que el mundo funciona. Así las cosas, explica Cohen, una clase sobre la Guerra Fría ya no versaría, como venía sucediendo tradicionalmente, acerca de las decisiones de los presidentes o de los secretarios de Estado, sino que "el nuevo enfoque se ocuparía de cómo las potencias imperiales trataban a sus colonias en el Medio Oriente o cómo la propaganda soviética que intentaba desprestigiar a la democracia señalando el racismo en América pudo haber contribuido a la decisión del presidente Harry S. Truman de ordenar la integración (racial) en las fuerzas armadas". El cambio es sutil, sin duda, y el artículo de Cohen se acompaña de un gráfico en el que se muestra el descenso de docencia norteamericana en Historia en asuntos como diplomacia, economía o relaciones internacionales, mientras que se observa un meteórico ascenso de los historiadores "de género", de "las mujeres", las "minorías" o de "la cultura" entre 1975 y 2005.

El fenómeno que expone el artículo de Patricia Cohen tiene una lectura bastante significativa: la sociedad americana –y la Occidental en general- se cuestiona cada vez más a sí misma. Antes se discutían las decisiones de los políticos porque el país y el modelo social eran algo indiscutible, un mero referente que todos respetaban. Hoy se cuestiona todo eso, por supuesto, según el imaginario de "izquierdas" o "progresista" que, curiosamente, es el que mejor le viene al proyecto del capital global.

Con esto quedan evidenciadas los dos pilares sobre los que se asienta el poder moderno: ignorancia programada para los más y adoctrinamiento para aquellos que quieren aprender. Este es el modo seguro de afianzar un poder que nadie va a cuestionar. El resultado ya se sabe: las personas "progresistas" son "avanzadas", sin "prejuicios" y desinteresadas en su afán por poner la sociedad patas arriba. El pasado y la tradición están siempre bajo sospecha, de modo que al final nadie tiene ni idea de que por encima de él hay un pueblo al que pertenece y para el cual tiene obligaciones.

El esquema se repite al margen de partidos porque no es una estructura partidista la que impone a la gente un modo de pensar sino que es una sociedad entera la que es acomodada a ciertos esquemas ideológicos previos, de modo que los partidos se adaptan a la nueva situación en su permanente búsqueda de votos. Naturalmente, cuando un estrato social se resiste al cambio es sencillamente ignorado por los políticos o excluido de toda representación. Esto explica porqué hay ideas que jamás van a verse reflejadas en la arena política, de manera que, por ejemplo, en España jamás va tocarse una coma de la ley del aborto o nunca va a discutirse si la inmigración es o no un fenómeno letal para los pueblos.

Todo lo que aquí hablamos tiene suficiente lógica y sentido si se contempla que el poder de los estados modernos se debate y decide fuera de los órganos públicos supuestamente creados para ello. Que cada uno saque sus consecuencias.

EDUARDO ARROYO