Blogia
terraepovo

TRADICIÓN PERENNE

La Vía Iniciática

La Vía Iniciática

Interesante artigo extraido da páxina www.iniciacion.eu

ACTUALIZACIÓN DE LA VÍA INICIÁTICA

 

El gran reto que le espere a aquel que comienza la obra iniciática es su actualización. Las diversas tradiciones subsistentes sólo nos sirven como referencia en nuestro camino. Y a veces ni tan siquiera para eso sinó que sólo conseguimos extraviarnos más todavía ante la multiplicidad de matices.  Guénon  ha configurado la iniciación como una "ciencia exacta" definiendo claramente el camino teórico para una actividad pre-iniciática así como todo lo referente a las diveras formas de la Tradición. Ahora bién existe una perspectiva un tanto diferente que sin contradecir a Guénon en lo fundamental (si en cierta forma) da lugar a otras posibilidades no constatadas por este ni por el doctrina tradicional en general.

En primer lugar es necesario situarse por encima de la historia en la conciencia a-histórica o en la suprahistoria y despreocuparse del sello de "garantía"  tradicional (nunca en lo antitradicional sinó en una posibilidad quizás nunca realizada o que nunca  ha sido conocida) para poder concebir una actualización "no soñada ni por los más grandes utopistas"  merced a la interacción entre una nueva libertad volitiva y una voluntad liberada nacidas con el nuevo estado. La voluntad no puede querer hacia atrás. Sólo el hombre agotado y pueril es el que vuelve constantemente la mirada hacia el pasado ante la impotencia del presente y la ausencia de futuro.  El hombre renovado no necesita la historia porque va ser el creador de un nuevo presente que girará en torno a un eje de eternidad.

 La  libertad que nos interesa es aquella que nos concede nuestro poder volitivo, sensible y cruel como una llama y que no respeta nada que no avance hacia su propia realización en un horizonte donde se diluye cualquier tipo de ambigüedad paralizante ya que posee el carácter totalitario. Al fin y al cabo la libertad no es más que la máxima expresión del poder. La libertad como buena mujer ama el valor y el atrevimiento.

 Es nuestra propia movilización total lo que se nos exige en un abanico de posibilidades quizás infinitas donde todo puede valer.

 ¿Dónde nacen hoy las Cruces de Hierro? Los soldados veteranos prusianos enseñaban a los oficiales recién salidos de la academia donde nacían las Cruces de Hierro. En el frente, bajo la lluvia de acero y fuego. Para nosotros no hay ya campos de batalla porque hemos nacido en un campo de destrucción en el cual la conciencia totalitaria lucha por la supervencia contra el enemigo que se convierte en totalitario y que habita también dentro de nosotros. El comienzo del camino iniciático supone vivir en un nuevo tiempo, un tiempo de rango mítico y trágico, en la soledad cósmica. En un sentimiento de tragedia indefinible nace un ansia de restauración como la última oportunidad. Una "necesidad" que se mezcla con un "poder" no sabiendo donde acaba uno y empieza otro y sin saber si son dos cosas diferentes.

 En lo más obscuro del comienzo, abandonado por lo divino  (pues hemos matado  al viejo dios) se produce el retorno a lo elemental, a una pureza de los elementos necesaria para una nueva configuración. Todo es lo mismo pero todo es distinto. Sólo del caos puede surgir la fuerza creadora al igual que sólo en un cielo oscuro y tempestuso se producen los rayos. Todo caos abre las puertas para la entrada de nuevas fuerzas configuradoras, así como se convierte en un momento crítico en que puede ocurrir de todo. Para sacar lo mejor de sí se necesita también lo peor de sí.  Pero sólo aquel que tenga la fuerza para dominar su propio caos podrá vencer. Una vida de orden artificioso suele resultar paralizante denotando la ausencia de esa fuerza primigenia capaz de enfrentarse al propio caos. El crear algo nuevo exige la muerte de lo viejo. El inicio de la obra es sentir que todo lo que tenemos no representa ya nada (oscuridad existencial), hay una nueva conciencia de un orden que se diferencia de nuestro caos. Caos representa toda parte de nosotros que todavía no pertenece a la nueva conciencia. La muerte es crear por encima de uno mismo.  También es descubrir aquello que es insepultable. El tesoro más difícil de hallar es el que se encuentra dentro de uno mismo. Y podemos hablar no de una muerte sinó de muchas muertes. Por que el proceso aunque sea unitario tiene muchos sequencias. Y también muchas resurrrecciones.

 Surge una nueva perspectiva sobre nuestros instintos y todo aspecto incomprensible de nuestra conciencia ya que pueden aportar elementos indispensables para la obra. Nuestros instintos ansían dominar y en ellos también se manifiesta la voluntad de un modo muy evidente. El cuerpo fisico quiere entregarse y ser poseido por el espiritu. Una vez hecha la entrega este pasa a integrarse en la totalidad inseparable en la que el espiritu ansía expresarse en nuestro cuerpo. La voluptuosidad en el hombre superior es un instinto inocente porque también es un intinto de poder. Es en el hombre subdesarrollado donde se convierte en veneno. No podemos olvidar que también el placer es un ansia de eternidad. La capacidad de sufrimiento sirve de contrapunto para apreciar los placeres transformados en una nueva inocencia. Y necesitamos el sufrimiento porque el nuevo hombre no quiere nada que sea gratuito. Evitando cualquier tipo de masoquismo el sufrimiento provoca la tensión necesaria para la acción creadora. No hay creación sin sufrimiento. Y el encuentro entre lo que quiere nacer y lo que no quiere morir ante todo va provocar sufrimiento.

¿Como distinguir el impulso del espiritu? La acción que llama a la creación. Levemente una fuerza univoca se va despertando, movilizando integralmente nuestro ser. Esta fuerza es "anarca" en el sentido superior. No reconoce ningún mando, ni respeta ninguna ley. No reconoce el bien ni el mal. No disponenos de manuales de ética ni doctrinas para orientarnos. El nuevo centro de mando empieza a emitir las ordenes necesarias que aunque no siempre la sepamos discernir representan una extraña infalibilidad. La voluntad creadora no quiere esclavos ni funcionarios  del espiritu, exige señores. Por ser de una intensidad incipiente no se puede imponer por completo a nuestra conciencia. Nosotros mismos somos un obstaculo a salvar para decirlo de alguna manera. Algo inmortal "regresa" odiseicamente al hogar mortal enfrentándose con los "pretendientes" que llevan años ocupando la casa del Rey.

 Un principio es revelado a nuestra conciencia: no existe ya ningún límite. Al no haber límite no hay ningún fin delimitado, no hay ningún final. "Plus ultra" es la orden recibida cada vez que nos detenemos en un punto. Es el levantarse cada mañana sabiendo que simplemente hay que avanzar más porque este avanzar tiene sentido en si mismo no en la meta imaginada.

Cada estado tiene sus propios mitos o quizas tan solo sean pedazos de eternidad conquistados por nuestra conciencia. Es el reencuentro con estados perdidos pero que nunca dejaron de subsistir en alguna parte de nuestro ser. Algo desde la temprana infancia nos guía en contra de la corriente dominante sin lo cual nunca llegariamos hasta aquí. Asimismo la permeabilidad hacia las esencias superiores significa que en nuestra configuración interna (genética) ha intervenido una potencia que crea las condiciones para su actualización y que esta presente en todo nuestro ser. Somos causa de nosotros mismos.

El alma como la región de la máxima sensibilidad sufre todo tipo de condicionantes hasta que emerge la voluntad creadora que produce una de las más importantes revoluciones. Y es que el alma en vez de ser condicionada  por todo lo que le rodea, se convierte en condicionante de todo lo circundante.

Con la iniciación se inicia el retorno al corazón como centro del ser. Aprendemos poco a poco su nuevo lenguaje liberado de lo cerebral. El cerebro es un organo reprimido por el craneo y que sólo responde a impulsos bio-eléctricos. En un plano superior sólo funciona como un espejo, como la luna, reflejando la luz que nace del corazón. Al recuperar el aunténtico centro el cerebro pasa a cumplir su auténtica función de luna respecto al sol interno que es el corazón. El cual al igual que el sol irradia luz (conocimiento) y calor (amor). El amor en una vía iniciático-guerrera es un elemento fundamental. Pero se trata de un amor supra-sentimental, un amor luminoso que ansía irradiar la luz del conocimiento. Es el fuego que calienta e ilumina. Tiene el poder de despertar la conciencia de guerreros perdidos en el kali-yuga. La comprensión de este nuevo lenguaje es quizás la principal tarea en nuestro trabajo interior. Cuando sea el corazón nuestro principal motor mucho se habrá avanzado.

 

El hombre pre-iniciático busca elevarse hacia la divinidad. El hombre divinizado redescubre el sentido de la tierra. Ya no pensamos en el más allá porque nos hemos olvidado de morir.

R.Andrade

Primordialidad de la Tradición Céltica, por Phillipe Baillet

Primordialidad de la Tradición Céltica, por Phillipe Baillet

Desde antaño considerado, a causa del carácter oral de sus enseñanzas, como una especie de continente sepultado y ya nunca accesible, a la manera de la Ciudad de Ys durmiendo en el fondo de las aguas, el mundo religioso de los Celtas es todavía muy a menudo el pasto de pseudo-especialistas que prefieren la recuperación ideológica a la búsqueda erudita, incluso de charlatanes deseosos de atribuir a los antiguos Celtas sus propias elucubraciones. Es por ello que cualquier estudio riguroso sobre el mundo céltico debe hacer primero una selección eliminando las interpretaciones inadmisibles y definir claramente su metodología. Desde este punto de vista, es preciso felicitarse de la aparición en estos últimos años, de varias obras destacables de Françoise LeRoux y Christian Guyonvac’h: La civilisation celtique , especie de manual introductorio al tema; Les Druides , obra que es seguramente la suma más completa sobre el sacerdocio céltico actualmente disponible en Europa; y Textes mythologiques irlandais (a partir de ahora designado por las iniciales TMI), que tiene como objetivo “presentar al público de lengua francesa (los lectores de legua inglesa o alemana disponen ya de un amplio surtido) un conjunto de textos medievales completos, traducidos y anotados de tal manera que su lectura sea posible y, sobre todo, que su contacto se divulgue entre los no especialistas” Para completar este balance, es necesario añadir una última obra de los autores Morrigan- Bodb- Macha. La souveraineté guerrière de l’Irlande (Rennes,1983).

Estos diferentes ensayos son el resultado de las investigaciones y estudios llevados a cabo a partir de 1948 en el marco de la revista Ogam-Celticum , por F.Le Roux y C-J.Guyonvarc’h, quienes han conseguido elaborar una tarea paciente, prudente y sistemática, de reconstitución de la Tradición Céltica, gracias, por una parte a su competencia “técnica”, especialmente lingüística (F.Le Roux fue hace tiempo alumno de Georges Dumezil,; C.J.Guyonvarc’h defendió el 20 de octubre de 1980 una tesis doctoral delante de un jurado del que formaban parte, entre otros, Georges Dumezil, Jean Haudry -principal artífice de la actualización de la gramática indoeuropea en Francia- y Karl Horst Schmidt, el mayor especialista alemán de lenguas célticas antiguas), y por otra, a su capacidad de leer los textos por sí mismos, por su contenido conceptual, sus estructuras subyacentes, más importantes que ciertos detalles, cronológicos o de otro tipo. En lo concerniente a este último punto, es necesario señalar pues el caso es suficientemente raro en la universidad francesa para ser citado que los autores han recibido la influencia, además de la dumeziliana, la de la escuela de pensamiento Tradicional (especialmente René Guénon y Ananda Coomaraswamy)

Conscientes de “lo fácil que es evocar el misterio en vez de ayudar a disiparlo y cuando los documentos faltan respecto a un tema tan vasto, se puede caer en la tentación de presentar teorías y no hechos” , F.Le Roux y C.J.Guyonvarc’h creen que antes de intentar caracterizar positivamente la tradición céltica, es importante indicar lo que no es. Así nada tiene que ver con ella de una manera seria “la trama o la semilla de sociedades secretas (o supuestamente) que en este caso, son pseudo-iniciáticas o pseudo-religiosas” ni “la fuente de una literatura que pretende legitimar bajo lo céltico el fantasma más libidinoso del subconsciente moderno” Dejando aparte estos casos extremos aunque relativamente frecuentes hoy en día, es cierto que desde el pseudo-Ossian , el mundo de los antiguos celtas ha sido recubierto por un manto de romanticismo agudo, hecho de imágenes estereotipadas (mujeres misteriosas con “los cabellos al viento y al sol”, bosques obligatoriamente desolados, rocas orgullosamente erguidas frente al embate de la mar gris, inmensa e inevitablemente violenta, islas por siempre jamás cubiertas de niebla), donde el esteticismo y la contemplación egótica es propia de la ignorancia pura y dura. A propósito de esta fascinación ambigua ejercida por el pasado céltico, C.J.Guyonvarc’h escribe: “Algunos se sumergen en él para soñar, otros sacan una poesía fácil y sin gracia” . Nosotros añadimos por nuestra parte que lo que hace que la celtomanía romántica sea a menudo insoportable es una mezcla de sosería y gran necedad. Falta lo esencial, a saber la voz de la sangre , única capaz de abrirnos el camino a la eficacia hondamente arcaica de los textos irlandeses que a semejanza de las sagas escandinavas, no retroceden ni ante lo sórdido ni ante lo grotesco, y sobrepasan todo tipo de actitudes y sentimientos afectados. Las interminables diferencias jurídicas de los antiguos irlandeses son el producto de personas particularmente “tiñosas” y no de estetas cultivando languideces decadentistas.

C.J.Guyonvarc’h ha rechazado el esteticismo al traducir los textos mitológicos irlandeses más importantes (diecinueve en total, entre los cuales se encuentran el “Libro de las Conquistas de Irlanda” , “La batalla de Mag Tured”, “La fundación del dominio de Tara” y “El sueño de Angus” ). “Tanto peor para lo que se entiende por elegancia de estilo: nosotros no tenemos en cuenta la belleza vana de la frase, sino la verdad y la profundidad de su contenido” . Fiel en esto a la mentalidad de lo que él estudia desde hace más de treinta años, y a la mentalidad tradicional en general, el investigador francés nos parece ser ciertamente parte de esos espíritus para los cuales una verdad malamente proferida por un “inocente” es superior a un error brillantemente desarrollado por un “genio”.

Ante la casi total ausencia de documentos escritos de época precristiana , la única manera de interpretar correctamente la tradición céltica y su encarnación más alta en la sociedad el druida- consiste en penetrar en la leyenda y el mito. Con su estudio sobre la primera clase funcional céltica, los autores han querido mostrar “que el druida mítico es la mejor aproximación posible al druida histórico porque, ya sea en la historia o en el mito, las jerarquías, las especializaciones son idénticas. La leyenda céltica transpone en el mito la realidad de una estructura social y religiosa. E inversamente, qué sacerdote no tendría por ideal parecerse al dios que honra? No es, en conclusión, la sociedad quien determina la religión, sino que es ésta lo que la modela la forma de sociedad”

Irlanda representa sin embargo un caso único en la historia religiosa de Europa: si existe constancia de la mitología de la antigua Irlanda es gracias, paradójicamente, a la cristianización de la isla, hecho que ha permitido la transmisión de la misma a modo de historia, particularmente en lo referente a genealogías y cronologías, también a menudo tergiversadas. C.J.Guyonvarc’h es de los que piensan que ha habido una transmisión premeditada, sin intención de continuidad entre el antiguo sacerdocio céltico y la elite intelectual de los monjes irlandeses, quienes pusieron por escrito las leyendas y los mitos paganos. “Irlanda es el único país occidental donde, al finalizar la Antigüedad, subsistía una clase sacerdotal análoga a los brahmanes de la India. La cristianización, no habiendo sido acompañada de una romanización lingüística, política y administrativa, ha permitido que esta clase sacerdotal, de gran nivel intelectual, reorganizada, en función de la nueva religión, haya proporcionado los primeros cuadros del cristianismo irlandés, Es necesario recordar que los textos de los que disponemos son, en su conjunto, obra prevista y realizada por los propios monjes”

Desde la alta Edad Media, los irlandeses han “desvariado” en ocasiones, como dice el autor, al pretender descender según sus textos mitológicos, de hebreos, griegos o egipcios. Pero al integrar su fondo mítico a la historia bíblica, ellos lo han protegido contra una posible condena por herejía, porque “nunca nadie ha ido a la hoguera por contar historias de Lug, Nuada o Cu Chulainn ” . Había un medio mejor de salvar la herencia de los ancestros? No, y al final “los hebreos no han perdido nada y nosotros hemos ganado al poder comprender a los celtas” . Es precisamente lo que no han comprendido, durante mucho tiempo, los investigadores de lo celta, comenzando por D’Arbois de Jubainville , enredado en cuestiones de cronología, mientras que hubiese sido necesario inclinarse sobre los esquemas originales discernibles bajo las modificaciones y añadidos cristianos. D’Arbois comete por otra parte el error típico de ver las cinco invasiones de Irlanda de los que hablan los textos de la historia mitificada como invasiones verdaderas, en lugar de ver en ellas “la adaptación de un corpus mitológico recreado en “historia” en las cronologías bíblicas”

Es posible decir, para concluir sobre este punto que el cristianismo irlandés ha sido sino el sucesor o heredero de la tradición céltica, sí al menos su depositario: algo que les ha sido confiado y que se encarga de transmitir a las generaciones siguientes. En resumen y así resume C.J.Guyonvarc’h su tesis, que a algunos parecerá demasiado aventurada– el cristianismo irlandés “no ha acabado con la mitología precristiana; no la ha alterado más ni ha modificado su “evolución”: estaba muerta; la ha bautizado como “historia” y haciendo esto la ha conservado como se conservan las frutas en alcohol” .

Pero aquí nosotros querríamos acentuar más particularmente el carácter primordial, profundamente arcaico de la tradición céltica. En efecto, tras haber estudiado los principales mitos célticos, las funciones de los diferentes dioses, el status de druida, la concepción céltica de la soberanía y de la monarquía, la medida del tiempo y numerosos símbolos extremadamente significativos, uno se queda de la pureza tradicional de esta civilización.

