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Inmigración en Vic: triunfo mediático de Josep Anglada

Inmigración en Vic: triunfo mediático de Josep Anglada

Noticia que causa revuelo en España, fuente EL PAÍS

El Ayuntamiento de Vic no empadronará a ningún inmigrante que se encuentre en situación irregular mientras no acredite que ha cursado la solicitud o prórroga del permiso de residencia. Así lo ha decidido el equipo de gobierno municipal, formado por CiU, el PSC y ERC, en una modificación local de los requisitos de empadronamiento que entrará en vigor en breve.

La medida no tiene carácter retroactivo ni afectará a quienes quieran regularizarse por la vía del reagrupamiento familiar. La posición del equipo de gobierno ha levantado ampollas en diversos sectores, ya que vulnera el derecho y la obligación de empadronamiento que determina la Ley de Bases de Régimen Local, de 1995.

En aplicación de esta norma, "toda persona que viva en España está obligada a inscribirse en el padrón del municipio en el que resida habitualmente", con independencia de su nacionalidad y situación administrativa. Entre los datos que se exigen a los que se empadronen figura la tarjeta de residencia en vigor o, en su defecto, el documento de identidad o pasaporte expedido por el país de procedencia. Es decir, no es imprescindible estár regularizado en España, pero la falta de empadronamiento sí impide a estas personas acceder a derechos universales como la salud y la educación, y las expone a situaciones de alta vulnerabilidad.

Las dos asociaciones municipalistas de Cataluña acordaron, en una reunión celebrada el pasado 26 de octubre, un documento en el que se insta a los ayuntamientos a cumplir sus obligaciones legales y se recuerda que "dificultar el empadronamiento de vecinos y vecinas es inhibirlos de asumir sus obligaciones y derechos respecto de la administración local".

Asociaciones de inmigrantes, sindicatos y oposición acusan al tripartito municipal de Vic de electoralista y de querer desactivar a la xenófoba Plataforma per Catalunya cayendo en sus mismas estrategias. El Ayuntamiento asegura que lo que pretende con esta modificación legal es exigir el cumplimiento de la ley. "Es una obligación de la Administración ofrecer seguridad y las situaciones irregulares pueden favorecer actividades delictivas", asegura el portavoz socialista del tripartito de Vic, Josep Burgaya, en defensa de la medida.El Colegio de Abogados de Barcelona calificó ayer de "decisión inédita" la negativa del Ayuntamiento de Vic a empadronar a los inmigrantes y aseguró que es "extremadamente nociva" para afrontar la integración social de este colectivo. Jorge de Tienda, diputado responsable de la comisión de extranjería, considera que "una medida así no hace más que abocar a la marginalidad y a la clandestinidad" a estas personas. "Si es así como se dice, la decisión del Ayuntamiento implica una escasa sensibilidad a los derechos fundamentales de estas personas".

Mientras que el concejal de Acción Social de Vic, Joan López (ERC), asegura que hay que ayudar a "digerir" la entrada masiva de inmigrantes, la oposición municipal, excepto Plataforma per Catalunya, ha cargado duramente contra el equipo de gobierno. Laia Jurado, de la Candidatura d'Unitat Popular (CUP), lamenta que se quiera a los inmigrantes para unas cosas y no para otras, y el edil de ICV-EUiA Xavier Tornafoch considera que la negativa al empadronamiento provocará más desorden y descontrol.

Josep Anglada, de Plataforma per Catalunya, sonríe y aplaude una decisión que cree que se ha tomado gracias a la presión de su partido. Ufano, asegura: "No han tenido ninguna otra salida que darme la razón", y manda un mensaje de "bienvenida al club de racistas y xenófobos, tal como nos acusa la gente". Anglada afirma que ahora velará por que esta decisión no sea tan sólo un intento de salir en la foto.

A MÚSICA IDENTITÁRIA de JOSÉ CAMPOS E SOUSA

A MÚSICA IDENTITÁRIA de JOSÉ CAMPOS E SOUSA

Este ano 2009 foi de grande producción musical a do noso amigo o compositor Zé Campos e Sousa.

