Radicales (de izquierda), genocidios (comunistas) y dobles morales. por E. Arroyo
Una de las cosas más repugnantes del mundo en que vivimos es el cinismo y la cara dura de la que hace gala el pensamiento "políticamente correcto". Hoy día, cada hijo de vecino intenta colgarse una medalla alegando que él mismo está contra el pensamiento políticamente correcto. Más concretamente esta posición es característica de la izquierda y del progresismo rampante, que tienen la inmensa jeta de ir de rebeldes por la vida y de atacar lo "políticamente correcto" como si no fuera una consecuencia directa de su dictadura ideológica.
Pero la verdadera seña de identidad del ataque a lo "políticamente correcto" radica en que es capaz de unir a derechas e izquierdas en contra del osado que se atreve a cuestionar los fundamentos de ideas y conceptos que sostienen el entramado mismo de la ideología dominante. Por ejemplo, han sido Cayo Lara, secretario general del Partido Comunista de España, y un tal Mikel Arana, un mediocre aparatchik de Ezker Batua, quienes han echado en cara al rey de España su petición de hacer frente juntos a la crisis. Independientemente de que en sus declaraciones concretas puedan tener razón, la rebeldía frente al pensamiento "políticamente correcto" cuestionaría muy seriamente que alguien que es secretario general de un partido comunista pueda tener autoridad moral para recriminar algo a alguien.
Del mismo modo que a todo el mundo le parece muy mal que existan partidos fascistas alegando que "justifican" el genocidio, ignoro en base a qué la existencia de un partido comunista no es en sí misma una "justificación" del genocidio. Al fin y al cabo el comunismo tiene en su haber el genocidio más brutal, sanguinario y metódico que registra la historia con un centenar de millones de muertos en su haber. Sin ir más lejos, el pasado 23 de noviembre de 2008, tras el rezo del Angelus, Su Santidad el Papa Benedicto XVI recordó a los siete millones de víctimas del "Holodomor" en ucraniano, "matar de hambre"-, todas ellas víctimas directas de la implementación de los dogmas marxistas en la tierra tradicional y cristiana de Ucrania, durante los años 1932-1933. Así, todo el mundo conoce el monumento a las víctimas del Holocausto en Berlín pero nadie conoce el monumento a las víctimas del "Holodomor" en Lubny, cerca de Poltava, en Ucrania. Esto se debe al dogma no escrito, admitido a izquierdas y derechas, de que la izquierda es moralmente superior y posee siempre la última palabra en cuanto a sentencias históricas se refiere. Podrá alegarse que un comunista español de 2008 queda muy lejos de sus colegas soviéticos, asesinos sanguinarios, de los años 30. Pero el caso es que estas disquisiciones no se hacen en los estereotipos que la izquierda difunde y defiende ad nauseam, de manera que al final para nuestra inefable y cínica izquierda, desde Hitler a Guantánamo, desde Franco hasta el PP, desde Benedicto XVI hasta Mussolini, todo es lo mismo o, por lo menos, nunca se definen líneas de demarcación claras.
La consecuencia es que una ideología asesina y genocida como el comunismo goza de una normalización política e ideológica que le permite ir por ahí dando lecciones de moral a todo el mundo. Esta, y no otra, es la razón por la que se pretende, en nombre de la "memoria histórica", un "proceso" al franquismo, mientras que un criminal de guerra como Santiago Carrillo es agasajado por rectores de universidad, entrevistado por periodistas ignorantes y protegido por la psicosis egomaniaca de ciertos jueces. La razón es que lo "políticamente correcto" es la defensa a ultranza, mediante la coacción de los medios de comunicación o del poder del Estado, de la ideología dominante que debe pervivir a fin de que nadie cuestione los fundamentos mismos del poder. Esta ideología de lo "políticamente correcto" coincide en su mayoría con los presupuestos de la izquierda, aunque no siempre.
El secreto de todo radica en un imaginario histórico hecho a medida, donde se define quienes son los "buenos" y los "malos". Es posible que para una cierta tendencia, unos "buenos" sean menos "buenos" que otros. Pero lo cierto es que el terreno de juego está bien delimitado y a algunas ideas y argumentaciones se responde, no con otros argumentos, sino con la indignación e incluso con el Código Penal que, sorprendentemente, en la época de la racionalidad y de la tecno-ciencia, se ha convertido en el garante de algunas versiones históricas de hechos recientemente acontecidos. Pase lo que pase, el debate siempre ha de transcurrir entre las opciones homologadas por lo "políticamente correcto": se puede sr socialdemócrata o anarquista o liberal, pero no otra cosa.