Primer Punto: la pertenencia de los druidas al más lejano pasado indoeuropeo no merece ninguna duda: “El nombre de los druidas es especial al mundo céltico, explicable sólo por los elementos indoeuropeos de las lenguas célticas: la forma gala druides (singular druis ), utilizada por César en De Bello Gallico , igual que el irlandés druid , remontan a un prototipo dru-wid-es “los más sabios”, que contiene la misma raíz que el latín videre “ver”, el gótico witan, el alemán wissen “saber”(…) Es pues vana, también por definición etimológica, atribuirles a los druidas un origen pre-indoeuropeo o suponer que el “Druidismo”, sólo se constituyó en la época en que está constatada su existencia histórica” * .

La primordialidad del sacerdocio céltico únicamente podría ser comparada a la de los brahmanes de la India. El druida quizá goza como estos últimos, de un prestigio extraordinario. No sufre ninguna prohibición ni delimitación; al contrario, es él quien posee el poder de hacer y deshacer. Sobre este tema, F. LeRoux y C.J.Guyonvac’h no dudan en escribir: “…la estructura sacerdotal céltica es bastante antigua, con sus druidas que tienen derecho al sacerdocio o a la guerra (el guerrero no tiene derecho a ejercer el sacerdocio), donde nosotros vemos el eco de un estudio de institución primordial, ideal, el de un estado edénico de la sociedad, compuesta por hombres inteligentes y sabios” . Por otra parte, la sociedad céltica está marcada por la clara primacía de la autoridad espiritual sobre el poder temporal: el rey manda sobre los hombres, pero el druida, en tanto que administrador de lo sagrado por excelencia, dirige al rey; nadie habla antes que el rey, pero el rey nunca habla antes que el druida…

Otros trazos que confirman el carácter espiritual de la tradición céltica: la oralidad de las enseñanzas druídicas, que evoca la transmisión de la doctrina entre los linajes eremíticos de los guru de la India. Pero el druidicado no es hereditario: la institución “por lo bajo” sobre el origen social del solicitante es aquí reflejo invertido de la indistinción “por lo alto” que conseguirá al término de su formación, pues el druida está, en el sentido propio de la expresión, “fuera de cualquier clase”. También encontramos en la tradición céltica símbolos como el salmón el pez que retorna a sus orígenes- y el erizo de mar fósil, próximo al Hiranyagarbha indio representando el huevo cósmico. Un druida mítico recibe el nombre de Mog Ruith , es decir “Servidor de la Rueda” , lo que reconduce obligatoriamente a una correspondencia con el Chakravarti indio.

En el mundo celta, la soberanía temporal, intermediaria indispensable entre los hombres y los druidas estando éstos siempre más próximos a los dioses que de los hombres- es de esencia masculina y se encuentra encarnada en el rey. Sin embargo, la soberanía auténtica está personificada por una mujer, no porque los celtas hubiesen adorado a una diosa-madre, como proclamaría una interpretación naturalista y formasen parte de una civilización de tipo “ginecocrático”, sino porque la Soberanía, análoga a la tierra se renueva constantemente y no es en realidad manchada por nada: “Siguiendo la definición de la reina Medb, el rey “no debe tener miedo, celos ni avaricia”, aunque la propia reina no esté nunca “sin un hombre a la sombra de otro”, porque si el rey es temporal y susceptible de ser cambiado, la Soberanía siempre joven y virgen, de belleza tentadora y resplandeciente, es tan eterna como el principio que representa y encarna” . Protagonista de la primera conquista - fundadora, antihistórica, fuera de clasificación- de Irlanda, Banba ejemplifica esta doctrina de la Soberanía, ella que “reaparece en el relato de la quinta conquista como una reina de los Tûatha Dê Danann, prueba de la continuidad de su presencia y su identificación con la tierra irlandesa” . Es esta gran figura de la Soberanía, en el centro de “la cortesía de Etian” quien cae a veces, bajo la pluma de exégetas prisioneros de la psicología moderna, “al nivel de un banal asunto sentimental”. Ahora bien, “Etain no es vana, ni “enamoradiza” en el sentido humano del término, ella es la soberanía, divinidad femenina única, esposa poliándrica de los dioses soberanos” .

El arcaísmo del universo céltico está también demostrado por el hecho de que los celtas, rebeldes al trabajo de la piedra, no han conocido otro lugar sagrado que la naturaleza, concebida por ellos como una teofanía perpetua. Bosque y templo son dos nociones equivalentes y como en la India, el bosque es el lugar sacerdotal por excelencia. También es necesario considerar la importancia de la medida del tiempo, muy significativa por poco que nos fijemos en ella: “Irlanda se contaba asímisma por noches: aidche Samna “la noche de Samain” , especificando a veces los textos; wythnos “ocho noches”, pymthegnos “quince noches”, se dice en galés, para designar la semana y la quincena, mientras que en bretón antronoz “día siguiente” es literalmente “más allá de la noche” (…) Esta concepción explica por qué, en su calendario, la estación sombría es el principio del año” . Es necesario ver una singular contradicción entre esta manera de medir el tiempo y las leyendas y mitos célticos repletos de héroes solares? No, pues la explicación es de orden metafísico: “Los celtas son los hijos del dios de la noche y es la noche la que da nacimiento al día como el Ser es generado por el No-Ser” .

El absoluto, masculino en relación a todo, hace que incluso la Soberanía sea femenina en relación a él, aparentemente pasiva, aunque en realidad motor inmóvil activo. Al mismo tiempo, el druida es masculino con respecto al rey, que a su vez es también masculino con respecto a su reino, porque como ya se ha dicho a propósito de un contexto diferente aunque análogo, “es el principio no-ético el que sanciona o prescribe lo que la armonía cumple o evita” . En el mundo de los celtas, la función guerrera está propiamente dividida en dos. Hay primero, un reflejo del prototipo divino Ogmé, dios de la guerra aunque él mismo no la haga, el rey “inactivo en el sentido de no combatir en persona, pero “actuando” porque su presencia basta para garantizar el éxito (”regulador” de la sociedad, en ella comprendida la “tercera función”, el rey es, al contrario del campeón, dispensador de energía)” ; y el campeón, gran consumidor de energía, activo pero no generador de la acción, cuyo arquetipo céltico es el héroe solar no soberano CuChulainn. El carácter inmóvil, la “centralidad” del rey “actuante” es a veces tan destacada que el rey de Irlanda está obligado a prohibiciones de desplazamiento.

Otro esquema tradicional fundamental está presente en la tradición céltica: el del “rey del mundo”. La Galia nos ha legado un testimonio muy interesante: “La tradición del “rey del mundo”, que es también un “rey perpetuo”, no demostrado en la Galia por un individuo sino por un nombre étnico, el de los Biturigios , que se descompone en bitu-, “mundo” y “edad” al mismo tiempo, y rigios, plural de rex “rey”. Los biturigios, cuyo nombre ha producido en francés, según la sílaba tónica acentuada, Berry (biturigios) y Bourges (biturigibus en el plural del dativo latino), situados geográficamente en el centro de la Galia y vecinos del locus consacratus , lugar consagrado que existe en el centro de la Galia, según César, en la región de los carnutos y donde los druidas tenían su asamblea general” . También se encuentran trazos de esta concepción en el nombre latino de Milán (Mediolanum) , ciudad fundada por los galos, y en la división de Irlanda: cuatro condados Connaugth , al oeste, en relación con la ciencia; Ulster, al norte, relacionado con la batalla; Leinster , al este, ligado con la prosperidad; Munster , al sur, en relación con la música- circundan el condado central de Mide (Meath), tocante a la soberanía, condado del “medio” formada por elevación de una parcela de territorio sobre los otros y donde está situada la capital Tara. (Ver, TMI , pág-184)

Parece tener bastante importancia el cuatro en el mundo celta. Son cuatro las grandes fiestas que marcan el ritmo del año: Imbolc, la fiesta de la fecundidad al final del invierno; Beltaine , fiesta sacerdotal por el inicio del Verano; Lugnasad , fiesta política del buen gobierno, ligada a la clase real y a Lug “Samildanach” (Lug “politécnico”); y Samain, período cerrado cuando el sid , lo sobrenatural, invade el mundo de los hombres. En cuanto a los atributos simbolizando la soberanía y evocando el hábitat primitivo de los dioses, ellos también existen en número de cuatro. “Es gracias a Farias que fue llevada la Piedra de Fal que estaba en Tara. Ella estaba bajo cada rey que tomaba Irlanda Es por Garias que fue llevada la lanza que tenía Lug. Ninguna batalla fue ganada contra ella o contra el que la llevaba en la mano Es gracias a Findias que fue llevada la espada de Nuada. Nadie pudo escaparse a ella cuando fue sacada de la funda de la Bodb y nadie pudo resistirse Gracias a Murias que fue llevado el caldero del Dagda. Ninguna tropa la abandonaba insatisfecha” .

Todo lo precedente basta, nos parece, para dar una idea de la calidad y del interés excepcional de las obras de Françoise Le Roux y Christian J.Guyonvarc’h , concebidas también para ayudar al profano a orientarse en una materia tan compleja. Es señalable que al final de La civilisation celtique, figura una serie de cuadros de gran utilidad, mientras que en Les Druides encontramos un anexo de textos irlandeses y galeses medievales y un glosario muy completo. En TMI cada texto es seguido de abundantes notas explicativas, de las cuales hemos utilizado varias para esta recensión. Esta obra será completada en poco tiempo con un volumen copioso de comentarios religiosos, libro que esperamos con impaciencia, verdadero trabajo de benedictino.

Al principio de su libro sobre el sacerdocio céltico, los autores que poseen una idea muy alta de la Tradición, afirman que “los druidas han sido los detentores de la única forma de tradición conocida en Europa” . No podemos compartir un juicio tan tajante: aunque sin embargo es forzoso reconocer la extrema singularidad de la tradición céltica en el seno del mundo occidental, ejemplaridad que tiende a la omnipresencia de la clase sacerdotal, de la autoridad espiritual. La tradición céltica pertenece hoy al pasado, pero “el mito, mientras sea transmitido y repetido fielmente, estará siempre vivo y será perpetuamente eficaz” , como afirman Le Roux y Guyonvarc’h , lejanos sucesores de los “doctores” irlandeses y testigos de la perennidad de la intelectualidad tradicional en Occidente.

traducción: Federico Traspedra

A Gran Obra alquímica

A Gran Obra alquímica

Para aquelas persoas interesadas no mundo da Tradición Perenne, recomendamos-lles este curioso e interesante texto procedente dun mestre hermético moderno. Emile-Jules Grillot de Givry,  a través de 12 meditacións, aporta-nos coñecementos de caracter interior para o progreso na realización da Gran Obra, a Opus Magna da Tradición Hermética.  

A Loita interior

A Loita interior LA LUCHA INTERIOR



A menudo, cuando, desde determinadas posiciones, se pretende ofrecer una alternativa al mundo decrépito que nos ha tocado”vivir”, son planteadas una serie de soluciones económico-político-sociales que se piensa que darían al traste con el armatoste que nos oprime exteriormente y nos olvidamos de que también existe otro género de opresión, mucho más profunda, que nos impide ser LIBRES en el sentido menos formal y más existencial de este término. Y es que a lo largo de siglos de decadencia de nuestra civilización el hombre ha ido, paulatinamente, embruteciéndose, por un lado, y, por otro, sometiéndose a los influjos caóticos del submundo emocional que irrumpe desde los estratos más abismales de nuestra mente.
Si se quiere plantear una alternativa integral a los corrosivos tiempos que nos denigran y esclavizan se ha de empezar por librar la gran batalla: la batalla interna que conduzca a la victoria de lo inmutable, de lo fijo, de lo inmóvil y de lo eterno frente a lo variable, frente al marasmo que fluye sin rumbo fijo, frente a lo perecedero y frente a lo mutable y mutante. Que haga vencer a lo impasible y estable frente a lo inestable y contradictorio. Que consiga el triunfo del Espíritu, del Anima de los romanos, del Atman del hinduismo, del Nous de los griegos, de lo Alto frente a los bajos impulsos e instintos, frente a lo emocional, lo pasional, los sentimientos descontrolados y cegadores, frente a lo bajo.
Hemos de aspirar a podernos servir de todo lo sugerente, embriagador y sugestivo que nos “ofrece” maliciosamente el ruinoso mundo que nos rodea como si se tratase de pruebas a superar que nos robustezcan interiormente. Hemos de aspirar a recorrer nuestra vía, nuestro camino transmutador enfrentándonos a los monstruos y titanes, miedos y flaquezas que anidan en nuestro interior y que son despertados, soliviantados, azuzados y espoleados por este plano de la realidad que nos llega a través de los sentidos. Hemos de convertir el veneno en remedio. ¡Que lo que no nos destruya nos haga, cada vez, más fuertes! ¡Que el héroe solar derrote a la bestia, al animal primario que llevamos dentro! ¡Cavalguemos el tigre de nuestras debilidades! ¡Dominémoslo! ¡Que él no nos someta! ¡Que no nos despedace con sus terribles garras! ¡Que no nos destroce! ¡Cavalguémoslo hasta que reviente de cansancio y desista en sus propósitos! ¡Hasta que caiga sumiso ante nosotros; ante y bajo nuestros pies! ¡Destruyamos en nuestro foro interno lo que él simboliza y, así, nuestro Espíritu se enseñoreará de nosotros! De este modo nuestra alma será un espejo del Espíritu y no un receptáculo de lo inmundo que nos subyuga y nos convierte en enanos míseros que se arrastran a lo largo de una pútrida existencia. ¡Seamos caballeros invencibles y héroes indómitos! ¡Hagamos guardia perpetua! ¡Seamos guerreros de ademán impasible! ¡Que nada consiga alterarnos! ¡Tengamos robustez marmólea! ¡Renazcamos a lo Suprasensible a través de una voluntad granítica! La lucha encarnizada contra el tigre existe sólo para los hombres combativos que quieren alcanzar la Inmortalidad; aun en vida. ¡Trepidante combate interior!:
El del Bien contra el Mal. El de lo Solar contra lo lunar. El del Espíritu contra la materia. El de lo vertical contra lo horizontal. El de lo Uránico contra lo telúrico, contra lo pelásgico, contra lo ctónico. El de lo olímpico y heroico contra lo titánico. El de los Asen contra los Gigantes. El de lo aristocrático contra lo que emerge del demos –lo demónico-. El de lo diferenciado contra lo igualitarista. El de lo orgánico contra lo inorgánico. El de lo jerárquico contra lo anárquico. El de la calidad frente a la cantidad. El de lo que tiene forma frente a lo informe, amorfo e indiferenciado. El del Hombre diferenciado frente al individuo-masa gregario. El de la medida, el equilibrio y la proporción frente a la desmesura, el desequilibrio y lo desproporcionado. El de lo lacónico frente a lo ampuloso y farragoso. El de la sensatez frente a la insensatez. El de la constancia frente a la inconstancia. El del vigor frente la abulia. El del valor frente a la cobardía. El de lo viril contra lo afeminado. El de lo inasequible al desaliento frente a lo derrotista y a la molicie. El de la firmeza frente a la pusilanimidad. El de la cordura frente a lo impulsivo. El de la templanza frente a la concupiscencia y el desenfreno. El de la serenidad frente a la voluptuosidad. El de la línea frente a la curva. El de lo recto frente a lo torcido. El de la sobriedad frente a la ebriedad. El de lo impertérrito frente a lo voluble. El de la ética, el estilo y la rectitud frente a la doblez y la corrupción. El de lo señorial frente a lo zafio. El de la franqueza y la sinceridad frente a lo taimado y al engaño. El de la nobleza frente a la ruindad. El de la austeridad frente al lujo. El de la Idea frente al capricho. El de lo patriarcal frente a lo matriarcal. El del Imperium frente a lo tribal. El de lo gibelino frente a lo güelfo. O el de lo de Arriba frente a lo de abajo. O el de lo Suprasensible frente a lo sensitivo. O el de lo Metafísico frente a lo físico. O el de la Conciencia Superior frente a lo inconsciente y a lo subconsciente. O el del Superhombre contra el hombrecillo moderno. O el de la Luz del Norte contra la luz del sur.
¡Ésta ha de ser nuestra más trascendental lucha!

Eduard Alcántara

René Guénon o la madre de todas las confusiones

René Guénon o la madre de todas las confusiones

Reproducimos o interesante artigo de Ernest Milà, extraido do seu blogue INFOKRISIS. A ligazón para os interesados, está no noso blogue . :

¿El "mito inmovilizante"? Es una de las desembocaduras posibles del pensamiento tradicional: si vivimos en la actualidad en una "edad oscura" que responde a la etapa final de un ciclo cósmico, cualquier cosa que hagamos nosotros, pobres mortales, no conseguirá jamás remontar la pendiente de la decadencia y, por tanto, lo más adecuado es replegarnos en nosotros mismos, evitar cualquier "acción exterior" (la actividad política, entre otras cosas) y esperar a que las propias leyes cíclicas del cosmos generen, automáticamente, un nuevo ciclo áureo... Así pues, nada puede hacerse, por que nada se conseguirá... ¿entienden por qué aludimos a que el "mito inmovilizantes" es una de las desembocaduras más perversas del pensamiento tradicional? Sin embargo, existen otras desembocaduras, igualmente, paralizantes. La primera de todas es la indefinición de las propias posiciones. Algunos guenonianos niegan las implicaciones políticas de la obra de René Guenon...


¿IMPLICACIONES POLÍTICAS EN LA OBRA DE RENÉ GUÉNON?

Faltaría más. El artículo que circula hace varios años, firmado por Pietro Nutrizio, nos sitúa ante el gran problema de los guenonianos de estricta observancia: su falta de compromiso con la realidad y su adhesión, muy con mucha frecuencia exclusivamente teórica e intelectual, a lo metafísico en detrimento de lo real y como alternativa a lo cotidiano, sellando una escisión esquizofrénica entre lo vivido y lo deseado, lo pensado y lo realizado. Una de las situaciones menos “tradicionales” que pudieran darse.

Defender que la obra de Guénon carece de implicaciones política equivaldría a decir que la ley de la gravedad no tiene implicaciones físicas. Cuando se tiene tendencia a asomar más de medio cuerpo fuera del balcón, antes o después se cae, tal es el fatal determinismo de la física. Cuando se realiza una crítica al mundo moderno, desde luego, lo que no se está defendiendo son posiciones “progresistas”. Evola, que en esto de asumir compromisos políticos no tiene problemas, define en “Los hombres y las ruinas”, en términos políticos, el “tradicionalismo integral” como “revolución conservadora” y, desde luego, es la clasificación que mejor le cuadra.