Primeiro a principios de ano recuperou o libro de Fernando Pessoa, "Mensagem" do qual musicou algúns poemas e logo a finais publicou o seu derradeiro disco, esta vez adicado à figura do Condestável Nuno Alvares Pereira... de obrigada visita à sua páxina e deleitar-se ao escoitar este maravilloso disco.

 http://www.josecamposesousa.com.pt/

 

NATAL, de FERNANDO PESSOA

NATAL, de FERNANDO PESSOA

Natal... Na província neva.
Nos lares aconchegados,
Um sentimento conserva
Os sentimentos passados.
Coração oposto ao mundo,
Como a família é verdade!
Meu pensamento é profundo,
'Stou só e sonho saudade.
E como é branca de graça
A paisagem que não sei,
Vista de trás da vidraça
Do lar que nunca terei!

Fernando Pessoa

Diário de Notícias Ilustrado, 30 de Dezembro de 1928

Boletim EVOLIANO nº8

Boletim EVOLIANO nº8

Xá se pode descarregar o nº 8 do boletím evoliano, esta vez có título de "O Simbolismo do Arco".

Tamén hai textos de J.Evola , do seu livro  "O camiño do Cinabrio", con referencias expresas a duas obras capitais súas, como son "Revolta contra o Mundo Moderno" e  "O Mistério do Graal"

Outro artigo do próprio Evola, neste nº8 do sumário son sobre  o vento divino  de  "Os Kamikaze" e mais "A navegación como símbolo heroico".

A destacar é o artigo de Marcos Rogério Estevam  sobre o Simbolismo iniciático do tiro con Arco, dividido o artigo en 4 partes, correspondentes ao Arco no Oriente, no Medio Oriente, no Ocidente e O Arqueiro como Guardián.

O enderezo onde descarregar este nº é: http://www.boletimevoliano.pt.vu//

 

  

Antoloxía poética de RODRIGO EMÍLIO

Antoloxía poética de RODRIGO EMÍLIO

A editora Areias do Tempo homenageia o Rodrigo Emílio com esta ediçom da Antologia Poética que inclui colaborações de António Manuel Couto Viana com uma brilhante Carta-Prefácio e a extraordinária Introdução de Bruno Oliveira Santos.
São 294 páginas de cultura lusíada polo preço de 10€!
Os pedidos devem ser feitos para: areiasdotempo@gmail.com
 

Elementos da Alma Galega

Elementos da Alma Galega

Reproducimos este breve artigo, extraído do blogue amigo  http://www.losmaceros.blogspot.com/

 La historia de de Galicia no comienza hasta los días ásperos de la Reconquista. Antes de esta data todo son preparaciones, hechos geográficos, raciales o administrativos, que en manera alguna crean concepto de grupo nacional.

El primer factor es, si duda alguna, e geográfico. Desde el Duero hasta el Cantábrico, y en un cuadrilátero cuyos otros dos lados son la costa atlántica y una línea recta que arrancara desde la desembocadura del Eo hasta llegar a las márgenes del Duero, hay un territorio de características uniformes, con flora, fauna y relieve sensiblemente iguales. Tierras de perenne verdor en contraste con las castellanas y portuguesas limítrofes, llenas de una blandura de paisaje opuesta tanto a la fiera montañería asturico-leonesa como a las estepas llanas de la planicie y de la cuenca del Tajo.

Estas tierras estuvieron habitadas desde tiempos antiguos por gentes celtas que, tuvieran o no la condición d aborígenes, lograron amoldarse al terrero y hacerse un factor fundido con el paisaje. No hay que exagerar la importancia del elemento celta hasta confundo con el alma misma de Galicia, cual a lo largo del siglo pasado fue moda y lugar común entre escritores. Antolín Faraldo identificaba Irlanda y Galicia bajo este adjetivo racial, Florentino Vaamonde hace en Os calaicos sea un bardo céltico quien entone las glorias patrias y Murguía atribuía a residuos de colegios druídicos la fundación de los estudios compostelanos, como herencia de la tesis celta de identificar ciencia con religión. Y en nuestros siglo, Ramón Cabanillas define a Galicia como “terriña celta”, Lisardo Barrero entona su rítmico: “Eu son da terra celta das nevaos e dos fumes”, y Jaime Quintanilla aspira a dar catalogación etnológica al nombre gallego diciendo es el único europeo entre todos los de la península.