Lo malo es que el imaginario histórico de referencia es cada vez más dudoso. Cuando escribo estas líneas, hace días que Tim Shipman, el enviado especial del británico The Daily Telegraph en Washington, ha publicado una escandalosa noticia sobre el asesinato del general George S. Patton (21.12.2008). Después de 10 años de investigaciones, el historiador militar Robert Willcox ha hecho público su trabajo Target Patton (Objetivo Patton) en el que explica como el antecesor de la CIA, el Office of Strategical Services (OSS), por medio de su director Wild Bill Donovan, envió a un brillante miembro de las fuerzas especiales, el varias veces condecorado Douglas Bazata, a asesinar al más reputado general del ejército de los EEUU. Willcox explica al Telegraph que, en su entrevista con Bazata, fallecido en 1999, éste se encontraba "luchando consigo mismo a causa de todos los asesinatos que había cometido".
Como se sabe, la version oficial dice que el general Patton falleció a causa de un accidente de coche, pero Bazata confesó a Willcox que él había organizado el accidente por orden de Donovan. Al parecer Donovan afirmaba con ese cinismo que caracteriza a los sinvergüenzas, que "tenemos un terrible problema con este patriota. Está fuera de control y debemos salvarle de él mismo e impedir que arruine todo lo que los Aliados han hecho". Según explica Willcox, tras su entrevista con Stephen Skubik, oficial de la contrainteligencia norteamericana, Donovan organizó el accidente de Patton y, dado que el general estaba en la lista de negra de Stalin, los soviéticos finalizaron el trabajo en el hospital. Esta es la razón por la que nadie más de los accidentados junto a Patton resultó herido de gravedad y el motivo de que su cadáver no fuera autopsiado. ¿La razón de todo ello? Pues que los EEUU -la democracia numero uno- iban a entregar a ciento cincuenta millones de europeos a la tiranía comunista, mientras que Patton era partidario de llevar el tercer ejercito hasta Praga precisamente para evitarlo. Estos datos se compadecen bastante mal con la versión oficial de que los EEUU "salvaron" a Europa de la tiranía y de que luchaban por "la democracia".
Como el mes de diciembre ha sido prolijo en historias, diremos también que Sam Greenhill ha escrito en The Daily Mail que el célebre barco "Lusitania", hundido en 1915 por un submarino cerca de la costa irlandesa y que precipitó la entrada de los EEUU en la Primera Guerra Mundial, ha podido ser finalmente inspeccionado por buzos. ¿Qué es lo que han encontrado? Pues resulta que el equipo de buceo estima que, junto a las 1.198 vidas que se perdieron, el barco transportaba por lo menos cuatro millones de lotes de balas Remington de fabricación norteamericana. La propaganda aliada explotó el hundimiento alemán como si fuera un acto de barbarie, en contra de la versión alemana que siempre mantuvo que fue un acto de guerra en defensa de su bloqueo a Inglaterra. Al final, casi un siglo después resulta que los alemanes tenían razón y las angelicales democracias buscaron un casus belli utilizando escudos humanos de manera deliberada.
Por eso nada de lo que nos cuenta debería suscitarnos confianza. Ahora resulta que el establishment británico de la BBC se escandaliza porque el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, por el canal británico Channel 4, ha dicho que "si Cristo estuviese en la tierra hoy sin duda estaría con la gente que se opone a los abusos, el mal humor y las potencias expansionista" y que a su juicio, Jesucristo "combatiría las políticas tiránicas que prevalecen en la economía global", lo que se ha visto como una alusión a EEUU y sus aliados. Después de la estafa y la manipulación organizada en torno al célebre discurso en el que supuestamente Ahmadineyad pedía "borrar del mapa" a Israel, la diputada laborista y jefe del Movimiento Judío de este partido, Louise Ellman, condenó la decisión de Channel 4, que en su opinión dio espacio a un "fanático peligroso". Así, Ellman se pregunta si el próximo año el "mensaje alternativo" lo dará el historiador británico David Irving o el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe. Hace falta una cara dura impresionante para equipar a David Irving con Robert Mugabe o simplemente equiparar la afirmación de Ahmadineyad con los estudios del controvertido historiador británico. Solo si se mete todo en el difuso, polivalente y peligroso saco del "antisemitismo" tiene base la afirmación de Ellman
. Pero lo importante es que Ahmadineyad es un malo oficial y lo que diga siempre debe ser reinterpretado por los bienpensantes en la clave que el poder necesita. Solo de esta manera es justificable ante esa hipócrita y cínica conciencia universal la gigantesca cárcel que la complicidad occidental sostiene en la franja de Gaza o la absurda guerra que succiona nuestra sangre, nuestra credibilidad moral y nuestro dinero en Afganistán e Irak, mientras que hay quien conspira para meternos a todos en otra guerra con Irán.