Ahora bien, cuando se pretende estar por encima del bien y del mal, de lo divino y de lo humano, está claro que todas las clasificaciones “mundanas”, huelgan. E incluso son negativas porque permiten las simplificaciones: Guénon sería una forma de pensamiento conservador situado en el mismo saco que Evola y, probablemente, que Jünger. Mal asunto para quienes han tenido tendencia a adornar a Guénon con la aureola de la infalibilidad. Frecuentemente, los guenonianos han tenido tendencia a ir más allá de donde el propio Guénon llegaba.

Si el mundo tradicional era un mundo integrado en el que religión, sociología, historia, política, sexualidad, trabajo, se situaban en distintos planos, pero todos partícipes de la misma realidad, resulta evidente que el “tradicionalista integral” tendrá una opinión sobre cada uno de estos planos, resulte cómodo o incómodo formularla. Una doctrina es la suma de una interpretación de la historia, una sociología, una política, una sexología, etc. Está claro que, por ejemplo, Guénon no aportó absolutamente nada sobre sexualidad, pero no por ello, el “tradicionalista integral” está forzado a eludir la materia. Hubo de llegar Evola para reunir materiales sobre este tema en “Metafísica del Sexo”. La opinión de Guénon sobre la alquimia y el hermetismo, fue particularmente hostil y limitada; Evola desarrolla el tema en “La Tradición Hermética” desde un punto de vista tradicionalista irreprochable que parte de la distinción guenoniana entre civilizaciones tradicionales y civilizaciones modernas. La masonería y el rosacrucianismo, es analizada por Evola en la última parte de “El Misterio del Grial y la Tradición Gibelina del Imperio” y luego, desarrollada, en varios artículos refundidos en un volumen único sobre la masonería. Ningún lector de Evola se llama a engaño: ha sido vacunado y no se aproximará a una logia con la esperanza de adquirir algo que allí precisamente no encontrará, una iniciación tradicional efectiva.

Incluso en el terreno de la metafísica y la acción tradicional, hace falta “mojarse”; mojarse implica comprometerse. Y un intelectual debe comprometerse, so pena de crear la confusión entre sus lectores.

Los libros de Guénon se han traducido a todos los idiomas y hoy son accesibles en Internet para quien quiera leerlos. Guénon ha tenido discípulos notables que se han inspirado en sus escritos y, a su vez, han escrito otros textos no menos inspirados. Incluso en ambientes masónicos es de buen tono realizar alguna cita de Guénon. Frecuentemente, los seguidores de Guénon se han reclutado en la vieja extrema-izquierda trotskysta, la que mejor se ha aproximado, por el paroxismo dogmático y la sistematización obsesiva propia del ambiente ideológico del que procedían. Lo sorprendente, en realidad, es la multiplicidad de formas e interpretaciones diferentes que han surgido de las distintas lecturas de Guénon: la falta de concreción hace que cada cual, en medio de una subjetividad absoluta que tiene mucho que ver con las imprecisiones de la obra guénoniana, asuma aquel aspecto que le interese más o que esté más predispuesto a asumir. Ciertamente, la obra de Guénon predica la objetividad, pero es, en sí misma, subjetiva (a este respecto los contenidos de las “Recensiones” de Guénon son de una dureza difícilmente igualable que destila poca serenidad).

Desde 1945, toda doctrina que no se considere políticamente progresista está desacreditada de partida. Los guenonianos de estricta observancia consideran que es mejor huir de cualquier definición política –aunque el pensamiento de Guénon lleve directamente a orientaciones “conservadoras” y no, precisamente, al progresismo más acrisolado- para lograr un cierto “reconocimiento” que facilite la difusión de su pensamiento. Dice Pietro Nutrizio: “la doctrina que se expresa en la obra Guénoniana escapa por su naturaleza propia a cualquier contaminación política en el sentido moderno -sean cuales sean, por otra parte, sus tendencias y "coloraciones"". Al parecer, “contamina” todo lo que obliga a pronunciarse, a tomar partido, a llegar a las últimas consecuencias “físicas” de un pensamiento planeante en las altas esferas de lo “metafísico”.

Los Guenonianos y el propio Guénon, sitúan su pensamiento a tal “altura” que resulta imposible realizar un engarce con la realidad contingente. Cualquier intento de “restauración tradicional” debe, pues, realizarse en el “plano metafísico” y, por tanto, debe contar con la colaboración de fuerzas “trascendentes”. Nutrizio explica: “su puesta en acción, para que sea verdaderamente eficaz, debe provenir de una fuente intelectual trascendente y universal que sea al mismo tiempo su justificación y su garantía”. Dicho de otra manera: para que valga la pena intentar un esfuerzo tradicional, habrá que contar con una “élite” inspirada por “lo divino”. No es nada original. El pensamiento católico tradicional lo sostiene desde la más remota antigüedad y la teología católica lo ha explicado en distintas épocas.

Si existía un medio capaz de entender este mensaje eran precisamente los medios católicos y, probablemente, si el pensamiento guénoniano se hubiera formulado de una manera más inteligible, no se habría diferenciado mucho de una teocracia sacerdotal, pura y simple. Y en los años en los que Guénon formulaba todas estas ideas, existían grupos monárquicos que sostenían, precisamente, lo mismo. Evola lo entendió sin dificultades y lo mantuvo hasta el final de su vida. Eran los monárquicos tradicionalistas quienes mejor podían entender el mensaje del tradicionalismo integral. Ahora bien, estos sectores estaban, políticamente, implicados en batallas perdidas. De hecho, en el siglo XX eran ya arcaísmos que, cuando intentaron “adaptarse” se rompieron en mil pedazos (en este sentido, las vicisitudes del carlismo español son significativas de lo que ocurrió en este sector). Los jacobitas ingleses, los legitimistas franceses, los monárquicos italianos, el Herrenklub prusiano, no estuvieron en condiciones de reformular sus principios haciéndose atractivos para la sociedad moderna y no advirtieron a tiempo la velocidad asindótica con la que cambiaba el mundo desde principios del siglo XX.

La obra de René Guénon, claro que tiene implicaciones políticas, sólo que Guénon fue el primero en huir de este terreno, pero no puede eludirse reconocer la realidad tanto de su contenido como de ciertos contactos. Guénon no colaboró jamás con “L’Humanité” órgano del Partido Comunista de Francia, ni con la “Pravda”, del Partido Comunista de la Unión Soviética, ni siquiera con el “New York Times”, pero pudo publicar sus artículos en la revista “Il Regime Fascista”. Evola lo introdujo, aun a pesar de que él tampoco era fascista, valoraba los aspectos del fascismo y sus posibilidades para favorecer la extensión de las ideas tradicionalistas, de la misma forma que luego se adhirió –sin ser fascista- a la República Social Italiana, cuando la guerra estaba perdida y quienes asumieron esa opción eran, seguramente, los elementos más sinceros: una “élite” que resistió hasta los últimos días de la guerra los bombardeos americanos, las exacciones y crímenes de los partisanos, la indiferencia y la traición.

Y es que si estamos hablando de “élites”, la prueba del fuego es la mejor de todas. Lo más dramático para los medios guenonianos es que, frecuentemente, las élites tradicionales se forman al margen suyo, incluso desconociendo sus tesis, mientras que, los grupos que responden a las líneas guénoniamas (véase la difusión del budismo tibetano en Occidente, por ejemplo) ha resultado catastrófica, incluso para los propios tibetanos. No hay élite sin prueba, no hay prueba que no implique compromiso, no hay compromiso en la ambigüedad. La obra de Guénon al desconsiderar sus desembocaduras prácticas, introduce un peligroso elemento de ambigüedad y duda. Para colmo, algunos de sus partidarios de estricta observancia, al negar la ubicación del pensamiento guénoniano en la “derecha cultural” y al evitar tomar partido, han tendido a acentuar los aspectos teóricos, las discusiones intelectuales sobre el sexo de los ángeles, sobre la práctica (¿qué practica?, a todo esto) tradicional.

Si no se recomienda ninguna vía práctica, lo que se está induciendo es a permanecer en el terreno de la intelectual y libresco y en lo meramente especulativo. El narcisismo propio de lo humano hace que, acto seguido, aparezca la noción de “élite”. “Domino la casuística guénoniana, luego pertenezco a una élite intelectual”. Cuando en realidad el concepto debería ser “Practico una vía tradicional, luego aspiro a formar parte de una élite espiritual”.

La figura de Guénon, no lo olvidemos, surgió del magma de los medios ocultistas franceses. Llama la atención algunos contactos de su juventud y algunas de sus iniciativas en aquella época, que pueden ser calificados, pura y simplemente, de pueriles y resulta difícil explicar cómo logró tomarse en serio a algunos de los personajes que aparecieron en su vida en aquellos momentos. Así mismo, hay que leer el “Dossier Reyor” para advertir que, también en él, existía una diferencia notable entre los principios que sostenía y la realidad de quien lo sostenía. El Guénon, adicto al tabaco, dice muy poco de las técnicas que utilizó para ejercer un dominio sobre sí mismo. La violencia con la que ataca en sus recensiones, a algunos de quienes no compartían exactamente su posición, aun situándose en el mismo terreno, dice menos sobre su serenidad interior. Lo ambiguo de algunas de sus consideraciones sobre temas capitales (la “contrainiciación”, por ejemplo y sus formas de manifestarse, las famosas “desembocaduras prácticas”, por citar unos ejemplos) dan la sensación de que, en el fondo, existe una debilidad teórica. Reyor explica en su dossier que en sus conversaciones con Guénon nunca llegó más allá de lo que se decía en sus libros.
En la cuestión de la “forja de la élite”, Guénon y Evola están de acuerdo: es preciso reunir a una “élite espiritual” para acometer un trabajo de “reconstrucción tradicional”. Bien, pero ¿cómo se forma esa élite? O dicho de otra manera: ¿cómo la élite demuestra que es tal? En la realidad, no en el platónico “mundo de las ideas”. De ahí que Evola recomiende la vía de la acción política como forma de voluntarismo, activismo, renuncia a uno mismo, entrega, sacrificio, voluntad y fortaleza para construir el propio destino. De las muchas vías posibles, la política es la que entraña más dificultades y riesgos. Ahí la “prueba” es mayor. Y es ahí, precisamente, en donde la élite se forja con mayor dureza.

Lo que dice Guénon en torno a esto, sin embargo, es descorazonador e implica altas dosis de idealismo y optimismo: "En suma, la élite trabajará primero para sí misma, puesto que, naturalmente, sus miembros obtendrán de su propio desarrollo un beneficio inmediato y que no podría faltarle, beneficio que constituirá por otra parte una adquisición permanente e inalienable; pero, al mismo tiempo, y por ello mismo, aunque menos inmediatamente, trabajará también necesariamente para el occidente en general, pues es imposible que una elaboración como ésta de la que se trata se efectúe en un medio cualquiera sin producir más tarde o más temprano considerables modificaciones; además, las corrientes mentales están sometidas a leyes perfectamente definidas, y el conocimiento de estas leyes permite una acción de una eficacia muy distinta a la derivada del uso de medios totalmente empíricos". Traducido a términos más comprensibles: una élite dueña de sí misma y dotada de conocimiento metafísico, primero se forjaría a sí misma y luego intervendría para rectificar el rumbo de “el occidente en general”; al conocer las leyes que dominan las “corrientes mentales”, tendría de una eficacia inigualable… o no, vaya usted a saber. El narcisismo propio de las pretendidas élites suele hacer perder perspectiva.

Comentando este texto, Nutrizio añade: “Lo que acabamos de decir nos parece suficiente como para que se comprenda que la obra de R. Guénon no puede en absoluto integrarse en acción o "cultura" alguna que tenga relación directa o indirecta con un tipo cualquiera de "política". Vamos a ser claros: la frase de Guénon que se acaba de citar, extraída de “Oriente y Occidente” y a la que Nutrizio otorga tanto valor, apenas es un compendio de vaguedades de tal manera que resultaría difícil ser más ambiguo. Porque ni hay élite, ni hay estructuras para alumbrar esa élite inencontrable, ni hay “pruebas” para demostrar que quien se pretende miembro de la élite, verdaderamente lo es. Es famoso que Theodor W. Adorno era capaz de elaborar una teoría completa sobre la sexualidad y el comportamiento sexual de los adolescentes… pero murió tras recibir la impresión de que una alumna se le desnudara en clase. Una cosa es enunciar una tesis coherente, otra muy diferente vivirla a dos metros de distancia. Adorno falleció en el intento. Guénon se tuvo que ir a El Cairo.

Las querellas intestinas –hasta lo ridículo, hasta lo absurdo, hasta la carcajada, hasta la payasada- que han protagonizado los medios Guenonianos (insistimos, hay que leer detenidamente el texto de Jean Reyor para hacernos una idea de lo que ocurría en los medios guenonianos, incluso con Guénon vivo) no dicen mucho a favor de la “élite” Guénoniana.

A decir verdad, en el medio guénoniano, se huye de la prueba. La “élite” se confirma en la práctica, sin embargo la práctica guénoniana, no confirma la existencia de una “élite” guénoniana, sino, como máximo, la existencia de unos guenonianos dispersos que tienen respuestas diferenciadas en muchos órdenes de la vida; el polític,o por ejemplo. Y dicha diversidad es hija directa de la calculada ambigüedad, las medias palabras en las que no se sabe si se sabe más de lo que se dice o, simplemente, es una forma elegante de decir algo sin decir nada, las frases en las que se deja en el aire lo que verdaderamente se ha querido decir y, por tanto, posibilitan distintas interpretaciones.

Para que haya “élite intelectual” debe de haber “iniciación regular”. Tal es la tesis de Guénon. Evola lo acepta esto, pero añade: “Dado que los ritos de iniciación se han alterado y la transmisión regular es discutible, los ritos iniciáticos han perdido eficacia, por tanto las ceremonias iniciáticas no son ni necesarias, ni suficientes para forjar una élite”. El ritual del tantra de Kalachakra, administrado por el Dalai Lama, teóricamente, sirve para preparar a la élite que formará en el momento de la batalla final contra las fuerzas del mal en defensa de Shamballa. Todo esto está muy bien… pero cuando se asiste a la ceremonia del tantra de Kalachakra y se mira al personal sentado en la postura del loto, uno está en su derecho de dudar de la eficacia de la iniciación e incluso de la inadecuación de algunos de quienes lo reciben, aptos sólo para cualquier otra cosa que no sea para liar porros. Y otro tanto habría que decir en relación a los obispos del Palmar ordenados por un obispo católico de forma “regular pero ilegítima” que, a su vez han ordenado a docenas de obispos, en ceremonias no menos “regulares” y no menos “ilegítimas”. Detrás de todo esto lo que se encuentra es un obispo católico vietnamita, bellísima persona, engañado por un grupo de aventureros sectarios. Nada más. Pretender ver en la ceremonia de ordenación del conocido homosexual sevillano conocido como “La Vespa”, hoy elevado al rango de anti-papa, algo más que un error, nada más que un error y solamente un error, es “cogérsela con papel de fumar” y caer en discusiones ridículas ante una enormidad tan evidente como la del Palmar; en síntesis, la mejor forma de desacreditar por vía del absurdo, la doctrina que se pretende defender sobre la “regularidad iniciática”.

¿Hay que recordar que en los medios de los que salió Guénon –y a los que pronto superó ampliamente- este tipo de majaderías estaban en el ambiente y cualquier especie de “obispo” gnóstico, ordenado “regularmente” por cualquier obispo o seudo-obispo, a su vez iniciado por algún obispo “regular” de los márgenes de la Iglesia Ortodoxa, repartía dignidades eclesiásticas? Hasta 1909 u 11, Guénon frecuentó estos medios. A la muerte del patriarca de la Iglesia Gnóstica, le propusieron que asumiera la dirección del grupo. Guénon se excusó, educadamente.

El idealismo de Guénon y de los medios guenonianos es, en ocasiones, una lacerante muestra de ingenuidad a toda prueba. En especial en este terreno de la “iniciación”… que es precisamente el eje central de la temática Guénoniana y, precisamente, donde anida su eslabón más débil en tanto que el más alejado de la realidad.

EL REFUGIO DE LO IDEAL COMO FORMA DE RUINA ENTRE LAS RUINAS

Entre el mundo ideal y el real existe un abismo. Guénon debía de saberlo. Evola siempre lo tuvo presente, de ahí que su teorización sobre la realidad y su análisis fuera mucho más coherente y detallado que el de Guénon. Se puede decir, gráficamente, que Guénon acierta en la lejanía, aludiendo a grandes períodos y ciclos históricos y apunta las líneas de tendencia, pero elude el “cuerpo a cuerpo” con la realidad del momento. Evola, por el contrario, está permanentemente en guardia: cada momento histórico-político le sugiere una vía de la acción. La de ayer no será igual a la de mañana, por que algún elemento de la situación ha cambiado.

El Evola de 1926, propone vías de acción muy diferentes al Evola de 1949 y al Evola de 1968. En Evola hay un permanente esfuerzo por estar en guardia que evidencia un gran sentido de la realidad y un esfuerzo de percibirla tal como es, sin idealismos, sin adulteraciones, sin esquemas interpretativos rígidos que, finalmente, hay se terminan encajando a martillazos.

Se suele decir que Evola completa a Guénon, algo que los Guenonianos de estricta observancia rechazan en bloque: Guénon es, en sí mismo, completo y es a partir suyo y solamente a partir suyo, en donde se encuentran todos los recursos necesarios para entender lo que es “la tradición”. Esos mismos, en el ejercicio pleno de su ortodoxia, opinan que Evola adulteró a Guénon, lo hizo discurrir por canales peligrosos (las proximidades del fascismo), que Evola no tiene en cuenta el “hecho iniciático” y que, finalmente, su doctrina sobre la “Luz del Norte” y la “Luz del Sur” no es tradicional.