Entre los factores que contribuyeron a alumbrar Galicia es el celta el más importante, pero en modo alguno el más decisivo y excluyente. Pervive en los usos y costumbres del pueblo una clara serie de concomitancias que es dado explicar utilizando la herencia celta; pero todas es secuelas no bastan para entender su peculiaridad. La peculiaridad gallega es histórica y no meramente racial, por mucho que la raza haya aportado al logro de aquella diversidad a lo largo de los tiempos.

Esas pervivencias son de muy varia condición. En primer término, las observaciones hechas en los capítulos siguientes denotan la continuidad de una concepción religiosa, casi pseudos- mística, de la naturaleza, que va desde los poetas de los cancioneros, bruscos de rudeza medieval, hasta las exquisiteces delicadas de una Rosalía.

Después, la toponimia celta grita a voces la lejana ascendencia hasta en los más inesperados nombres de lugares. Y en la masa informe de las leyendas populares, aun sin aceptar el extremado criticismo e Manuel Losa, que ve en la historia jacobea repeticiones de viejas narraciones célticas, verdad es que los gallegos ponen seres alados con papel de genios protectores habitado alcázares ocultos por las móviles aguas de los ríos, encantados y encantadores en sus cámaras mágicas de palacios fabricados con rocas cristalinas. Un cuento de esta especie recogió el P. Sarmiento sobre el río Barbanza, y otro sobre el pozo de Bradomil, y la paciente búsqueda de Murguía puso de relieve cuánto hay aún de vieja mitología ancestral en el culto campesino a las aguas, al fuego, a los astros, a la naturaleza inanimada, a los seres sobrenaturales que habitan en los lares, a las hadas de la tierra, a las doncellas de los arroyos, a los fantasmas y “canouros” de los bosques, a los “mouros”, “ouvas” y nigromantes huéspedes de antros y cavernas, amén de las “meigas” o brujas y de los “vindouros” o adivinos. Hasta de los ritos del culto druida restan nombres y detalles, cual la veneración el muérdago, basada en la creencia de que si se cubre un helecho con una servilleta blanca en la noche mágica de San Juan, al día siguiente está llena de gnomos, e incluso del valor medicinal de esos ritos, como la opinión de que para curar las hernias a los niños es suficiente hacerles pasar a través del corte hecho en el tronco de un árbol sagrado, tal como por ejemplo el roble.

 

SOLSTICIO D´INVERNO 2009

SOLSTICIO D´INVERNO 2009

Esta fin de semana, os amigos e simpatizantes da bandeira galega de TERRA E POVO, viñemos celebrar de novo a ceremonia do solsticio de inverno nun lugar senlleiro da nosa terra e con forte significado histórico dentro da historia da Galiza.

Após, acendidos os 4 fachos dos catro pontos cardiais e as velas solsticiais, celebrou-se unha velada con cena de irmandade acompañada por música tradicional en vivo.

 Un ano máis como xá ven sendo tradición e non costume, lembramos á  Septentrionix Lux e o seu retorno.

Unha leitura "solsticial"

Unha leitura "solsticial"

Pertencente ao livro de Julius Evola, "Revolta contra o Mundo Moderno", reproducimos o capítulo nº3 da 2ª parte da imprescindível obra do autor italiano. Para os nossos amigos, esta leitura "solsticial" que será proveitosa sem dúvida alguma.

EL "POLO" Y LA SEDE HIPERBOREA

 

Interesa examinar ahora un atributo particular de la edad primordial, que permite referir a esta representaciones histórico‑geográficas muy precisas. Ya hemos hablado del simbolismo del "polo", Isla o tierra firme que representa la estabilidad espiritual opuesta a la contingencia de las aguas, utilizada como residencia de los hombres trascendentes, héroes o inmortales; al igual que la montaña, la "altitud" o la región suprema, con los significados olímpicos que le están asociados, se unieron frecuentemente, en las tradiciones antiguas, al simbolismo "polar" aplicado al centro supremo del mundo y al arquetipo de toda "dominación" en el sentido superior del término(1).