Por todo ello, a nadie le extrañe que si usted asesina a doce personas se convertirá en un serial killer y será examinado por sesudos psiquiatras. Incluso puede que figure en alguna publicación del ranking mundial de la biomedicina. Pero si esas mismas doce personas son asesinadas al amparo de una organización inspirada en los principios del marxismo leninismo, como sucede con ETA, puede llegar a ser un "hombre de paz". Si organiza batustanes como en la extinta República Sudafricana, los que combaten tal situación mediante el terror y el crimen se verán justificados hasta transmutarse en freedom fighters pero si tiene la mala suerte de haber nacido en los territorios ocupados de Oriente Próximo, esos mismos crímenes serán solo simple terrorismo. Y si, naturalmente, usted es un simple padre de Huelva al que la negligencia de un juez ha ocasionado el asesinato de su hija, siempre tendrá un ministro que tendrá la cara dura de justificar o atenuar lo grave de la situación. No así si se trata de un juez que sobre la base de sus creencias ha "demorado" la dudosa adopción de un niño por una pareja de lesbiana. La diferencia es que en el primer caso hay que justificar la inoperancia de un Ministerio de Justicia y en el segundo hay que darle la razón a un "lobby" que practica la persecución de los que discrepan de sus ideas, con la bendición de, esta vez sí, todo el pensamiento políticamente correcto en pleno.
Para variar, es un lugar común que la violencia en Occidente es, en el mejor de los casos, repartida por igual entre todos los "extremistas", pese a que son precisamente los extremistas de izquierda quienes han organizado media docena de grupos terroristas, con varios centenares de asesinatos en los países más industrializados del mundo y, recientemente en nuestro país, han arrasado varias veces los humildes comercios del centro de Madrid protegidos por la cobertura mediática que, a fin de excluir del debate su motivación ideológica izquierdista, insiste en denominarlos con el ambiguo calificativo de "radicales".
Por todo ello, mientras no se tenga la determinación clara de llamar a las cosas por su nombre y de considerar que no existe ningún derecho superior a la verdad, seguirá habiendo muertos de primera y de segunda clase, agredidos mediáticos y víctimas semiclandestinas. Solo la verdad a ultranza pondrá de nuevo las cosas en su sitio y solo ella traerá al mundo esa paz interior que tanto necesitamos y de la que tanto se habla en estas fechas.
Pero la verdadera seña de identidad del ataque a lo "políticamente correcto" radica en que es capaz de unir a derechas e izquierdas en contra del osado que se atreve a cuestionar los fundamentos de ideas y conceptos que sostienen el entramado mismo de la ideología dominante. Por ejemplo, han sido Cayo Lara, secretario general del Partido Comunista de España, y un tal Mikel Arana, un mediocre aparatchik de Ezker Batua, quienes han echado en cara al rey de España su petición de hacer frente juntos a la crisis. Independientemente de que en sus declaraciones concretas puedan tener razón, la rebeldía frente al pensamiento "políticamente correcto" cuestionaría muy seriamente que alguien que es secretario general de un partido comunista pueda tener autoridad moral para recriminar algo a alguien.
Del mismo modo que a todo el mundo le parece muy mal que existan partidos fascistas alegando que "justifican" el genocidio, ignoro en base a qué la existencia de un partido comunista no es en sí misma una "justificación" del genocidio. Al fin y al cabo el comunismo tiene en su haber el genocidio más brutal, sanguinario y metódico que registra la historia con un centenar de millones de muertos en su haber. Sin ir más lejos, el pasado 23 de noviembre de 2008, tras el rezo del Angelus, Su Santidad el Papa Benedicto XVI recordó a los siete millones de víctimas del "Holodomor" en ucraniano, "matar de hambre"-, todas ellas víctimas directas de la implementación de los dogmas marxistas en la tierra tradicional y cristiana de Ucrania, durante los años 1932-1933. Así, todo el mundo conoce el monumento a las víctimas del Holocausto en Berlín pero nadie conoce el monumento a las víctimas del "Holodomor" en Lubny, cerca de Poltava, en Ucrania. Esto se debe al dogma no escrito, admitido a izquierdas y derechas, de que la izquierda es moralmente superior y posee siempre la última palabra en cuanto a sentencias históricas se refiere. Podrá alegarse que un comunista español de 2008 queda muy lejos de sus colegas soviéticos, asesinos sanguinarios, de los años 30. Pero el caso es que estas disquisiciones no se hacen en los estereotipos que la izquierda difunde y defiende ad nauseam, de manera que al final para nuestra inefable y cínica izquierda, desde Hitler a Guantánamo, desde Franco hasta el PP, desde Benedicto XVI hasta Mussolini, todo es lo mismo o, por lo menos, nunca se definen líneas de demarcación claras.
