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César Pérez de Tudela e a visión mítica sobre a montaña

César Pérez de Tudela e a visión mítica sobre a montaña

Recentemente podíamos ler na nosa revista "TIERRA Y PUEBLO" adicado ao mundo da Montaña, uns artigos de enorme interese.
Hai tempo que algúns de nós,- namorados e camiñantes dos  nosos modestos cúmios dos Ancares- seguimos de perto as experiencias do montañeiro navarro César Pérez de Tudela. Eís unha curta reflexión da súa caneta, extraido da súa páxina web http://www.cesarperezdetudela.com/ "La mística, la filosofía y el arte en la Montaña"

"Desde el origen del mundo, las grandes religiones tuvieron a las montañas como lugar de refugio. El mito de Khrisna, siete años en la cima del monte Meru, en lo alto del Himalaya, meditando sobre la inmortalidad del alma y el dominio de las pasiones. El Budismo, el Cristianismo, Moisés profeta desde el Sinai, el monte Kailas, lugar de peregrinación de hindues, taoistas, sintoismo... las profundas creencias nacieron en el templo de las montañas, que también fue su primer reducto. “La puerta de las montañas me abren una vida que no tendrá fin”, dijo Ruskin. Después de él han sido inumerables los humanos que han tenido las cimas como escenario. Zaratustra, el viejo profeta y legislador del siglo V. antes de Cristo, “Así habló Zaratustra” de Nietzsche, descendió de las soledades alpinas después de diez años de meditación para divulgar generosamente su sabiduría entre los seres humanos: , ,

Mi personal experiencia es reveladora. Entré en las montañas cuando era un adolescente que sentía miedo ante la vida, lleno de temores y debilidad. Buscaba en ellas mi dimensión, saber quién era, y un conocimiento más hondo de la realidad. Enfrentándome a ellas descubrí la belleza, la alegría y la responsabilidad. Me atrajo su ambiente, su paisaje y sus canciones, con el reto permanente de la escalada que me causaba curiosidad y miedo. Me hice deportista y fuerte por necesidad, cuando solo quería poder seguir a mis compañeros. Años después, iniciada la lucha, quise ser uno de los mejores y sentí la provocación del orgullo. Fui campeón del esfuerzo en la dificultad. Viví con orgullo escalando en todas las regiones de la Tierra arriesgadas montañas. Ahora 50 años después sigo ascendiendo y escalando con fervor las cimas. Ya no busco ser sino pensador de sentimientos. He descubierto por fín que las cimas son el camino de la luz y el sendero vertical que conduce a la cumbre, el mejor lugar para la meditación profunda. Debía de intuirlo desde muy joven, cuando era un entusiasta de la agilidad y del valor, pero he tardado decenas de años en descubrir, que las montañas son fundamentalmente aventura mística y meditación transcendental, el camino que puede llevarnos a la bondad. En este camino largo, peligroso y agotador, me he sentido protagonista de mi vida y también mi propio espectador. ¿No es acaso sorprendente? He accedido a estados superiores de conciencia, sobrepasando el ámbito de lo normal. Estoy vivo después de haber vivido trances que estaban muy próximos al misterioso , del que no es fácil retornar. Dejé el orgullo juvenil, el odio y la ira, tratando de comprender a todos, buscando la humildad que nos aleja de la ignorancia. ¿No es la ascensión y la escalada de las montañas el camino de la juventud inmarcesible, que conduce hacia las grandes preguntas? La cima, en su soledad, misterio y altitud, es metafísica, la relación simbólica de la ascensión física con la ascensión moral, ascensión a las cimas de este mundo, que son las cimas de la vida.

He regresado tantas veces de las altas montañas agotado de cuerpo, enfermo de la altitud, pero con una agudeza en los ojos propia del visionario que ha penetrado en la metáfora de la existencia. Los Alpes nevados llenos de grandiosas paredes, quizás las más difíciles de la Tierra, Andes luminosos sobre las selvas verdes, Andes cárdenos, ocres, blancos... obeliscos de la Patagonia, impresionantes como catedrales de fe, torres inverosímiles de magma en los desiertos de Africa, volcanes de fuego sobre páramos infinitos, Himalayas asfixiantes de la pasión... La verdad la bajó del Himavat (Himalaya) Zaratustra, el profeta oriental, en el que Nietzsche se ocultó, para enseñar al pueblo.

El sendero de las cimas: la enjundia de la vida sin el temor a la muerte, la peripecia vital, el viento del olvido, la soledad del camino, las promesas al regreso de la aventura féliz, Aconcagua, Ruwenzori, Huascaran, Alpamayo, Huayna Potosi, Illimani, Denali, Annapurna, Eiger, Cervino, Lavaredo, Uschba, Elbruz, Trikora, Cotopaxi, Chimborazo, Tirich Mir, Jebel Tubkal, M`Agoum, Bernina, cerro Torre, Olivia, Naranjo de Bulnes... han acaparado mi espíritu, montañas que han encauzado los pasos del hombre recorriendo los distintos caminos de la vida, cambiando nuestra mentalidad, abriéndola al aire y a la luz, llegando a la cima, esa cúspide de verdad, en la que somos y estamos a la vez en el pasado y en el futuro, dándonos cuenta de lo que cuesta recorrer el camino de la cima ¿también de la vida? sintiendo el cuerpo, recreándonos en el cansancio...

La soledad en el camino de la vida me hizo, a mi y a tantos otros, pensador, quizás contradictorio y asistemático, como dicen que fue Cioran. Fui, como Evola, reflexionando hasta edificar una poesía de la existencia sobre las montañas del mundo, y ello me hizo, algunas veces -solo circunstancialmente- ser ese privilegiado que abandonaba el envoltorio físico de lleno de petulancia e imperfección, para acercarme al místico que toca a la , como un profundo que nunca puede llegar a alcanzar.

Las cimas de la tierra me han hecho rico. Me han enseñado la permanente necesidad de La luz de la vida sigue viniendo de lo alto".

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