 

Pero, fuera de este aspecto simbólico, numerosos datos tradicionales, muy precisos, mencionan el norte como emplazamiento de una isla, una tierra o una montaña, cuyo significado se confunde con el del lugar de la primera edad. Se trata pues de un conocimiento que tuvo un valor a la vez espiritual y real, por el hecho de que se aplica a una situación donde el símbolo y la realidad se identificaron, donde la historia y la suprahistoria, en lugar de aparecer como elementos separados, se fundieron por ósmosis uno a través del otro. Es en este punto preciso donde se pueden insertar los acontecimientos condicionados por el tiempo. Según la tradición, en una época de la alta prehistoria que corresponde a la edad de oro o edad del "ser", la isla o tierra "polar" simbólica habría sido una región real situada en el septentrión, próxima del lugar donde hoy se encuentra el polo ártico. Esta región estaba habitada por seres que poseerían una espiritualidad no‑humana a la que corresponden, como hemos visto, las nociones de "gloria", de oro, de luz y de vida y que fue evocada más tarde por el simbolismo sugerido precisamente por su sede; estos seres constituyeron la raza dueña de la tradición urania en estado puro y "uno" y fue la fuente central y más directa de las formas y de las expresiones variadas que esta tradición revistió en otras razas y civilizaciones(2).

 

El recuerdo de esta sede ártica forma parte de las tradiciones de numerosos pueblos, bajo la forma de alusiones geográficas reales o de símbolos de su función y de su sentido original, alusiones y símbolos frecuentemente trasladados ‑como veremos‑ a un plano supra‑histórico, o bien aplicados a otros centros susceptibles de ser considerados como reproducciones de este centro original. Es por esta razón que se constatan frecuentemente interferencias de recuerdos, es decir, de nombres, mitos y localizaciones, donde el ojo avisado puede fácilmente discernir los elementos constitutivos. Es interesante revelar muy particularmente la interferencia del tema ártico con el tema atlántico, del misterio del Norte con el misterio de Occidente. El centro principal que sucedió al polo tradicional original habría sido, en efecto, atlántico. Se sabe que por una razón de orden astrofísico, a saber la inclinación del eje terrestre, los climas se desplazan según las épocas. Sin embargo, según la tradición, esta inclinación se habría producido en un momento determinado y en virtud de una sintonía entre un hecho físico y un hecho metafísico: como si un desorden de la naturaleza reflejase un hecho de orden espiritual. Cuando Li‑tseu (c.V) habla, bajo una forma mítica, del gigante Kung‑Kung que rompe la "columna del cielo", es a este acontecimiento al que se refiere. Se encuentran incluso, en esta tradición, alusiones más concretas  donde se constatan, sin embargo, interferencias con hechos  correspondientes a catástrofes posteriores: "Los pilares del  cielo fueron destrozados. La tierra tembló sobre su base. En septentrion los cielos descendieron cada vez más. El sol, la luna y las estrellas cambiaron su curso [es decir que su curso apareció cambiado por motivo de la inclinación sobrevenida]. La tierra se abrió y las aguas encerradas en su seno hicieron irrupción e inundaron los diferentes países. El hombre se había revuelto contra el cielo y el universo cayó en el desorden. El sol se oscureció. Los planetas cambiaron su curso [según la perspectiva ya indicada] y la gran armonía del cielo fue destruida"(3). De todas formas, el hielo y la noche eterna no descendieron más que en un momento determinado sobre la región polar. La emigración que resultó marcó el fin del primer ciclo y la apertura del segundo, el inicio de la segunda gran era, el ciclo atlántico.

 