La consecuencia es que una ideología asesina y genocida como el comunismo goza de una normalización política e ideológica que le permite ir por ahí dando lecciones de moral a todo el mundo. Esta, y no otra, es la razón por la que se pretende, en nombre de la "memoria histórica", un "proceso" al franquismo, mientras que un criminal de guerra como Santiago Carrillo es agasajado por rectores de universidad, entrevistado por periodistas ignorantes y protegido por la psicosis egomaniaca de ciertos jueces. La razón es que lo "políticamente correcto" es la defensa a ultranza, mediante la coacción de los medios de comunicación o del poder del Estado, de la ideología dominante que debe pervivir a fin de que nadie cuestione los fundamentos mismos del poder. Esta ideología de lo "políticamente correcto" coincide en su mayoría con los presupuestos de la izquierda, aunque no siempre.
El secreto de todo radica en un imaginario histórico hecho a medida, donde se define quienes son los "buenos" y los "malos". Es posible que para una cierta tendencia, unos "buenos" sean menos "buenos" que otros. Pero lo cierto es que el terreno de juego está bien delimitado y a algunas ideas y argumentaciones se responde, no con otros argumentos, sino con la indignación e incluso con el Código Penal que, sorprendentemente, en la época de la racionalidad y de la tecno-ciencia, se ha convertido en el garante de algunas versiones históricas de hechos recientemente acontecidos. Pase lo que pase, el debate siempre ha de transcurrir entre las opciones homologadas por lo "políticamente correcto": se puede sr socialdemócrata o anarquista o liberal, pero no otra cosa.
Lo malo es que el imaginario histórico de referencia es cada vez más dudoso. Cuando escribo estas líneas, hace días que Tim Shipman, el enviado especial del británico The Daily Telegraph en Washington, ha publicado una escandalosa noticia sobre el asesinato del general George S. Patton (21.12.2008). Después de 10 años de investigaciones, el historiador militar Robert Willcox ha hecho público su trabajo Target Patton (Objetivo Patton) en el que explica como el antecesor de la CIA, el Office of Strategical Services (OSS), por medio de su director Wild Bill Donovan, envió a un brillante miembro de las fuerzas especiales, el varias veces condecorado Douglas Bazata, a asesinar al más reputado general del ejército de los EEUU. Willcox explica al Telegraph que, en su entrevista con Bazata, fallecido en 1999, éste se encontraba "luchando consigo mismo a causa de todos los asesinatos que había cometido".
Como se sabe, la version oficial dice que el general Patton falleció a causa de un accidente de coche, pero Bazata confesó a Willcox que él había organizado el accidente por orden de Donovan. Al parecer Donovan afirmaba con ese cinismo que caracteriza a los sinvergüenzas, que "tenemos un terrible problema con este patriota. Está fuera de control y debemos salvarle de él mismo e impedir que arruine todo lo que los Aliados han hecho". Según explica Willcox, tras su entrevista con Stephen Skubik, oficial de la contrainteligencia norteamericana, Donovan organizó el accidente de Patton y, dado que el general estaba en la lista de negra de Stalin, los soviéticos finalizaron el trabajo en el hospital. Esta es la razón por la que nadie más de los accidentados junto a Patton resultó herido de gravedad y el motivo de que su cadáver no fuera autopsiado. ¿La razón de todo ello? Pues que los EEUU -la democracia numero uno- iban a entregar a ciento cincuenta millones de europeos a la tiranía comunista, mientras que Patton era partidario de llevar el tercer ejercito hasta Praga precisamente para evitarlo. Estos datos se compadecen bastante mal con la versión oficial de que los EEUU "salvaron" a Europa de la tiranía y de que luchaban por "la democracia".