En el fondo de sus diferencias, el hecho es que Guénon era un espíritu, en realidad, más teórico que contemplativo, mientras que Evola tiene un perfil llamado a la acción. Ni Evola ni Guénon buscaban discípulos, pero lo cierto es que todos los jóvenes que entre 1950 y 1972, acudieron a visitarlo, recibieron consejos, enseñanzas en forma de cursos y pudieron conversar ampliamente con él. Y siempre, en todo caso, quedaron muy claras cuáles eran las “desembocaduras” que recomendaba. Y estas variaron, por que el tiempo era cambiante.

En 1949, Evola redacta “Orientaciones”, un verdadero manifiesto para el combate. Esa pequeño documento fue utilizado por las últimas generaciones de combatientes de la República Social y por los primeros militantes del Movimiento Social, para movilizarse contra el sistema surgido de la derrota del 45, la masacre que siguió y la ocupación de Europa por la URSS y EEUU. Para Evola, en aquel momento, el combate político era el marco en el que se debía de forjar una nueva aristocracia. De hecho, él mismo veía en el Comandante Borghese un ejemplo a seguir para las jóvenes generaciones: aristócrata, combatiente, militante político.

El desarrollo de las ideas de “Orientaciones”, “Los hombres y las ruinas”, siguen siendo hoy obras fundamentales del pensamiento de la Derecha posterior a la guerra mundial. Se abordan los temas claves del momento. Se apuntan ideas, problemas, planteamientos, soluciones, elementos de programa. Pero la penetración del estilo de vida americano en Europa, fue demasiado profundo como para que este planteamiento pudiera triunfar. Si bien es cierto que miles de jóvenes leyeron “Los hombres y las Ruinas”, se identificaron con su análisis, encontraron una idea para vivir y una solidez ideológica en “Revuelta contra el mundo moderno”, lo cierto es que, en 1969, este ambiente no había podido sobreponerse a la corriente de la decadencia europea y la contestación abrió una nueva brecha. Evola lo había previsto antes, cuando publicó “Cabalgar el Tigre”.

El Evola de “Cabalgar el Tigre” es una corrección del Evola de “Los hombres y las ruinas”. Mientras éste llamaba a la acción contra el sistema, el “último Evola”, el de “Cabalgar el Tigre”, crea otra vía. Percibe en los procesos de disolución más avanzados, verdaderas “ayudas” para la restauración tradicional. Cuando analiza la familia, dice: no es la familia tradicional la que se ha hundido, sino la familia burguesa. O cuando examina el nihilismo contemporáneo y concluye que la grandeza de estos tiempos es que nos obligan a ir más allá del nihilismo por que ya no existe nada a lo que agarrarse, como a un clavo ardiendo. Mientras quedaba alguna esperanza (incluso la esperanza Guénoniana en la “iniciación”) el nihilismo no era absoluto, se permanecía “más acá” del mismo. A partir del reconocimiento de que ya no hay estructuras tradicionales de ningún tipo capaces de remontar la pendiente de la decadencia, a partir de la enumeración de los procesos disolventes que se producen a partir de mediados de los años 60, teniendo todo esto claro y bien presente… si se sigue permaneciendo en pie entre las ruinas, es posible situarse más allá del nihilismo. No hay ni un clavo ardiendo al que asirse: ni iniciación, ni organizaciones tradicionales, ni Estado digno de tal nombre, ni modelo histórico, ni referencia, nada, es el nihilismo absoluto que hay que superar para llegar a la otra orilla.

Evola es consciente de que la política preconizada en “Los hombres y las ruinas”, planteando un combate frontal contra el sistema, es, a partir de ahora, inviable. Si uno intenta detener un alud –y la crisis del mundo moderno, tiene las características de un alud imparable- es arrastrado, inevitablemente, por él. Ahora bien, si la sociedad moderna se percibe con otros ojos, es decir, como la inevitable profundización en la noche oscura que aproximará al nuevo amanecer, entonces, la actitud correcta consiste en no dramatizar en exceso la importancia de los procesos disolventes, encuadrándolos como momentos inevitables de un sistema que tiende a sus consecuencias últimas: la crisis de la familia burguesa, abre el paso a formas de reconstrucción de la familia tradicional; la crisis de los Estados-Nación abre las puertas a la idea de Imperium; la decadencia de “lo político”, permite pensar que, en el límite, volveremos a recuperar la noción de Gran Política; el callejón sin salida de las filosofías existencialistas llevará a una recuperación de la metafísica, no en tanto que especulación, sino como método para adentrarse en el mundo situador más allá de lo físico; la crisis del ejército de leva, permite hablar de nuevo del “guerrero”; y así sucesivamente. Si bien es difícil remontar una pendiente mientras se produce la caída, cuando se ha tocado fondo es más fácil “reaccionar” asumiendo el modelo más alejado de las consecuencias y formas terminales de la última etapa de decadencia.

El Evola próximo al final de su vida, es el Evola que mantiene íntegro el entusiasmo de su juventud. La idea es que estamos ante un “sálvese quien pueda”, las formas tradicionales se hunden, la vida moderna no facilita el seguimiento de una vía tradicional, así pues, es necesario “asomarse al interior”, cada ser humano es una fortaleza, un castillo, que tiene a su alcance los mecanismos suficientes como para alcanzar el límite de sus posibilidades humanas (poco importa si Guénon lo llama “Pequeños Minsterios”). El Zen es una vía desprovista de cualquier aditamento superfluo, una vía desnuda en su pura esencialidad: un ser humano, sentado ante un muro, pero también permite la práctica en la vida cotidiana; mientras se camina, mientras se come, mientras se duerme, y es posible adaptarlo a cualquier forma de vida moderna: el zen en las ventas, el zen en el arte del mantenimiento de la motocicleta, el zen en el arte de la informática, el zen en el tiro con arco, el zen en el arreglo floral, el zen en la lucha con espada, el zen en las artes marciales… Por lo demás, el zen es compatible con cualquier religión: no exige creer ni en Yavhé, ni en Mahoma, ni en la Trinidad. Los ateos no tienen obstáculos en seguir la vía del zen, pero tampoco ninguna religión interfiere con su práctica. No es una creencia, es una práctica. A decir verdad, es una serie de trucos para alcanzar la plena conciencia de sí mismo, el despertar. Demasiado simple para la escolástica guénoniana.

LAS “DESEMBOCADURAS” EN LA OBRA DE RENÉ GUÉNON O LA RUTA DE LA IRREALIDAD

No existe “vía tradicional”, sin “práctica tradicional”. Una teoría tradicionalista que no tenga aplicación práctica, conduce directamente al intelectualismo, esto es al cultivo del ego, a su refuerzo y a su saturación, por no hablar de la pedantería, el snobismo y la fatuidad. Así pues, la obra de Guénon solamente tiene sentido si, a partir de ella, se accede a algún tipo de prácticas concretas. Y aquí empiezan los problemas, por que Guénon soluciones, lo que se dice soluciones, no ofrece. O lo que es peor, sus “desembocaduras” son impracticables y, en cierta medida, desdicen la teoría.

Se conocen las “desembocaduras” propuestas por Guénon: una sería la masonería… la otra la Iglesia Católica. Lo cual resulta sorprendente, habida cuenta de la ruptura histórica, ciertamente brutal, entre masonería e iglesia. Y mucho más significativo es la ausencia de consideraciones sobre la Iglesia Ortodoxa que, en muchos sentidos –la doctrina sobre los iconos, por ejemplo, y la liturgia- está más próxima a los orígenes y que, por lo demás, es perfectamente accesible a los europeos.

Sobre la masonería cabe decir que, efectivamente, en la segunda parte del siglo XX, ha aparecido en el interior de las logias europeas, algunos masones inspirados por Guénon que han llevado su análisis a las “planchas” realizadas en las logias. Pero hace falta ser claro: se ha tratado de elementos aislados, cuyos trabajos han servido para dar cierto “empaque” intelectual a algunas publicaciones y webs masónicas… pero que apenas interesan al grueso de los afiliados atraídos a la masonería por otros motivos muy diferentes.

Hoy no puede afirmarse que, en rigor, exista una masonería “próxima a las tesis de Guénon”. Ni mucho menos. Basta conocer el ambiente que se respira en las logias de Europa Occidental para advertir que, hace ya décadas que dejaron de “elaborar ideas” y que, de ahí ha derivado la crisis de la masonería moderna. No hay que olvidar que la masonería tuvo la iniciativa cultural en Europa y América durante dos siglos. Las logias masónicas están relacionadas directamente con la difusión de la ideología burguesa que llevó a las revoluciones democráticas en todo Occidente. Puede decirse que las logias fueron el “partido de la burguesía revolucionaria”. En las logias se fraguaban las “conspiraciones democráticas y liberales”, pero también las ideas que después ilustraban los regímenes construidos. Cuando en la segunda mitad del siglo XX, este impulso cesó, la inercia hizo que la crisis de la masonería tardase en manifestarse, pero finalmente, en las dos últimas décadas del milenio, apareció en toda su brutalidad: si las logias habían dejado de producir ideas, sólo quedaba la fraternidad masónica, pero esa fraternidad quedaba atenuada y rectificada por la entrada masiva de gentes que, más que identificación con los ideales de “libertad, igualdad y fraternidad”, lo que buscaban era el “apoyo mutuo”, es decir, entrar en una red de tráfico de influencias que, en sus peores momentos, ha transformado la “fraternidad masónica” en “complicidad”. La logia P-2 es buena muestra de lo que decimos, como episodios de amiguismo, corruptelas y estafas puras y simples que han acompañado la andadura de todas las Grandes Logias europeas en los últimos veinticinco años.

Pero Guénon no podía llamarse a engaño en los años 20. Por entonces, era evidente, demasiado evidente que la militancia en la masonería francesa tenía profundas “implicaciones políticas”. La masonería influyó particularmente en la República francesa de las entreguerras y no puede decirse que fuera un gran ejemplo para la sociedad de su tiempo. En los grandes escándalos de la República (como por lo demás en el affaire del “estraperlo” en España), la masonería fue omnipresente.

Para Guénon todo esto no es significativo: “un principio no puede confundirse con la aplicación que del mismo hace una estructura organizativa”. Bien. El comunismo es un gran avance, pero Pol Pot era extraordinariamente perverso. La masonería era una institución “tradicional” y, por tanto, su iniciación era “válida”… a pesar de que algunos de los máximos dirigentes de las Grandes Logias estuvieran implicados en aquellos momentos en escándalos en sus países respectivos. Ahora bien, también es posible que el GULAG y Pol Pot estuvieran implícitos en el minucioso análisis de Marx y Engels y que en la ideología burguesa de las logias, estuviera implícito que el “libertad, igualdad y fraternidad” fiera lugar a Estados inestables, corruptelas sin fin, descontrol, injusticias sociales, un sistema de producción canalla, etc.

La letra pequeña es lo que cuenta: la masonería especulativa creada en 1717 es una degradación de la masonería operativa o de los oficios. Esta tenía un sentido tradicional y específico: hacer del trabajo una vía de acceso a la trascendencia, utilizar el trabajo para vehiculizar sobre él unos símbolos que eran, instrumentos del oficio, pero también y sobre todo, expresiones sensibles de altas ideas éticas y morales. La práctica del oficio templaba el carácter. Existía una iniciación (que todavía hemos podido conocer en los últimos “compagnons” franceses) equiparable a los “pequeños misterios”. Cuando los gremios entran en decadencia, los “comités de patronato” de algunas logias inglesas, formados por “masones adoptados” que no ejercían el oficio de cantero, se fusionan y crean la Gran Logia de Inglaterra. Primero sólo para católicos. Luego abierta para protestantes; poco más tarde, a judíos (no tanto por “liberalidad” como por incorporar a gentes con influencia y medios económicos). Se crean nuevos rituales. Es discutible, incluso, que entre los primeros miembros de la Gran Logia de Inglaterra existiera una “transmisión regular” de la iniciación procedente de los gremios. Pero, aún en el supuesto de que así fuera, desde entonces esos rituales han sido alterados en tantas ocasiones que, finalmente, se han convertido en irreconocibles. Esto sin contar con que, frecuentemente, en los últimos años del siglo XIX y principios del XX, abundaron los personales relevantes elevados en un solo día de Aprendiz a Grado 33… ¿De qué “transmisión iniciática” estamos hablando incluso en el tiempo en el que Guénon escribía sus libros?

Cuando algún masón intenta encontrar justificaciones intelectuales a su presencia en la masonería, inevitablemente llega a Guénon. Y tiene gracia, por que, los dos libros de crítica de Guénon a la modernidad (La Crisis del Mundo Moderno y El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos) lo que están denunciando, ante todo y sobre todo, es… el mundo moderno, creado, precisamente, por la ideología masónica.

Resulta curioso que Guénon terminara convirtiéndose al Islam y siguiendo una vía que, como mínimo, debería calificarse de “exótica”, especialmente en aquella época, especialmente cuando tenía en su propio país, una Iglesia Católica en la que hubiera podido comprometerse, como mínimo, con la misma seguridad de que era una “religión tradicional”, tan legítima como el Islam… y además, con raíces profundas en Francia.

En el fondo, lo que ocurrió fue que el propio Guénon fue víctima de la propia rigidez de sus teorías.

Guénon sostenía la necesidad de compartir el anverso y el reverso de la misma moneda, el esoterismo y el exoterismo de cualquier formación tradicional. En la medida en que no percibía en la Iglesia Católica huellas de doctrina esotérica (solamente “rastros” en la doctrina de los sacramentos), y en la medida en que no quiso, pudo o creyó en la naturaleza del compromiso de su amigo Charbonneau con la “Estoile Internele”, una sociedad esotérica católica… terminó convirtiéndose al Islam. Mejor no entrar en las vicisitudes de los discípulos que siguieron su ejemplo. Jean Reyor ya ha aludido ampliamente en su “Dossier” [ver zona de Descargas] a su evolución. En cuanto a Schuon, francamente, mejor aludir solamente a sus primeros escritos y evitar seguir su evolución en los últimos años y, desde luego, cerrar los ojos a los últimos capítulos de su biografía.
Si “todo lo que sube, converge”, según la fórmula de Schuon, la práctica de un “exoterismo” católico, unido a prácticas de meditación zen, no debería de ser desaconsejable. Por ejemplo. Es más, ayudaría a entender mejor el sentido de algunas escuelas de meditación cristianas, desde “La Imitación de Cristo” hasta los “Ejercicios Espirituales” de San Ignacio de Loyola. E incluso, la práctica de un esoterismo, desprovisto de exoterismo, también debería de ser aceptable, pues, no en vano, es la práctica interiorizada lo que abre las puertas de la experiencia espiritual.

En nuestra modesta opinión, las valoraciones de Guénon sobre las “desembocaduras prácticas” fueron extremadamente subjetivas y parciales y generaron pérdidas de tiempo, sino destrozos auténticos en algunos guenonianos. Ignoró o quiso ignorar, o simplemente no le interesó, que en la Iglesia Católica y en la Iglesia Ortodoxa, se encuentran técnicas de meditación que todavía hoy se practican en algunas órdenes religiosas (y mucho más en la época en la que Guénon redactaba sus obras). Ciertamente, no se alude a “esoterismo” pero, es evidente, que se está aludiendo a lo mismo. Si ahora, resulta que los textos clásicos del Siglo de Oro, de nuestros grandes místicos, no pueden ser tomados en consideración y toda la literatura mística cristiana medieval, y hay que ir acudir al Islam para encontrar una puerta de acceso al esoterismo… eso supone ignorar los contenidos del catolicismo en el terreno de la realización interior y de la espiritualidad. Harina de otro costal es que Guénon se “sintiera mejor” fuera de Francia, pero incluso allí en Egipto, existían misioneros católicos y estaban presentes órdenes religiosas con las que pudo contactar sin necesidad de romper con lo que era su Tradición de origen, el catolicismo.

Y en cuanto a la crítica según la cual el catolicismo francés había caído en el mero culto exterior, sin raíces espirituales profundas, haría falta preguntarse, a la vista de las grandes masas ululantes y despersonalizadas que acuden a la Meca o a la vista del formalismo ritual extremo de las corrientes mayoritarias del Islam, sino era como mínimo idéntica la situación. Guénon estaba casado, por tanto, no tenía acceso a los altos lugares de la meditación católica, la vida conventual, pero estas órdenes no están cerradas al mundo: Guénon hubiera podido acceder fácilmente, especialmente a los franciscanos, o frecuentar los conventos del císter. Esto lo hubiera mantenido dentro de su tradición originaria y cultural.

Por que, no nos engañemos: nada más fácil que convertirse al budismo tibetano en estos momentos de rebajas espirituales por fin de temporada, pero nada más difícil que asumir íntegramente una tradición que corresponde a otros condicionamientos étnico-culturales, lingüísticos y sociológicos. Tenemos la sensación –muy experimentada, por lo demás- que, salvo en el caso del Zen, a causa, sin duda de su simplicidad y esencialidad, el resto de tradiciones religiosas son difícilmente exportables a otros horizontes geográficos, con otros idiomas de raíces lingüísticas muy diferentes y con otros modelos mentales. La espiritualidad del desierto de la que hace gala el Islam, por lo demás, no es, precisamente, el modelo propio de nuestro entorno étnico-cultural, en donde la multiplicidad de dioses paganos, fueron readaptados en el santoral y en las fiestas cristianas, manteniéndose una frondosidad de matices que está completamente ausente en el Islam.

Guénon no vio, no quiso ver, que el camino más directo hacia la Tradición en la Francia de los años 10-40, era… el catolicismo, como, por lo demás, era completamente evidente. Y si bien en el grueso del catolicismo es posible que existiera una inercia ritualista y un mero culto exterior sin mucho contenido, si existían órdenes que se mantenían próximas a la pureza originaria y cercanas a las fuentes de la Tradición. En lugar de eso, cometió el error –víctima de su propia rigidez conceptual y de un subjetivismo absolutamente incomprensible- de sugerir indirectamente aventuras espirituales de dudosa desembocadura (la masonería) o, simplemente, exóticas (el Islam). De todos sus discípulos y lectores, solamente una minoría, se reincorporó a la tradición católica. A decir verdad, estos fueron sus lectores más coherentes.

EL ISLAM REINVENTADO POR LOS GUENONIANOS

Algunos medios Guénoniamos procedentes de los medios de la extrema-derecha realizaron una conversión sorprendente hacia el islam en la que aparecen distintas fases:

1. Inicialmente, llama la atención que los medios árabes apenas disimularon sus simpatías hacia el Eje en los años 30-40. Hubo islamistas y árabes en las SS y el Gran Mufti de Jerusalén se mostró partidario acérrimo del régimen nazi. En Irak, pero también en el Cairo, se cantaba: “En el cielo Alá y en la tierra Hitler”.