Como el mes de diciembre ha sido prolijo en historias, diremos también que Sam Greenhill ha escrito en The Daily Mail que el célebre barco "Lusitania", hundido en 1915 por un submarino cerca de la costa irlandesa y que precipitó la entrada de los EEUU en la Primera Guerra Mundial, ha podido ser finalmente inspeccionado por buzos. ¿Qué es lo que han encontrado? Pues resulta que el equipo de buceo estima que, junto a las 1.198 vidas que se perdieron, el barco transportaba por lo menos cuatro millones de lotes de balas Remington de fabricación norteamericana. La propaganda aliada explotó el hundimiento alemán como si fuera un acto de barbarie, en contra de la versión alemana que siempre mantuvo que fue un acto de guerra en defensa de su bloqueo a Inglaterra. Al final, casi un siglo después resulta que los alemanes tenían razón y las angelicales democracias buscaron un casus belli utilizando escudos humanos de manera deliberada.
Por eso nada de lo que nos cuenta debería suscitarnos confianza. Ahora resulta que el establishment británico de la BBC se escandaliza porque el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, por el canal británico Channel 4, ha dicho que "si Cristo estuviese en la tierra hoy sin duda estaría con la gente que se opone a los abusos, el mal humor y las potencias expansionista" y que a su juicio, Jesucristo "combatiría las políticas tiránicas que prevalecen en la economía global", lo que se ha visto como una alusión a EEUU y sus aliados. Después de la estafa y la manipulación organizada en torno al célebre discurso en el que supuestamente Ahmadineyad pedía "borrar del mapa" a Israel, la diputada laborista y jefe del Movimiento Judío de este partido, Louise Ellman, condenó la decisión de Channel 4, que en su opinión dio espacio a un "fanático peligroso". Así, Ellman se pregunta si el próximo año el "mensaje alternativo" lo dará el historiador británico David Irving o el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe. Hace falta una cara dura impresionante para equipar a David Irving con Robert Mugabe o simplemente equiparar la afirmación de Ahmadineyad con los estudios del controvertido historiador británico. Solo si se mete todo en el difuso, polivalente y peligroso saco del "antisemitismo" tiene base la afirmación de Ellman
. Pero lo importante es que Ahmadineyad es un malo oficial y lo que diga siempre debe ser reinterpretado por los bienpensantes en la clave que el poder necesita. Solo de esta manera es justificable ante esa hipócrita y cínica conciencia universal la gigantesca cárcel que la complicidad occidental sostiene en la franja de Gaza o la absurda guerra que succiona nuestra sangre, nuestra credibilidad moral y nuestro dinero en Afganistán e Irak, mientras que hay quien conspira para meternos a todos en otra guerra con Irán.
Por todo ello, a nadie le extrañe que si usted asesina a doce personas se convertirá en un serial killer y será examinado por sesudos psiquiatras. Incluso puede que figure en alguna publicación del ranking mundial de la biomedicina. Pero si esas mismas doce personas son asesinadas al amparo de una organización inspirada en los principios del marxismo leninismo, como sucede con ETA, puede llegar a ser un "hombre de paz". Si organiza batustanes como en la extinta República Sudafricana, los que combaten tal situación mediante el terror y el crimen se verán justificados hasta transmutarse en freedom fighters pero si tiene la mala suerte de haber nacido en los territorios ocupados de Oriente Próximo, esos mismos crímenes serán solo simple terrorismo. Y si, naturalmente, usted es un simple padre de Huelva al que la negligencia de un juez ha ocasionado el asesinato de su hija, siempre tendrá un ministro que tendrá la cara dura de justificar o atenuar lo grave de la situación. No así si se trata de un juez que sobre la base de sus creencias ha "demorado" la dudosa adopción de un niño por una pareja de lesbiana. La diferencia es que en el primer caso hay que justificar la inoperancia de un Ministerio de Justicia y en el segundo hay que darle la razón a un "lobby" que practica la persecución de los que discrepan de sus ideas, con la bendición de, esta vez sí, todo el pensamiento políticamente correcto en pleno.
Para variar, es un lugar común que la violencia en Occidente es, en el mejor de los casos, repartida por igual entre todos los "extremistas", pese a que son precisamente los extremistas de izquierda quienes han organizado media docena de grupos terroristas, con varios centenares de asesinatos en los países más industrializados del mundo y, recientemente en nuestro país, han arrasado varias veces los humildes comercios del centro de Madrid protegidos por la cobertura mediática que, a fin de excluir del debate su motivación ideológica izquierdista, insiste en denominarlos con el ambiguo calificativo de "radicales".
Por todo ello, mientras no se tenga la determinación clara de llamar a las cosas por su nombre y de considerar que no existe ningún derecho superior a la verdad, seguirá habiendo muertos de primera y de segunda clase, agredidos mediáticos y víctimas semiclandestinas. Solo la verdad a ultranza pondrá de nuevo las cosas en su sitio y solo ella traerá al mundo esa paz interior que tanto necesitamos y de la que tanto se habla en estas fechas.
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