2. Estos medios de extrema-derecha se nutrían en los años 60-70 de una consigna: “Ni Washington, ni Moscú”. Primero Nasser en Egipto (régimen “socialista” laico que contó en los primeros momentos con asesores italianos y alemanes supervivientes del Eje), luego Al Asifa y Al Fatah, la resistencia palestina (en tanto que antisionista, recibió el apoyo y el asesoramiento de excombatientes de la RSI y de las SS), más tarde, el régimen “antiimperialista” de Ghadafi (que fue contactado por diversos medios de la extrema-derecha europea) y,

3. Finalmente, la explosión chiita de Jhomeini en 1978, fueron observados por los medios Guenonianos de extrema-derecha con una admiración creciente. Estos regímenes, hicieron gala de una mezcla de “antiimperialismo” y de teocratismo que fueron reconocidos como propios por los medios de la extrema-derecha guenoniana. Dado que Guénon mismo se había convertido al islam, algunos de sus seguidores, militantes políticos de la derecha, pasaron a hacer otro tanto por convencimiento ideológico, como por la esperanza de que el “antiimperialismo” de Jhomeini diera una salida real al “Ni Washington ni Moscú” que estos medios sostenían en Europa.

Así estaba el panorama a principios de los años 80. En el I Congreso del Frente de la Juventud (1980), un miembro de los “estudiantes islámicos” manifestó su adhesión a la trilogía que entonces defendía Fuerza Nueva: “Dios, Patria, Justicia”. La teocracia antiimperialista de Jhomeini, que no ahorraba invectivas hacia las tres bestias negras de la extrema-derecha de la época (el sionismo, el comunismo y el capitalismo), era mirada con admiración por estos medios y si bien no se produjeron “conversiones” masivas, si es cierto que existió un apoyo real a su causa.

Estos conversos se integraron rápidamente en la vida de las mezquitas, habitualmente frecuentadas por estudiantes procedentes de países árabes, personal diplomático y élites comerciales en tránsito. Existía cierta sofisticación cultural, discusiones de buen nivel sobre aspectos doctrinales y una práctica correcta. A partir de 1995, todo esto iba a cambiar en España con la llegada masiva de inmigrantes procedentes del mundo árabe. La masificación vino pareja al cambio de ambiente en las mezquitas, ya no se trataba de élites culturales y sociales, sino de legiones de inmigrantes, frecuentemente iletrados, con una carga más supersticiosa que religiosa, habitualmente odiando a Europa y a todo lo que Europa era y representaba, no como resultado de una reflexión doctrinal, sino simplemente por rechazo social, étnico y visceral, imanes sin preparación, prácticamente analfabetos, fanatizados y que habían asumido el islam más radicalizado, visceral y supersticioso. Pues bien, ese es el clima que hoy impera en la mayoría de mezquitas de la Vieja Europa. El islam se ha convertido en vehículo del odio social y el facto de cristalización de estos núcleos de inmigrantes.

Hay que recordar a los guénoniamos islamizados que son europeos, viven en Europa y, étnicamente, son europeos; a partir de ahora van a tener que tragar muchos sapos, doctrinales en primer lugar: por que el islam que se está predicando en una mayoría de mezquitas es el islam rigorista, wahabbita, con apelaciones constantes a la guerra santa. Y aquí no estamos hablando en el terreno teórico de la “gran guerra santa”, de carácter espiritual e interiorizado, sino de las “pequeñas miserias” de una guerra de conquista contra Europa.

El “islam real” ha terminado por interferir con el “islam ideal” sólo existente hoy en la mente de los guenonianos islamizados. El drama para estas pobres gentes es que Guénon no les enseñó a definirse… pero la vida les va a obligar a hacerlo: y van a tener que demostrar, si tocan con los pies a tierra, o si son los pies los que vuelan en las etéreas nubes del idealismo más contradictorio con la realidad; van a tener que definirse o por Europa o por el Islam. Van a tener, en definitiva, que diferenciar entre “amigo” y “enemigo”. Es decir, realizar una opción política, ante la cual, las especulaciones metafísicas guénonianas no van a servir de mucho. Lo gracioso es que, a lo peor, de esa elección, depende la propia supervivencia del pensamiento guenoniano.

Qué triste es el mundo de lo contingente que no responde nunca a las especulaciones formuladas en el mundo de las ideas.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es

La Orden del Santo Graal: Identidad y restauración tradicional en la obra de Vicente Risco

La Orden del Santo Graal: Identidad y restauración tradicional en la obra de Vicente Risco 1.- Introducción
“Ningún pueblo puede crear nada valioso si no es siguiendo su propia tradición” V.Risco

Vicente Martínez- Risco y Agüero (z30.09.1884/ y30.04.1963), es otro de los centenares de autores de esa denominada “Europa herética”. Combatió al “Occidente racionalista y relativista”, buscó en las sabidurías tradicionales de Oriente, para redescubrir el legado de los Ancestros de su Tierra Galaica. Soñó una Galiza genuina, basada tanto en sus raíces espirituales como étnicas, frente a ese falso progresismo izquierdista o al esclavizante liberalismo económico. Veía proféticamente al mismo tiempo y al igual que Oswald Spengler, una Europa que cada día se sumía más en sus propias miserias.

Vicente Risco pertenece a esa Europa que resiste y persiste, que bebe de la fuente de la que manan las ideas- valores de la Tradición. Risco forma parte de esa Europa que se alimenta de sus auténticos orígenes, de sus raíces y por consiguiente vive a la Luz de la Tradición, frente a la Ignorancia y las Tinieblas, en permanente alerta y atención contra el pensamiento moderno, propio de este final de Ciclo.

Sin ningún género de dudas, este autor, es para la cultura gallega y por consiguiente, española y europea, un genio de la talla de un Ortega-Gasset (del cual fue alumno) o un Unamuno. Un autor un tanto olvidado a conciencia y hasta incluso denostado por determinados sectores ideológicos, tanto a la diestra como a la siniestra. Y en estos tiempos tan precarios espiritual, intelectual y humanamente hablando, una mente tan lúcida como la suya, que ha trabajado campos como la historia, etnografía, poesía, teatro, pintura, narrativa, política y filosofía, debería ser objeto de atención permanente por la claridad y actualidad de sus reflexiones. Para nosotros, los identitarios gallegos, Risco es un faro en medio de las densas brumas marítimas del arco atlántico de los Finisterres. Una Luz propia de nuestra tierra, que supo ver la esencia del hombre del pueblo y sus conexiones con lo divino.

Dentro de la cultura gallega no ha existido hombre tan prolífico y de una laboriosidad intelectual tan vasta, propia de un gigante. Y nos atrevemos a decir que no solamente dentro de la cultura gallega. Sin caer en ninguna exageración -en el seno de nuestra cultura europea- serían pocos los autores con obra tan intensa como amplia.

Sirva pues, este artículo como introducción general a sus obras. Veremos rasgos a vuela pluma, de su faceta más política en el seno del “Galeguismo”. Sobre su condición de principal teórico del nacionalismo gallego y como uno de los principales líderes políticos, así como sobre la influencia que tuvo dentro de dicho movimiento nacionalista y así como en su faceta literaria, existen varios estudios dedicados a esos temas en concreto para aquellas personas que quieran profundizar en su obra. Intentaremos transmitir al lector de Tierra y Pueblo, la Esencia y las Formas, tanto de carácter tradicional al mismo tiempo que identitario de este autor, para nosotros siempre respetado y altamente valorado…es más, incluso venerado.





2.-Influencia del esoterismo en la obra de Vicente Risco

Nació un 30 de septiembre de 1884 en Ourense, siendo amigo desde la infancia de otros dos grandes ilustres gallegos, Ramón Otero Pedrayo y Florentino L.Cuevillas. En 1906 se licenció en Derecho por la facultad de Santiago. A los 21-22 años ingresa como funcionario de Hacienda en la delegación orensana. Este trabajo nunca satisfizo la inquietud del joven Risco, despreciaba las barrigas acomodadas de los funcionarios. Por esos años comienza a dar rienda suelta a sus inquietudes intelectuales. Conoce a Primitivo Rodríguez Sanjurjo, joven con quien departirá “lecturas extrañas”. Otero Pedrayo, Florentino López Cuevillas y él comentaban lecturas recientes y descubrían a Nietzsche. El germen de la “Xeración Nós” estaba ya creado por estos pocos hombres. Trataremos más adelante a este grupo.

La atracción del joven Risco por formas de pensamiento diferentes de las que en la sociedad imperaban, hizo que se interesase por el esoterismo. Se acercó al estudio del budismo, del ocultismo y de filosofías orientales en general, además de las obras de Paracelso o Swedenborg. También tuvo lecturas “a la moda”, como las del pseudo esoterismo de H.P.Blavatsky. Al entrar en contacto con la Teosofía, descubre a Mario Roso de Luna, al parecer afiliándose a su iglesia teosófica . Comienza a frecuentar cenáculos orensanos, donde se reunían para meditar y fumar la pipa de kif. Son tiempos propios de una juventud inquieta e inconformista, de rebeldía, de lucha contra la vulgaridad imperante, según relataría él mismo veinte años después.

Este interés por el esoterismo, nunca cesará, siendo una constante en múltiples de sus escritos. Dentro de la vastedad de su obra, podemos rastrear sin mucha dificultad, temas propios de los aspectos interiores del mundo de la Tradición.

En 1910 comienza a colaborar como redactor en el diario “El Miño”. Estos primeros escritos de juventud son de una feroz actitud crítica frente a la sociedad burguesa, atacando al arquetipo humano del filisteo- que será una constante a lo largo de sus obras- firmando sus colaboraciones bajo los seudónimos de “Rujú Sahib” y “Polichinela”. Se siente atraído por la estética del futurismo, pero difiere de Marinetti en sus excesivas loas al materialismo. Un par de ejemplos ya bien elaborados de su interés por el movimiento Futurista son su estudio “Pequenos ensaios. Do Futurismo e máis do Karma”, (Nós, 34, Ourense 1926) y otro posterior será “Triunfo y Error de Marinetti”.

Oriente ejerció una enorme fascinación en el joven Risco, tanto que incluso aprendió a leer el alfabeto devaganari, tanto que Rabindranath Tagore fue objeto de su profundo estudio con conferencia incluida en el Ateneo madrileño allá por el año 1913. Reconocía en la India una espiritualidad aun palpable y latente, una sociedad tradicional viva. Y en estos años, como colaborador de “EL MIÑO”, publica fragmentos para dar a conocer el Mahabharata así como del sufí Hafiz.

En su ensayo- que es bandera de una generación de intelectuales gallegos-, “Nós, os inadaptados” expresa las inquietudes personales y comunes de la Xeración NÓS, creyendo firmemente en “una verdadera moral de casta, pero no de casta social, sino de casta espiritual…lo esencial era siempre para nosotros, la superioridad del espíritu”. También podemos leer lo siguiente: “Y anduvimos peregrinando por las cosmogonías y por las culturas, en demanda de lo insólito. Interrogamos los misterios de los egipcios en Jamblico, en Plutarco, en los hieroglifos, en libros modernos, como el del egiptólogo alemán Adolfo Erman, sobre la magia egipcia. Le dábamos vueltas al Buddhismo, nos ahogábamos en la teosofía, buscábamos revelaciones en el Popol Vuh de Guatemala, en el Libro de la Generación de Adán de los Nabateos, en el Kalevala de Finlandia, en Eliphas Levi y en De Mirville. Yo mismo estudié las religiones de la India, los seis Darsanas ortodoxos, los asistemas disidentes de Siddharta y de Mahavira, las filosofías malditas de los Lokayta, de los Saktistas y de los Thougs; llegué a aprender las declinaciones y conjugaciones sánscritas y a leer de corrido el alfabeto devanagari” Volveremos a hablar sobre este ensayo un poco más adelante.

Así pues, su interés por la Sabiduría Perenne, la deja bien clara en este texto así como lo demuestra en otros muchos. Tanto a Oriente como a Occidente llevó su mirada sobre los mundos antiguos, encontrando en ambas direcciones los múltiples rostros de un único Dios, del Espíritu.

“Pues lo cierto es que todos seguimos viendo el Oriente donde nace el Sol, como el lugar de la humanidad y sus culturas como los gérmenes de todas las culturas. Además, desde otro punto de vista, ese más allá el exotismo, de la lejanía extraña e ignorada, compensa imaginativamente la excesiva presión del más acá, con lo que, circulando de uno a otro, se resume todo un universo. Tal es como Risco ha podido conciliar su cristianismo sincero y militante –resueltamente católico y de un catolicismo exigente, preconciliar – con su poderosa atracción por ciertas religiones orientales como el budismo, el hinduismo y el taoísmo. En más de una ocasión, le oí decir, por cierto, que si no fuera católico, se haría budista” .” Son palabras de su hijo, confidencia íntima del espíritu tradicional que siempre empapó a Vicente Risco, con sus inquietudes budistas, su interés por el Tao y los sistemas filosófico-doctrinales de la India, etc. Y siempre sin renunciar a su peculiar catolicismo, pre-conciliar recordemos, con un cristianismo próximo a Lanza del Vasto, al parecer admiraba según relata una biografía sobre nuestro autor. Pero, ¿qué opinaría Risco de la iglesia post-conciliar a día de hoy?

3.-De la luz del Oriente a las tinieblas de Occidente. La Neosofía.

Cuando cumple 30 años, decide encaminar su vida a la enseñanza. Como habíamos dicho antes, siendo licenciado en Derecho y funcionario de Hacienda sin vocación, determina ingresar en la Escuela Superior de Magisterio en Madrid, donde recibirá clases de Ortega-Gasset. Sin duda alguna, su verdadero svadharma fue la vocación de compartir y repartir sabiduría y conocimientos. Frecuenta tertulias madrileñas, con Ramón Gómez de la Serna entre otros. Pero durante su estancia en Madrid descubrirá una pasión hasta entonces desconocida: la Etnografía, que le hará ver más allá, en el interior de su propio pueblo.

Continúa en esta época viendo en Oriente una civilización superior, con valores espirituales firmemente asentados en la Tradición, frente a un Occidente víctima del liberalismo adorador del dinero y del falso progresismo marxista que conduce al internacionalismo, al cosmopolitismo y como última consecuencia a la desintegración de los pueblos, de sus tradiciones. Es decir, de sus genuinas identidades.

A su regreso de Madrid, junto a otros espíritus inquietos, como su amigo el abogado Arturo Noguerol Buján, Primitivo R.Sanjurjo y sus íntimos R. Otero Pedrayo y F. López-Cuevillas, crean la revista literaria de carácter neosófico “LA CENTURIA” (1917). Con ese espíritu de “nueva sabiduría-neosofía”, intentan difundir ideas y estéticas propias de la Europa de entreguerras. Tagore, Chesterton, Rimbaud y el Sar Peladán (fundador de una orden católica rosacruciana, al parecer con algún tinte teósofo) serán estudiados, comentados, traducidos junto al Buddha Sakyamuni, Omar Khayyan, la literatura de las sagas escandinavas, Schopenhauer, Nietzsche… También aparecerá algún artículo de Mario Roso de Luna, de su primo Sebastián Risco, del poeta Noriega Varela. Críticas a la revolución bolchevique, divagaciones sobre “Las Mil y una noches”, lenguajes perdidos y alfabetos sagrados, horóscopos de Alfonso XIII, del Káiser Guillermo II y de Luís Amadeo de Saboya, conforman junto a otros no menos interesantes artículos los 7 números de esta curiosa revista en el panorama intelectual gallego de aquel tiempo.

Es sumamente interesante el ensayo publicado en “LA CENTURIA”, “Preludio a toda estética futura” donde podemos leer extractos como el siguiente: “El estado universal de miseria –dijo el Buddha- es la primera verdad”: Y la ignorancia de esta verdad es la causa de la miseria. Porque los hombres que ignoran esta verdad, creen que la dicha existe, la desean y la persiguen, y así van de error en error y de caída en caída, ligándose a las cosas objeto del deseo, que entrañan las tres condiciones de instabilidad, padecimiento y ficción ¿No veis por todas partes el dolor? Dolor es el nacimiento, la vejez, la enfermedad, la muerte. Dolor es la unión a lo que no se ama. Dolor es la separación de lo que se desea” He aquí una interpretación de Risco sobre la primera Verdad Noble del budismo- Dukkha. La Verdad del Sufrimiento. A las que le siguen la Causa del Sufrimiento, la Cesación del Sufrimiento y el camino de la cesación del Sufrimiento con el Óctuple Sendero. Es quizás fruto de ese temprano pesimismo, ¿de la influencia de lecturas de Schopenhauer y de Nietzsche?...Posiblemente, pero su interés por las doctrinas metafísicas de la India, como hemos leído anteriormente, ya le venían de su juventud.

“Las Tinieblas de Occidente” es un libro que Risco escribe sobre el año 1919 y que quedó olvidado en la buhardilla de su casa. Nunca fue publicado en vida, dado que dos ó tres años antes, Oswald Spengler publicaba “La Decadencia de Occidente”. Y Risco suponiendo que no sería aceptado por editor alguno, dejó el manuscrito entre montones de papeles, si bien se duda que de aquella circulase traducción alguna de Spengler.

Las analogías entre las obras de los dos pensadores- sajón y galaico- son varias. Y asimismo la influencia de Spengler en Risco es evidente, siendo para él un referente intelectual de magnitud. Por ejemplo, en obras suyas como “Orden y caos” y “Mitología cristiana”, es un autor bastante citado y con varias alusiones a sus textos. “Oswald Spengler y la actualidad”, (Misión, 31, Ourense, 1937) es un extenso artículo donde Risco muestra su enorme interés por el filósofo y matemático alemán, publicado a lo largo de 6 números en la revista Misión. Risco creía al igual que Spengler en la clasificación de los hombres en tres tipos: los hylicos, hombres vulgares; los psíquicos, hombres con talento; los pneumáticos, hombres de espíritu. Y al parecer esta idea procede del priscilianismo, según nos relata en su ensayo “Nós, os inadaptados”. Igualmente esta clasificación, tendría analogía con las tres Gunas de la cosmología hindú: Tamas, Rajas, Sattva. Y el orden cósmico se mantiene gracias a la interacción de tres tendencias de distinto signo que reciben el nombre de Gunas.

Comienza Risco la exposición de este libro, con un examen de conciencia, hablándonos del Kali-Yuga, basado como sabemos, en los ciclos de la cosmología hindú. Con la doctrina tradicional de las cuatro edades, al igual que Julius Evola, realiza un diagnóstico de la Edad de Hierro, del Lobo Fenrir como convencido europeísta, según sus propias palabras: “Nuestras sociedades están dominadas por oligarquías de mercaderes…Pero la más terrible experiencia del Kali-Yuga occidental es la que se obtiene examinando la psicología del europeo moderno, del homo urbanus típico. Se ve como las personalidades se pierden en el funcionarismo social, como se secan los corazones y se estrechan los cerebros, como se pierde la sensibilidad para las grandes ideas y las grandes pasiones. El filisteísmo, la cobardía, la falta de sinceridad y de voluntad, la mala conciencia, se han adueñado de todas las almas, y los pocos espíritus vigorosos fracasan ante la hostilidad del medio”.

Continúa con Caín y Abel, en analogía con la exposición de René Guénon sobre la distinción entre nómadas y sedentarios, para después analizar la Tradición clásica (Grecia clásica, helenismo, Pitágoras y la idea de Orden, Platón, Roma) hasta llegar a la Civilización Cristiana. Aquí justificará la buena nueva de Cristo, frente a la degeneración de los cultos paganos, si bien agrega que “El paganismo conservaba sobre la doctrina cristiana algunas ventajas positivas: una autoridad tradicional perfectamente apoyada; un sistema regular de iniciación que aseguraba la salvación sin renunciamiento…El cristianismo llevaba en sí elementos de inferioridad: buscaba la masa, era exclusivista y excluyente, era pesimista; pero también llevaba el germen de una transmutación completa”

Siguiendo cronológicamente a la Antigüedad, llega la Edad Media, viendo en los pueblos del Norte una regeneración a través de la barbarie con dos elementos muy diferentes: germanos y celtas. En el elemento germánico ve la vitalidad, la barbarie y el esfuerzo, la adscripción del hombre a la tierra y el feudalismo. En el elemento céltico verá una contribución mucho más profunda: el espíritu caballeresco, la ascesis en la que se unen santidad y heroísmo por el triunfo de la luz, condensado todo ello en la iniciática búsqueda del Graal. Prosigue el libro con la lucha de Europa contra el Islam, para llegar al Renacimiento y al Humanismo. Atacará al protestantismo (Pietismo) y a la estupidez jesuítica, para continuar con la Ilustración y la revolución francesa. Analiza el falso mito del progreso de la mano de Nietzsche, así como el nuevo tipo humano de carácter servil, plebeyo, “tchandâla”, que lleva a la superproducción, al colonialismo, al maquinismo. “Vivimos para la industria, en vez de ser la industria una auxiliar de la vida. Sólo se diferencia de una letrina en que a ésta se arroja lo inútil, y al sumidero de la industria arrojamos lo que debiéramos emplear en empresas más nobles”

Este ensayo, escrito como decíamos antes en la segunda década del pasado siglo XX, a la edad de 33 años, es de una visión profética apabullante que no merece caer en el olvido. Las tinieblas, las espesas brumas, las oscuridades son cada vez tan densas, que la progresión aritmética del Kali-Yuga es vertiginosamente superior a lo que cualquiera de nosotros pueda calcular ni imaginar.


4.-“NÓS, os inadaptados”: una elite para una tierra. El compromiso político

En este breve pero intenso ensayo, del cual ya hemos hablado anteriormente, Risco describe las inquietudes de una generación. Nós, (nosotros) son al inicio un grupo de amigos que con labor de titanes, emprenden una de las mayores empresas de carácter cultural. De simple grupo de viejos amigos, pasan a convertirse en un auténtico motor de investigación y difusión de la cultura gallega. Así pues campos como la historia son ampliados a partir de los estudios realizados principalmente por M. Murguía, B. Vicetto. La etnografía es objeto de minucioso estudio como parte de la sabiduría y arte popular; la incipiente arqueología con el redescubrimiento de la cultura céltica castrexa; traducciones del “Ulysses” de J.Joyce; profundización en la filosofía galaico-portuguesa y su exponente como el “Saudosismo” son objeto de análisis en conjunto con intelectuales del norte de Portugal. Entendemos por Saudade un sentimiento especial: la vivencia espontánea de la pura intimidad del ser humano, vivencia profunda, oscura y pasiva porque se produce con independencia y con anterioridad a la actividad del intelecto y de la voluntad. Es una vivencia característica y típica del mundo galaico-portugués.

Así pues en este ensayo “Nós, os inadaptados” se explican las causas y los motivos de su desapego hacia el mundo de los filisteos, de las barrigas acomodadas que ellos tanto denostaban. También nos cita los gustos y preferencias literarias: Carlyle, Edgar A. Poe, Baudelaire, D´Annunzio, Ibsen, Nietzsche, Novalis, Ruysbroeck, Omar Khayyan, R. Tagore, A. Ganivet, J. Maragall, Rubén Darío, A.Lopes Vieira, Eça de Queiroz, Teixeira de Pascoaes, etc. Y del paso de la actitud contemplativa a la actividad político-cultural nos da cuenta narrándonos el viaje interior que esta generación realiza en busca de sus orígenes e identidad en tiempos de decadencia.

Risco realizó un viaje a Monforte de Lemos a finales de 1917, por cumplimentar al catalanista Francesc Cambó, líder de la Lliga Regionalista, que iba de camino hacia A Coruña a realizar actos propagandísticos a favor del regionalismo. Se desplaza en conjunto con Lousada Diégues, Otero Pedrayo, y Arturo Noguerol. Y será de la mano de Antón Lousada Diégues - miembro de las “Irmandades da Fala” desde su creación- que entre a formar parte del movimiento cultural del Galleguismo y político del nacionalismo gallego en el Partido Galeguista.

De la revista Nós, creada por el núcleo de la Xeración Nós- que sería objeto de análisis en otro artículo-diremos brevemente, que fue el gran motor de recuperación identitario en todos los sentidos, una auténtica elite intelectual necesaria para el resurgir de Galiza, con orgullo al estilo “völkish” como gustaba a Risco: tanto en el ámbito de la espiritualidad como de la lengua, en la etnografía o en la historia, en el arte y la filosofía, así como en literatura, etc. Junto con la revista de contenido más político, A Nosa Terra (procedente de las Irmandades da Fala) articularon los medios para el mantenimiento de la lucha cultural y política, incluyendo en este tandem la creación del Seminario de Estudos Galegos. Y será durante estos años que a través de estas publicaciones leamos textos de enorme valor político de Risco. Serán años desde 1917 hasta la guerra civil de 1936 que podremos leer los más importantes “Teoría do nazonalismo galego” (1920), “El problema político de Galiza” (1930), “Nazonalismo Galego” (1934), “Ideas que defende e fins do Partido Galeguista” (1935).

Son años en que escribe su famosa novela “O Porco de Pé” (1928) El cerdo de pie, donde el protagonista es el tipo humano por él denostado, el típico ser inculto que medra a costa de la política, como un cerdo filisteo que logra ser alcalde. Es ésta novela un clásico de la literatura gallega, admirada por su incisiva crítica social y con unas grandes dosis de humor típico gallego, lleno de gran ironía y retranca. Igualmente en este libro de humor, deja lugar para emitir sus opiniones sobre una acertadísima crítica sobre “la religión del dinero”: “El culto es diario y constante: se celebra en todas las casas y en todos los instantes. Pero sus templos son las Bolsas, y las fiestas son las exposiciones, las Ferias y los Mercados. En este culto todos son devotos…hay místicos, que son los avariciosos, hay fanáticos que son los ladrones, hay herejes que son los socialistas. Porque esta religión tuvo también su Lutero, que fue Carlos Marx. El socialismo es la Reforma de la religión del Dinero”. También deja nuestro autor lugar para mostrarnos como protagonista de esta novela a otro tipo humano por él admirado: el hombre de espíritu, -pneumático-, que es el Dr. Alveiros, interesado tanto en Luís de Camões como en el Kybalión y en Egipto, así como en la Doctrina del Despertar del Buddha y en clásicos budistas como el Jataka (cuentos budistas sobre las encarnaciones del Tathagatta), Y tampoco se olvidará Risco de hablarnos por medio de este enigmático Dr. Alveiros de las cuatro Nobles verdades: “el estado universal de miseria es la primera verdad, el camino de salvación es la segunda verdad, la tentación y seducción que se encuentran en él es la tercera verdad, y la forma de vencerlas es la cuarta” .

Este co-protagonista de la anterior novela citada, será protagonista principal en una novela menor y también influenciada con fuertes tintes esotéricos. Nos habla de la doctrina del Ká, así como del Libro de los Muertos egipcio en su novela “Do caso que lle aconteceu ao Dr. Alveiros” (Del caso que le sucedió al Dr. Alveiros). Y en otra novela corta “A trabe d´ouro e a trabe de alcatrán”, (1925) recreará la vieja leyenda gallega análoga a la irlandesa de los calderos de oro, veremos por sus páginas a druidas antiguos y tesoros escondidos por los mouros, en el interior de las montañas, que habitan bajo dólmenes o debajo de los castros de los antiguos celtas galaicos.

Cuando Risco tiene 46 años, realiza un viaje desde Galiza a Alemania, con destino a la Universidad de Berlín para ampliar durante 4 meses sus conocimientos en etnografía. De esa experiencia, que le marcará profundamente, escribe “Mitteleuropa” (1930). En este ameno libro de viaje y ensayo al mismo tiempo, vemos como sus posiciones ideológicas se radicalizan. Como curiosidad diremos que en su epistolario privado con su amigo Fco. Fernández del Riego, se quejaba de ser censurado por el editor de la revista NÓS (siendo él el director) por sus comentarios antimarxistas así como antisemitas y proclives al nacionalsocialismo. “Mitteleuropa” comienza con profundas reflexiones sobre su amada tierra galaica y las afinidades con Portugal, su admiración por el pueblo vasco, hasta llegar a la frontera alemana y de ahí hasta el Berlín de 1930. Nos describirá e ilustrará con sus dibujos sobre los museos berlineses, así como de la vida en la capital del nuevo Reich. En el capítulo dedicado a las ideas de Berlín, nos hablará de sus denostadas ideas sobre el cosmopolitismo, internacionalismo, marxismo, la “sexualfrage” y Sigmund Freud, mientras que verá con buenos ojos como decíamos antes, el ascenso de la weltanschauung nacionalsocialista, comprendiendo el antisemitismo de entonces así como el fuerte nacionalismo alemán imperante. Continuará hablándonos sobre la “Procura de Deus” (La búsqueda de Dios), donde nos narra su visita a la Buddhistiches Haus, (Casa Budista) y donde se sentirá muy a gusto. Nos hablará de nuevo sobre Rudolf Steiner, del cual nos dirá que “la doctrina antroposófica es un edificio de fantasía que contiene piezas de realidad” . Risco siente interés y atracción por las Eddas y el futhark, bases de la Ariosofía, de la cual nos dice que es una especie de teosofía nacionalista.

En el ámbito etnográfico su producción es vastísima, siendo de destacar el volumen realizado en conjunto por intelectuales gallegos “Terra de Melide” (1933), comarca del “centro” de Galiza. Y de este período no podríamos olvidarnos de una biografía realizada por Risco sobre la figura de un precursor del Galleguismo, del historiador y marido de la poetisa romántica Rosalía de Castro, “Manuel Murguía” (1933).

Risco creía que a partir del antiguo druidismo, de la literatura de las Eddas, del Kalevala finlandés, de Pitágoras y Platón, de los neoplatónicos como Plotino, de ese antiguo paganismo procedía la auténtica tradición esotérica de Europa. Posteriores disciplinas esotéricas en Occidente, siempre le interesaron y esto le lleva a investigar igualmente sobre el creador de la Antroposofía en su extenso artículo “O teósofo alemán Rudolf Steiner”. Aquí nos dará su visión y mostrará su interés por autores de la tradición hermética, por la orden creada por Christian Rosenkreuz, por la magia de Eliphas Levi o Papus, así como de esos sucedáneos pseudo esotéricos que salieron a partir de la truculenta historia de la Sociedad teosófica, con Blavastsky, Bessant, Sinnet, Krishnamurti y Steiner incluido, al cual considera el más aceptable, si bien dice “…todavía podría ser que este trabajo mío sirviese para encaminar a los inquéritos de los que en Galiza picaron en ese cebo de la teosofía y del ocultismo, para enseñarles los errados viáticos por los que andan metidos, sobre todo si consiguiese atraer la atención de ellos cara cierta actitud especial de R.Steiner en estos asuntos, sin embargo las obras del teósofo alemán no sean tampoco en todos los puntos igualmente dignas de ser recomendadas” . La iniciación de Steiner por parte de un maestro “oculto”, el templo levantado en Dornach (Suiza), la aceptación gnóstica de Cristo frente a otros teosofistas, la influencia de Goethe en Steiner, la “metodología” empleada como camino al conocimiento superior, son analizados por un Risco ya decepcionado de estos movimientos pseudo-esotéricos.

Estas 2 décadas de los años 20 y 30 como podemos leer en sus biografías, son tiempos de gran actividad político-cultural así como de elaboración de artículos ideológicos y etnográficos, ensayos y novelas en lengua gallega. Toda esta actividad identitaria se verá truncada con el estallido de la Guerra Civil. Y como militante y jerarca del movimiento galleguista será vigilado de cerca, siendo represaliados y asesinados íntimos suyos. Pero aún siendo católico y antimarxista, para los nacionales será un elemento hostil, mientras que para el ala izquierdista del movimiento galleguista será una especie de traidor. Lo cierto es que fue un incomprendido, quedó atrapado entre dos concepciones antagónicas siendo su weltanschauung una tercera vía.

5.- La Tradición Perenne y los Mitos a la luz de sus escritos

Tanto en su obra pictórica como en su obra escrita, el interés de Risco por el mundo de la Tradición, como venimos diciendo a lo largo de este artículo, es evidente. Dentro de sus curiosos dibujos, prestó especial atención a la India y a sus doctrinas espirituales: Esculturas clásicas budistas, tankas tibetanos con lamas, brahmanes orando, caligrafía sánscrita, simbolismo alquímico y hermético (vitriol, atanor, etc.), miniaturas persas de período islámico, etc. Y por supuesto una cantidad considerable de dibujos propios de un enamorado de la etnografía, de la arquitectura popular, de la historia de Galiza.

En 1943 escribe un estudio titulado “El fin del mundo en la tradición popular gallega” y un año más tarde saldrá publicado su primer libro después de la guerra civil. Liquidada toda actividad galleguista, se dedicará a partir de ahora a realizar sus trabajos de forma individual. Y por imperativos legales, la lengua gallega dejará de utilizarla debido a la obligatoriedad e imposición del uso del castellano por el régimen franquista.

Existe una obra de Risco, que digamos –curiosamente- solo existen 2 ó 3 ediciones y que nunca más ha sido reeditada, ni siquiera con motivo de la publicación de su obra completa. Es la “Historia de los Judíos” (1944-45), que a lo largo de unas 550 páginas y dividido en 7 capítulos, nos relatará desde la destrucción del Templo, hasta el Sionismo propio de su época. Igualmente se dedicará a ilustrarnos sobre la Diáspora y como consecuencia de su establecimiento en el mundo antiguo,- greco-romano, persa, mesopotámico-, de la literatura medieval con su Talmud y la Qabbalah, de los judíos en la Cristiandad y bajo el Islam, así como de la Haskala-reforma religiosa, del antisemitismo antiguo y moderno, de los Protocolos de los sabios de Sión. Nos encontramos ante un texto tan ecuánime, que para los propios judíos podría ser calificado de antisemita y viceversa.
Para nuestro autor, por ejemplo, hablando del filón central de la mística hebrea, la Cábala, nos dice lo siguiente: “La Qabbalah, como creación específica, es fiel retrato del alma judía, hasta en lo que ésta tiene de enigmático, hasta en esa duplicidad incomprensible que hace de los hebreos –lo mejor y lo peor del mundo-.”

Desde un enfoque etnográfico, Risco ya había tratado el tema del demonio en su artículo “O demo na tradición popular galega” (Nós, Ourense, 15-6, 1926). “Satanás, Historia del Diablo”, aparece en 1947 y la publicación de este libro, según una de sus biografías, “iría acompañada de una serie de sucesos desgraciados que inquietarían a Risco, convencido de que no se podía descartar una intervención del demonio en su vida: el editor y la edición desaparecen prácticamente sin dejar rastro, él mismo tiene problemas de salud y las cosas del trabajo le empiezan a ir mal. Algunos periódicos en los que colaboraba se ven obligados a cerrar por cuestiones económicas (entre ellos Misión) y otros como Pueblo prescinden de sus servicios” Al parecer la primera vez que se imprime el libro, esa edición misteriosamente se quema y por segunda vez es cuando desparece el editor con la edición.

En este libro dedicado al estudio de Satanás, encontramos a un Risco fervientemente católico, denunciando las estrategias de las fuerzas del Mal a lo largo de la Historia: “Al diablo, a veces lo niegan los hombres, pero lo afirman los pueblos. El que no cree en él, le pertenece” Nos hablará de la corona de Lucifer, del fruto prohibido, del poder de los demonios (la maldición del dinero, sexo degenerado e inversión del sexo, etc.), del Libro de San Cipriano, de la magia natural y ceremonial a través de la historia (Egipto, antigua Persia, Babilonia, etc.). También emite algunas disertaciones bastante desacertadas sobre el Amor Cortés trovadoresco en el capítulo La tentación en los Legos y su apoyo a la causa güelfa frente a la gibelina. Otros temas a tratar en este tratado de demonología son la magia negra, los aquelarres, la condenación a Lutero, al capitalismo y al comunismo, así como a la Diosa Razón. Igualmente aparecen el Baphomet templario y la Orden del Temple, las tentativas de la masonería por hacerse sucesores de estos últimos, ceremonias espiritistas, crítica abierta a la Teosofía de la Blavatsky y su discípulo Krishnamurti, alusiones al conocido “El Diablo” de Papini. Entre sus múltiples críticas al Teosofismo nos dice: “Es un invento fantástico, no se sabe si diabólico o pánfilo, para poner de acuerdo todas las cosas” Y ciertamente sabemos que así es el Teosofismo y muchos de sus múltiples sucedáneos: una mezcolanza de hinduismo, budismo, masonería y cristianismo. Agiten y remuevan para obtener un cóctel espiritual que hace de él una golosina, propio de mentes despistadas y charlas de salón de té aburguesado.

Risco asumía humildemente el magisterio de la Iglesia católica, si bien este libro dedicado a desentrañar los aspectos negativos de la modernidad, haciendo responsable de ello a las tretas del demonio, tuvo que pasar por una severa censura de las autoridades eclesiásticas.

Desencantado, regresa Risco de su estancia madrileña, estableciéndose de nuevo en Ourense. Se había trasladado en 1945 a Madrid con un doble objetivo: reemprender su carrera científica en el ámbito de la etnografía, así como acompañar a su único hijo varón en sus estudios. Comienza a escribir su primera gran novela en castellano, “La Puerta de Paja”, 1953. Esta novela será finalista del premio Nadal y supondrá su espaldarazo de novelista en lengua castellana, pero que por la represión franquista nunca se le reconocerán sus méritos. “La Puertas de Paja” es de agradable lectura, está ambientada en la Edad Media, teniendo como protagonistas al obispo Baldonio y su corte de físicos, médicos, magos, en la imaginaria ciudad de Nerbia. Dicho obispo, es excomulgado por tres Papas seguidos, por herético y tener una vida licenciosa, así como por dedicarse a las artes de la nigromancia. También el obispo Baldonio está interesado en la Tradición Hermética, en el Kybalión. Así habla el protagonista en esta novela: “La naturaleza en su totalidad ha de ser comprendida, no en lo que llamamos su realidad externa, sino en su idea. Si elevándonos por encima de lo sensible, conseguimos posesionarnos de la idea, hallaremos la evidencia de la armonía universal que rige, se refleja y se realiza en todas las cosas y en cada una de ellas, y a la luz de esta idea sublime, si después descendemos de lo universal a lo particular, la hallaremos realizada en infinidad de formas diferentes; entonces nos habremos apoderado del verdadero secreto de la naturaleza, que se encuentra en la Tabla de Esmeralda y comprenderemos que lo de arriba es como lo de abajo y lo de abajo como lo de arriba”

A esta novela, le seguirán otras en castellano como “La tiara de Saitaphernes”, famosa pieza de orfebrería regalada por las colonias griegas de Crimea al rey escita Saitaphernes, así como de los misteriosos avatares que acontecen hasta aparecer el tesoro en Galicia. De nuevo el Sar Peladán aparecerá citado en esta novela, así como una referencia al Parsifal de Wagner, por parte de su protagonista, un abogado llamado Carlos Armesto, que conoce a una extraña rusa, Sofía Alexievna. Le seguirán otras novelas (de menor interés para la temática de este artículo) como “Gamalandalfa” y “La verdadera historia del niño de dos cabezas de Promonta”.

“La Historia de Oriente contada con sencillez”, sale de la imprenta en 1955. Es un didáctico libro en el cual Risco, escribe sobre un tema que conoce ampliamente y que siempre ha sido de su gusto… Oriente. Religiones, Tradición, iniciados, profetas, dioses, textos sagrados, épica…son temas centrales de su visión de la historia sobre ese mundo enigmático que desde joven le ha fascinado, pues en Oriente para él comienza la historia de la humanidad, con los Diez patriarcas antediluvianos. Comienza en el mundo sumerio y ya en el babilónico, con los hijos de Jafet, nos retrotrae a los orígenes de la raza indoeuropea: “…en época antiquísima (se refiere la cita después del Diluvio) aparecen en Asia los descendientes de Jafet, los aryas o indoeuropeos, nómadas, pastores y guerreros como los primitivos descendientes de Sem. Sus atributos son la vaca, el caballo y el hierro” El primer imperio persa, la doctrina de Zoroastro, Egipto, Alejandro Magno y romanos en Asia, la aparición del Cristianismo y el Gnosticismo, la India de la épica arya del Mahabaratta y del Ramayana, Vedas y comentarios al Bhagavad-Gita, el Príncipe Siddharta y la explicación de las Cuatro Nobles verdades, la expansión del budismo en Asia hasta la aparición del Islam, son a grandes rasgos la primera mitad de la obra. Con respecto al Islam, Risco tiene una doble visión. Por un lado elogia a la religión musulmana en un poema en castellano, titulado Islam, por otro le inquieta su expansionismo y es severamente tratado. Incluso llega a emitir la siguiente opinión en torno al profeta Mahoma: “Entre los cristianos fue tenido durante siglos Mahoma por un impostor; más tarde los racionalistas lo tuvieron por alucinado. No se tuvo en cuenta, hasta muy recientemente que pudo ser las dos cosas a la vez…Se muestra humano, compasivo y devoto, e incluso recto, aunque con idea exagerada de sí mismo”

Continúa la obra analizando la cultura y expansión islámica. Sigue por el Asia amarilla, empezando por los orígenes míticos y celestiales de los emperadores chinos (Fo-Hi), hablándonos del Tao y Lao-Tsé, del confucionismo y la expansión budista, de Marco Polo, del Imperio del Gran Mogol, del Imperio portugués en Asia, del Japón sintoísta, de los samuráis y los Ronin, de escuelas Zen, hasta llegar a épocas más recientes como el Imperio Otomano. La India moderna y su dominación inglesa, Indochina e Insulindia igualmente aparecen en esta historia, así como las influencias occidentales en Oriente y sin olvidarse del papel del Cristianismo. Nombra a Herman Kayserling, a René Guénon y a Tagore como referentes para comprender Oriente. Y acaba el libro con las dos guerras mundiales, con el despertar de Asia, con interesantes referencias a Kemal Atatturk, a Bal Gangadhar Tilak, al barón Ungern Von Sternberg, al Mahatma Gandhi y a Chandra Bosse.

Concluyendo. A semejanza de la escolástica de Guénon, Risco pensó que: “Al lado de los orientales, nosotros parecemos inconstantes y veleidosos, eternamente descontentos, en perpetuo cambio y agitación, y lo somos en efecto. Nuestra característica es la inestabilidad. Las sociedades asiáticas están fundadas en la tradición. Tradición y cultura son allí la misma cosa. La tradición abarca las doctrinas, las instituciones, los conocimientos de toda clase y costumbres. Todos los aspectos de la civilización presentan en los países orientales una coherencia entre sí, tal como no ha existido en Europa más que en la Edad Media”


6.- El Graal y su demanda

Una obra de gran envergadura pretendía ser “Mitología Cristiana” (1963), pero no pudo ser de la extensión que hubiese gustado al autor, debido a que en esa época su estado de salud era bien delicado. Aún así, Risco nos adentra en los grandes mitos que conforman el cristianismo en Europa, “la mitología cristiana es el drama del hombre hecho historia. Es la mitología del mundo exterior, del Microcosmos, la vida agitada y trágica del alma dentro de sí misma, desgarrada por la tensión violenta de fuerzas opuestas, más agudas y crueles que las que trabajan en el Macrocosmos” . Y comienza la obra con el ciclo épico, siguiéndole el ciclo trágico.

El ciclo épico, es inaugurado por el tema de Urwald- el bosque primigenio- donde nacen los héroes como Sigfrido, Parsifal, Buddha. Es el bosque de Broceliande, donde todavía viven en el mundo feérico, seres de las mitologías paganas céltica y germana que él tanto amaba. “Hay una palabra que resume todo este mundo fantástico de los pueblos del Norte. Basta pronunciarla con los ojos cerrados para ver, con la mirada interior, todos esos encantamientos y esas razas de espíritus invisibles, con su dulce poesía de novela de caballeros o de cuento infantil, con su fresco colorido de gótico tapiz, para escuchar historias de ensueño con música de juglares, con notas de viola y de zanfona, como las que tocan los ángeles en las catedrales. Esta palabra es Broceliande”.

Así como existe un mundo feérico, existe un mundo de la magia y ese es el mundo del Venusberg, de Venus como eterna seductora de los héroes en los poemas heroicos. Así como los genios célticos y germanos fueron confinados en el bosque, Venus fue confinada en el interior de la montaña. “Una caverna de la montaña es la residencia de Venus…La gran diosa primitiva ha vuelto a refugiarse en el que fue su primer templo; ya conocemos su simbolismo: la caverna de los misterios, el útero de la Gran Madre, la entraña prolífica de la Madre Tierra, a donde desciende el iniciado para volver a nacer, la puerta del mundo de Omoroca, del mundo primitivo anterior al hombre, donde reinó la noche de los tiempos…”

Continúa el ciclo épico con el Graal. Es quizás el principal símbolo, el mayor misterio que atrapa y encandila a Risco, dedicándole algunos estudios: Tenemos por ejemplo “A leenda do Graal”, (Nós, 139-144, Ourense, año 1935); otro en clave wagneriana “De Sigfrido a Parsifal”, (Misión, 55, Pamplona, IX: año 1939) y “El misterio del Santo Grial”, (Misión, 128, Madrid, año 1942). Sin embargo no será hasta 1963, cuando escribe “Mitología Cristiana”, donde en los capítulos dedicados a “La Demanda del Santo Graal” y “Alrededor del Misterio” profundice y exprese su máxima admiración por el símbolo primordial de la caballería celeste medieval. Sabemos que la búsqueda del Graal es el camino iniciático en busca del centro del Ser, símbolo del corazón y receptáculo de la inmortalidad, semejante a la piedra filosofal de los alquimistas, de la mente diamantina de los budistas. Por ello Risco, con sapiencial intuición nos dice que “Ningún misterio se descifra, y por ello, es fuente perenne de luz y de poder. Su sentido es, al mismo tiempo, patente y arcano, evidente para la conciencia interior y se realiza por sí mismo. En esto consiste su virtud. El acto por el cual se pone en acción la virtud del misterio es el rito” No se queda Risco en su estudio sólo en un sentido meramente religioso y devocional. Sabe que el Graal y su búsqueda es un auténtico camino iniciático, de conquista de la naturaleza interna y objeto de meditación permanente, siendo el Santo Vaso como núcleo metafísico de la individualidad. Así pues nos dice que “El acceso a Montsalvat significa la participación en ese tesoro secreto, el ponerse en contacto con los planos superiores de existencia, la superación de las condiciones ordinarias de la vida interior. Por lo tanto, la Demanda del Santo Graal es el modelo de toda aventura trascendente y ninguna otra puede aventajarla… Es también en cada uno de nosotros, el corazón de la personalidad, como la Caballería es el espíritu infundido en la Sangre”

Para Risco, hay 7 doctores del Graal: el sabio druida Merlín, el moro Flegetanis, el armenio Kyot, Chrétien de Troyes, Wolfram Von Eschenbach, Ana Catalina Emmerich y por último Richard Wagner. De cada uno de ellos nos hablará sobre los conocimientos que cada uno poseía sobre el Graal. Del maestro de Bayreuth, del cual en varios escritos se considera devoto suyo junto con R. Strauss, nos dice: “Wagner procedió muchas veces sin darse cuenta inmediata del sentido de su obra, es decir, según verdadera inspiración, como si alguien se lo soplase”

La migración de Occidente a Oriente con el posible traslado del Graal al reino del Preste Juan, la hipótesis de un Graal pagano siendo la piedra verde de la corona del ángel caído, con versión parsi incluida, la Orden del Temple, las interpretaciones curiosas de Mario Roso de Luna, hasta llegar al Graal de Valencia y por supuesto el del Monte Cebreiro, son los senderos que nos ilustra sobre el Graal. Y no se olvida de desautorizar a Otto Rahn, puesto que no cree en los cátaros como depositarios del Graal: “…Otto Rahn trató de levantar un Graal herético en Montségur, en los Pirineos. Según él, hubo allí hasta el siglo VI un santuario de la diosa lunar Belisema, servido por druidas celtíberos. Más adelante, los cátharos de Provenza predicaban juntamente las doctrinas de Zoroastro, de Buda y de Cristo y adoraban una piedra cuyo templo se alzaba en Montségur. Aquella piedra era el Graal y aquel templo Montsalvat. Esta quimera despertó entusiasmo en algunas localidades de Provenza…”

El Graal con su Demanda y Misterio cierra el ciclo épico, abriéndose el trágico. Y la apertura corresponde a Hamlet, como ángel de la duda, la duda como lo más humano de lo humano. Sigue con Don Juan como prefigura del superhombre, Don Quijote como caballero de la nostalgia, el Rey Don Sebastián de Portugal como arquetipo artúrico y último paladín de la Caballería Celeste, con el Fausto de Goethe visto como un mito étnico, Pierrot como un “fin de cultura” y por último el Arlequín, con sus relaciones simbólicas con el tarot, donde hermetismo y alquimia se entrelazan aderezadas con interpretaciones de Jung.

Del último libro que vamos a tratar en este apartado, tenemos constancia que se publica en 1968. Se trata de “Orden y Caos”. Imaginamos que es obra póstuma, puesto que don Vicente fallece a la edad de 79 años, un 30 de Abril de 1963. Como anécdota diremos que estando a las puertas de la muerte, un cura se acercó a casa de don Vicente para darle la extremaunción. Al salir el párroco de la habitación, le dijo éste a su hijo: “Veo que este hombre está religiosamente muy deformado” Lógicamente, escribiendo lo que escribía y pensaba, no era un católico convencional. Era sin duda un hombre que buscaba la Verdad, la Gnosis.

“Orden y Caos” es un magistral tratado sobre el mundo del Mhytos, a la altura de cualquier escrito de Mircea Elíade. Sus referentes de nuevo son René Guénon, Schelling, Keyserling, Hermann Wirth, C.G.Jung, E. D´Ors, entre otros. Sabe Risco que “El mito es el ensueño de las estirpes…El recuerdo va en la sangre, en la sangre van los arquetipos míticos, las ideas, los sentimientos, las experiencias, los deseos fundamentales, hechos forma viviente, como en el ensueño. La gente sabe muy bien, sin darse entera cuenta, lo que es llevar las cosas en la masa de la sangre; los sabios sólo ahora comienzan a sospecharlo. El mito nos enseña, pues la significación de la vida, su sentido, no su realidad, pero sí su verdad profunda” Y con relación a la simbólica de los mitos, nos dice que ha de interpretarse por intuición, “esto es, por el camino más próximo a aquel por el cual se ha formado”.

Antiguos mitos como Belo y Amoroca, Marduk y Mummu-Tiamât, Apolo y Dionisos, Orfeo y su Música, la Atlántida y Platón, la Torre de Babel, el Pez Oannes y el avatar de Vishnú como Matsyavatara, el Minotauro, los Hiperbóreos, la isla de Avalon, la isla de San Brandán, la fabulosa Antilia, los mouros guardianes de Tesoros de la Tierra Hueca…También se tratan conceptos como el de Dharma en relación con el Orden cósmico, las ciudades asolagadas de A Limia e Ys por caer en el caos, el mestizaje como regreso al Caos, descripciones de la geografía sagrada de Galiza, religión revelada frente a Paganismo, estados múltiples del Ser según los Vedas… son algunos de los temas principales de este maravilloso texto. Y es de destacar su interés por la Atlántida, pues Risco se consideraba un hijo de la civilización atlántica, del mundo de los finisterres célticos, frente a la civilización mediterránea. Ese “atlantismo”, diferente a lo que a día de hoy se entiende “geopolíticamente” hablando, es un factor fundamental de su tierra, Galiza, así como de su hermana del Norte, Irlanda y de su hermana del Sur, Portugal, tierras hacia las cuales siempre miró y supo ver enormes conexiones y paralelismos de irlandeses y portugueses con respecto a los gallegos.. Otros artículos donde desarrolla el tema de la Atlántida son: “Galicia y la civilización atlántica” (El Noroeste, 1909), “A Atlántida”, (A Nosa Terra nº 101, 1919)

El saber es recordar, y por ello recurrimos a los mitos, para no olvidar, para no perder la Memoria. El olvido es el caos, es la pérdida de nuestra conciencia, del profundo sentido del viaje a Itaca que todos realizamos y de la tierra legendaria a la que viajan solamente los héroes e iniciados: “Mientras el hombre se deja conducir desde arriba, es muy fácil permanecer en la verdad, más cuando quiebra su relación con lo divino queda reducido a sus propias fuerzas y éstas son incapaces de alcanzar por sí solas las últimas verdades, en su forma definida y concreta. Hay además, una cosa terrible: el espíritu humano es principalmente, memoria; por la memoria conserva el hombre su identidad, puede conocerse a sí mismo, es quien es, es un alma en un cuerpo, una persona. Pero he aquí que posee también la más peligrosa de las propiedades que es el olvido. Sin duda el olvido es necesario, es una capacidad de selección; pero también puede ser un castigo. Sin duda, la confusión de lenguas, se operó por medio del olvido. Por el olvido pierde el hombre la verdad –el olvido es siempre pérdida- y pierde a Dios”

Y hasta aquí hemos hecho un repaso muy condensado de la obra de nuestro maestro, mayormente en su perspectiva tradicional que política. A continuación veremos una síntesis de la weltanschauung risquiana donde la esencia de la Tradición, Tierra e Identidad se funden bajo la forma de una Orden.

7.-Identidad y Restauración Tradicional: A Orde do Sancto Graal.

Sobre el más que curioso texto de Risco, “Doutrina e ritual da Moi Nobre Orde Galega do Sancto Graal”, no podemos decir con rigor el año que escribe el manuscrito. Quizás a finales de los años 20, principios de los 30 pero no se publica hasta 1979. El texto consta de dos partes diferenciadas: La doctrina y el ritual.

Es un texto elaborado con dibujos y diseños muy específicos. Son símbolos como el estandarte de la Orden, Copa del Graal, Espada rota, dragón atravesado por espada, calavera e incluso plano del templo de la Orden, pudiendo dar a entender que deja así una sugerencia muy concreta. Una idea más que interesante y profunda para aquellas personas que creemos en la Tradición. Y la máxima que acompaña a los dibujos es: Hoc hic misteryum fidei firmiter profitemur, divisa del antiguo reino de Galicia, merced al antiguo privilegio de la catedral de Lugo de la exposición permanente de la sagrada forma. Buscando su significado interior, “Aquí confesamos con fuerza este misterio de fe”, podría bien tener un significado más profundo e implícito al puramente exotérico. El conjunto de dibujos simbólicos que nos lega son señales que nos invitan a descubrir esta máxima. Risco nos acerca con su pluma al misterio del Grial, al trabajo de una Orden que debe poner fin al caos en la tierra que él ama y siente. Para ello, elabora una causa; una Doctrina y su operatividad, el Ritual. Nos presenta quizás, un trabajo esotérico, propio de almas valientes que quieran oír y osar.

En este texto podemos intuir como Risco -sabiendo cual es el proceso de regeneración del individuo, dado todos sus estudios y trabajos –plantea la creación de una Orden para restaurar el espíritu céltico-cristiano de sus ancestros. Y para ello –pensamos- busca la legitimidad y las influencias iniciáticas o espirituales que residiesen todavía, para esta nueva orden de 12 caballeros en antiguas órdenes de Caballería, como la de Santiago, la del Santo Cristo portuguesa (reducto de templarios), de Montesa, del Santo Sepulcro y de S. Juan de Jerusalem. Y el lugar elegido para la constitución de dicha Orden es la simbólica montaña del Cebreiro, lugar donde se encuentra uno de los griales en nuestra península. O Cebreiro, montaña simbólica desde la cual vislumbra ya el peregrino la cercanía y la meta del Camino iniciático de Santiago. O Cebreiro, montaña simbólica y centro de peregrinación en la antigüedad, dedicado al culto al dios Lug. O Cebreiro, lugar donde se produce un milagro, allá por nuestra rica Edad Media. Milagro donde el pan se convierte en carne y el vino en sangre, según nos cuenta la leyenda tradicional. Recoge Risco esta leyenda tradicional, así como poco tiempo antes lo hace el “poeta da raza” -Ramón Cabanillas- en su célebre poema-saga “Na Noite Estrelecida” (1926).

La doctrina es una visión mítica de la historia antigua de Galiza: Alusiones al rey Breogham y a sus hijos Ith y Aimerguin, así como la conquista de Irlanda procedentes del medieval Leabhar Ghabhala. La espada del rey Arturo y el río del olvido, el Apóstol Santiago y el combate contra los moros, así como la explicación del simbolismo de la Copa del Santo Graal. Es de destacar la influencia del Parsifal de Wagner en esta interpretación doctrinal. Y todo ello escrito en un gallego arcaizante, aderezado de alusiones al despertar del espíritu de la tierra y del pueblo gallego para sacudirse yugos extranjeros.

El ritual es descrito minuciosamente: comienza con la descripción del Templo de la Orden, “La Orden tiene más que un solo un Templo, que es el de Montsalvat; todos los otros templos son solamente imitación y representación de aquel Templo único” . Sigue con la predisposición del altar y de la liturgia, así como de la recepción de los Postulantes, el reglamento de los Capítulos, los ágapes, la recomposición de la espada rota y por último de la reprobación de los Caballeros.

Junto con el Graal, otro de los elementos simbólicos con gran fuerza que forman parte de este ritual, es el de la espada rota. Recordemos que la espada rota es “símbolo de la agresividad espiritual, del ánimo del héroe, la espada rota es un símbolo que representa un estado de destrucción de dicho factor… Sigfrido encuentra, en su adolescencia, los trozos de la espada Balmunga, que Odín diera a su padre Sigmund. Mime, el herrero no podía soldarla y Sigfrido lo logra” Así pues, mientras no se reúnan los trozos de la espada, no se conseguirá reunir lo disperso, no se logrará llegar al “centro” de la empresa acometida. Y los trozos de esta espada simbólica son Galiza por un lado y Portugal por otro. Risco al igual que otros muchos galleguistas, ve en Portugal la Galiza de la Reconquista, la expansión natural de un reino que de la mano de su nobleza guerrera y trovadoresca llevó su lengua de un extremo a otro del Orbe, creando un Imperio. Esta reintegración es simbólica, es el encuentro de una tierra madre Galiza, con su vástago Portugal: la unión de la energía femenina con la potencia masculina.

Sabemos que la creación de una Orden tiene principalmente como finalidad un doble objetivo: en el sentido individual facilitar la transformación interior, la mutación y el encuentro de nuestra verdadera naturaleza, la realización espiritual del caballero iniciado. Y en el sentido colectivo, la concentración de una fuerza metafísica capaz de ser operativa en la realidad, capaz de influir en su entorno. Con estos objetivos experimentaron en tiempos más o menos recientes la Orden de los Armanen, el Grupo de Ur y los Dioscuros, entre otros.

Y sobre la pregunta que algunos nos hemos hecho, si en algún momento llegó a operar esta Orden, la dejamos en el aire. En su época, hombres de la talla como Ramón Otero Pedrayo, Florentino Cuevillas, Antón Lousada Diegues, Ramón Cabanillas, Álvaro das Casas, Primitivo Rodríguez Sanjurjo, Álvaro Cunqueiro, Xosé Filgueira Valverde, entre otros bien pudieron compartir este mismo espíritu. Pero por indagaciones nuestras no podemos afirmar nada, si bien dudamos de que se llegase a constituir dicha Nobre Orde Galega do Sancto Graal.

Risco, con este texto, ha osado. Tenía muy claro que “milicia es la vida del hombre sobre la Tierra”. Intenta presentarnos los símbolos y los ritos propios para recuperar la fuerza y la voz de nuestros ancestros galaicos, para el despertar tanto individual como colectivo de la Tierra y el Pueblo. Así nos lo transmite en el Ritual, por voz del Gran Maestre de la Orden del Graal: “En el silencio y en la paz meditemos juntos, queridos hermanos… Esta ceremonia es la prefiguración del Augusto Misterio que ha de tener lugar cuando nuestros tiempos sean cumplidos…Entonces el verdadero Santo Graal será manifiesto a los ojos y corazones de los elegidos…De que el sea manifiesto, el Mal quedará por siempre vencido, y el triunfo glorioso de nuestra Raza y de la Tradición quedará afirmado para siempre”

Federico Traspedra
(Equinócio d´Outono 2008- San Miguel ,co- patrón da Cabaleiria Celeste)

As ensinanzas de Ramana Maharshi

As ensinanzas de Ramana Maharshi

Nun mundo desespiritualizado, o achegamento as ensinanzas de Mestres da Tradiçom, é sempre frescor do rocío matutino para as almas sen acougo. Eís unha pequena introducción às do Ramana Maharshi.

La enseñanza central de Sri Ramana es: la Auto-indagación. En vez de querer saber esto y aquello, uno debe buscar conocer al Sí mismo. Uno ha de preguntar: «¿Quién soy yo?» en vez de preguntar sobre cientos de otras cosas. La Auto-indagación debería ser la más fácil de todas las tareas. Pero parece ser la más difícil porque hemos devenido extraños a nuestro Sí mismo. Lo que uno tiene que hacer es simple: permanecer como el Sí mismo. Ésta es la Verdad última. Éste es el estado inherente, natural y eterno de uno. Debido a la ignorancia, nosotros nos identificamos con el no-yo. La más sutil de todas estas identificaciones es con el ego. Busquemos la raíz del ego. ¿De dónde surge este seudo-yo? Al final de esta búsqueda encontraremos que el ego desaparece dejando que el Sí mismo eterno brille. Así pues, la mejor disciplina es la indagación: «¿Quién soy yo?» Éste es el japa más grande. Éste es el verdadero pranayama. El pensamiento «yo no soy el cuerpo» (naham) es la exhalación (rechaka); la indagación «¿Quién soy yo?» (koham) es la inhalación (puraka); la realización «yo soy Él» (soham) es la retención de la respiración (kumbhaka). El fruto de la auto-indagación es la realización de que el Sí mismo es todo, y que no hay nada más. Para aquellos que siguen este método no es necesaria ninguna otra sadhana. Pero aquellos que adoptan la disciplina de la devoción (bhakti), llegan a la misma meta. Si se entrega el propio ego al Gurú o a Dios, uno realiza el Sí mismo.

 

Las enseñanzas de Sri Ramana, tal como aparecen en las «Conversaciones», aportarán esperanza a todos. Nadie tiene que pensar que está más allá del alcance de la redención. En una ocasión, un anciano visitante norteamericano preguntó al Maestro: «Maharshi, ¿piensa usted que somos malos muchachos?» Ésta fue la respuesta característica del Maestro: «No me hable así. Sin embargo, no debe pensar que ustedes son malos muchachos». Todo lo que es malo en nosotros será ciertamente eliminado con sólo escuchar las sabias palabras del Maharshi que están recogidas en el presente libro.

 

¡Y ojalá que lo leamos con una actitud que nos prepare para comprender la más alta enseñanza del Maestro, la que impartía a través del silencio!

 

Universidad de Madrás,

11 de agosto de 1958 

T. M. P. MAHADEVAN

El Dharma, por René Guénon

El Dharma, por René Guénon

A montanha sagrada Kailash, "omphalos" para hindues e budistas. 

La palabra Dharma parece ser uno de los términos sánscritos que más enredan a los traductores, y no sin razón, pues, de hecho, presenta múltiples sentidos, y es ciertamente imposible traducirla siempre uniformemente por una misma palabra en otra lengua; quizás vale más muchas veces conservarla pura y simplemente, a condición de explicarla con un comentario. Gualtherus H. Mees, que ha dedicado a este asunto un libro aparecido recientemente (1), y que, aunque limitándose casi exclusivamente al punto de vista social, da muestras de mayor comprehensión al respecto de la que se encuentra en la mayor parte de los Occidentales, señala muy justamente que, si hay en ese término cierta indeterminación, esta no es en absoluto sinónimo de vaguedad, pues no prueba que las concepciones de los antiguos hayan estado faltas de claridad ni que ellos no hayan sabido distinguir los diferentes aspectos de aquello de que se trata; esa pretendida vaguedad, de la que se podrían encontrar muchos ejemplos, indica sobre todo que el pensamiento de los antiguos estaba mucho menos limitado que el de los modernos, y que, en lugar de ser analítico como éste, era esencialmente sintético. Subsiste aún, por otra parte, algo de esta indeterminación en un término como el de "ley", por ejemplo, que encierra también sentidos muy diferentes unos de otros; y esta palabra "ley" es precisamente, con la de "orden", una de las que, en muchos casos, pueden traducir lo menos imperfectamente posible la idea de dharma.

Se sabe que dharma es derivado de la raíz dhri, que significa portar, soportar, sostener, mantener (2); se trata pues propiamente de un principio de conservación de los seres, y por lo tanto de estabilidad, al menos mientras ésta es compatible con las condiciones de la manifestación, pues todas las aplicaciones del dharma se relacionan siempre con el mundo manifestado. Tampoco es posible admitir, como el autor parece estar dispuesto a hacer, que ese término pueda ser más o menos un sustituto de Atmâ, con la única diferencia de que sería "dinámico" en lugar de ser "estático"; Atmâ es no manifestado, luego inmutable; y dharma es una expresión suya, si se quiere, en el sentido de que refleja la inmutabilidad principial en el orden de la manifestación; no es "dinámico" sino en la medida en que manifestación implica necesariamente "devenir", pero es lo que hace que este "devenir" no sea puro cambio, lo que mantiene siempre a través del cambio mismo, cierta estabilidad relativa. Por otro lado, es importante destacar, a este respecto, que la raíz dhri es casi idéntica, como forma y en cuanto a su sentido, a la raíz dhru, de la cual deriva la palabra dhruva que designa al "polo"; efectivamente, es a la idea de "polo" o de "eje" del mundo manifestado a la que conviene referirse si se quiere comprender verdaderamente la noción del dharma: es lo que permanece invariable en el centro de las revoluciones de todas las cosas, y que regula el curso del cambio por cuanto no participa en él. No hay que olvidar que, por el carácter sintético del pensamiento que él expresa, el lenguaje está aquí mucho más ligado al simbolismo que en las lenguas modernas, y que es además de éste del que obtiene esta multiplicidad de sentidos de la que hablamos en todo momento; y quizás se podría incluso mostrar que la concepción del dharma se relaciona bastante directamente con la representación simbólica del "eje" por la figura del "Arbol del Mundo".

Por otro lado, Mees señala con razón el parentesco de la noción de dharma con la de rita, que tiene etimológicamente la misma significación de "rectitud" (del mismo modo que el Te de la tradición extremo-oriental, que está también muy próximo al dharma), lo que nos recuerda, evidentemente, la idea del "eje", que es la de una dirección constante e invariable. Al mismo tiempo, este término "rita", es idéntico a la palabra "rito", y podría decirse, en efecto, que este último, al menos en su origen, designa todo lo que se ha cumplido conforme al orden; no toma una acepción más restringida sino tras la degeneración que da lugar a una actividad "profana", en el dominio que sea. Hace falta entender bien que el rito conserva siempre el mismo carácter, y que es la actividad no ritual la que se desvía en cierto modo: Todo lo que no es más que "convención" o "costumbre", sin ninguna razón profunda, no existía originariamente; y el rito, considerado tradicionalmente, no tiene ninguna relación con todo eso, que nunca puede ser sino caricatura o parodia. Pero todavía hay algo más: cuando hablamos aquí de conformidad al orden, no hay que entender por ello solamente el orden humano, sino también, e incluso antes que nada, el orden cósmico; en toda concepción tradicional, en efecto, hay siempre una estricta correspondencia entre uno y otro, y es precisamente el rito el que mantiene sus relaciones de manera consciente, implicando en cierto modo una colaboración del hombre, en la esfera donde se ejerce su actividad, con el orden cósmico mismo.

Igualmente, la noción de dharma no está limitada al hombre, sino que se extiende a todos los seres y a todos sus estados de manifestación, es por lo que una concepción únicamente social no podría ser suficiente para permitir comprenderla a fondo: ésta no es más que una aplicación particular, que jamás debe ser separada de la "ley" o "norma" primordial y universal de la que no es sino la traducción en modo específicamente humano. Sin duda, se puede hablar del dharma propio de cada ser (swadharma) o de cada grupo de seres, tal como una colectividad humana por ejemplo; pero esto no es a decir verdad más que una particularización del dharma con relación a las condiciones especiales de ese ser o de ese grupo, cuya naturaleza y constitución son forzosamente análogas a las del conjunto del que forma parte, ya sea este conjunto cierto estado de existencia o incluso la manifestación entera, pues la analogía se aplica siempre a todos los niveles y a todos los grados. Se ve que estamos aquí muy lejos de una concepción "moral": si una idea como la de "justicia" conviene a veces para traducir el sentido de dharma, ello no es sino en tanto que se trata de una expresión humana del equilibrio o de la armonía, es decir, de uno de los aspectos del mantenimiento de la estabilidad cósmica. Con mayor razón, una idea de "virtud" no puede aplicarse aquí sino en la medida en que ella indica que las acciones de un ser son conformes a su naturaleza propia, y por ello mismo, al orden total que tiene su reflejo o su imagen en la naturaleza de cada uno. Igualmente aún, si se considera una colectividad humana y no ya una individualidad aislada, la idea de la "legislación" no entra en la de dharma sino porque esta legislación debe ser normalmente una adaptación del orden cósmico al medio social; y este carácter es particularmente visible en lo que concierne a la constitución de las castas, como veremos en un próximo artículo. Así se explican en suma todas las significaciones secundarias de la palabra dharma; y no hay dificultad más que cuando se quiere considerarlas aparte y sin ver cómo ellas son derivadas de un principio común, que es, podría decirse, como la unidad fundamental a la cual se remite su multiplicidad (3).

Antes de terminar esta apreciación, debemos todavía, para situar más exactamente la noción de dharma, indicar el lugar que ocupa entre los fines que las Escrituras tradicionales hindúes asignan a la vida humana. Estos fines son en número de cuatro, y son enumerados así en un orden jerárquicamente ascendente: artha, kâma, dharma, moksha: este último, es decir, la "Liberación", es el único fin supremo y, estando más allá del dominio de la manifestación, es de un orden enteramente diferente de los otros tres y sin medida común con éstos, como lo absoluto no tiene medida común con lo relativo. En cuanto a los tres primeros fines, que se relacionan todos con lo manifestado, artha comprende el conjunto de los bienes de orden corporal; kâma es el deseo, cuya satisfacción constituye el bien de orden psíquico; siendo dharma superior a éste, hay que considerar su realización como dependiendo propiamente del orden espiritual, lo que concuerda en efecto con el carácter de universalidad que le hemos reconocido. Es evidente, sin embargo, que todos esos fines, y comprendido el dharma mismo, no siendo siempre más que contingentes como la manifestación fuera de la cual no podrían ser considerados, no pueden nunca estar más que subordinados con relación al fin supremo, frente al cual no son en suma más que simples medios. Cada uno de esos mismos fines está además subordinado a los que le son superiores aun permaneciendo todavía relativos; pero, cuando son los únicos enumerados con exclusión de moksha, es que se trata de un punto de vista limitado a la consideración de lo manifestado, es solamente así como dharma puede aparecer a veces como el fin más elevado que se proponga al hombre. Veremos además a continuación que estos fines están más particularmente en correspondencia respectiva con los diferentes varnas (4); y podemos decir desde ahora que esta correspondencia reposa esencialmente sobre la teoría de los tres gunas, lo que muestra bien que, aquí aún, el orden humano aparece como indisolublemente ligado al orden cósmico todo entero.

 

NOTAS:

 

(1). Dharma and Society (N.V. Service, The Hague; Luzac and Co. , Londres. La mayor parte del libro concierne más especialmente a la cuestión de los varnas o castas, pero este punto de vista merece por sí sólo ser objeto de otro artículo.

(2). Como quiera que diga el autor, una raíz común con la palabra "forma" nos parece poco verosímil y, en todo caso, no vemos bien qué consecuencias se podrían sacar de ello.

(3). Es fácil comprender también que la aplicación social del dharma se traduce siempre, si se quiere emplear el lenguaje moderno, como "deber" y no como "derecho"; el dharma propio de un ser no puede evidentemente expresarse más que por lo que debe hacer él mismo, y no por lo que otros deben hacer a su respecto, y que se desprende naturalmente del dharma de los otros seres.

(4). Véase el capítulo siguiente.

Texto recopilado en Etudes sur l´Hindouisme.