Textos arios de la India, como los Veda y el Mahabharata, conservaron el recuerdo de la región ártica bajo forma de alusiones astronómicas y calendarios, que no son comprensibles más que en relación a esta región (4). En la tradición hindú, la palabra dvipa, que significa textualmente "continente insular" se emplea frecuentemente, en realidad, para designar a los diferentes ciclos, por transposición temporal de una noción espacial (ciclo = isla). Se encuentra en la doctrina de los dvipa referencias significativas al centro ártico, mezcladas en ocasiones con otros datos. La çveta‑divîpa, o "isla del esplendor", que hemos mencionado está localizada en el extremo septentrión  y se habla frecuentemente de los Uttarakura como una raza originaria del Norte. Pero el çveta‑dvîpa al igual que el kura forman parte del jambu‑dvîpa, es decir, del "continente insular polar, que es el primero de los diferentes dvîpa, y al mismo tiempo su centro común. Su recuerdo se mezcla con el del saka‑dvîpa, situado en el "mar blanco" o "mar de leche", es decir en el mar ártico. No se habrá producido desviación en relación a la norma y a la ley de lo alto: cuatro castas, correspondientes a las que ya hemos mencionado, veneraron a Visnú bajo su forma solar, estando así emparentado con el Apolo hiperbóreo(5). Según el Kurma‑purana la sede de este Visnú solar ‑cuyo símbolo era la esvástica, cruz gamada o "cruz polar"‑ coincide también, con el çveta‑dvîpa, del que se dice en el Padmapurana que más allá de todo lo que es miedo y agitación samsárica, es la residencia de los grandes ascetas, mahayogi, y de los "hijos de Brhama" (equivalentes a los "hombres trascendentes" residentes en el norte de los que se habla en la tradición china): viven próximos a Hari, que es Visnú representado como "el Rubio" o "el Dorado" y cerca de un trono simbólico "sostenido por leones,  resplandeciendo como el sol e irradiando como el fuego". Son variantes del tema de la "tierra del Sol". Sobre el plano doctrinal, se encuentra un eco de este tema en el hecho, ya mencionado, de que la vía de los deva‑yâna que, contrariamente a la del retorno a los manes o a las Madres, conduce a la inmortalidad solar y a los estados supraindividuales del ser, fue llamada la vía del norte: en sánscrito, norte, uttara, significa igualmente la "región más elevada" o "suprema" y se llama uttarâyana, camino septentrional, al recorrido del sol entre los solsticios de invierno y de verano, que es precisamente una vía "ascendente" (6).

 

Recuerdos aún más precisos se conservaron entre los Arios del Irán. La tierra original de los arios, creada por el dios de la luz, la tierra donde se encuentra la "gloria", donde, simbólicamente, habría "nacido" Zaratustra, donde el rey solar Yima habría encontrado a Aurá Mazda, es una tierra situada en el extremo norte. Y allí se guarda el recuerdo preciso de la congelación. La tradición refiere que Yima fue advertido de la proximidad de "inviernos fatales"(7) y que instigados por el dios de las tinieblas, se lanzó con el Arianem Vaejo la "serpiente del invierno". Entonces "hubo diez meses de invierno y dos de verano" y hubo "frío en las aguas, y en las tierras, frío para la vegetación. El invierno se abatió con sus peores calamidades"(8). Diez meses de invierno y dos de verano, tal es el clima del Artico.

 

La tradición nórdico‑escandinava, de carácter fragmentarios, presenta diversos testimonios confusamente mezclados, donde se encuentran sin embargo huellas de acontecimientos análogos. El Asgard, la residencia de oro primordial de los Ases, se localiza en el Mitgard, la "Tierra Media". Esta tierra mítica fue identificada a su vez ya sea con Gardarica, una región casi ártica, como con la "isla verde" o "tierra verde" que figura en la cosmología como la primera tierra salida del abismo Ginungagap, y que quizás no esté carente de relación con Groenlandia, Grünes Land. Groenlandia, como su mismo nombre parece indicar, presentó hasta el tiempo de los godos, una rica vegetación y no había sido afectada por la congelación. Hasta el inicio de la Edad Media, subsistió la idea de que región del norte habría sido la cuna de algunas razas y de ciertos pueblos(9). Por otra parte, los relatos épicos relativos a la lucha de los dioses contra el destino, rök, que terminó por golpear su tierra ‑relatos en los cuales recuerdos del pasado interfirieron con temas apocalípticos‑ pueden ser considerados como ecos del declive del primer ciclo. Se encuentra aquí, como en el Vendïdâd, el tema de un invierno terrible. Al desencadenamiento de las naturalezas elementales se añade el obscurecimiento del sol; el Gylfaginnin habla del temible invierno que precedió al final,  menciona tempestades de nieve que impidieron gozar de las bonanzas del sol. "El mar se alzó en tempestad y tragó las tierras; el aire se volvió glacial y el viento acumuló masas de nieve" (10).

 

En la tradición china, la región nórdica, el país de los "hombres trascendentes", se identifica frecuentemente con el país de la "raza de los huesos blandos". A propósito de un emperador de la primera dinastía se cita un lugar situado sobre el mar del Norte, ilimitado, sin intemperies, con una montaña (Hu‑Ling) y una fuente simbólicas, llamado "extremo Norte" y que Mu, otra figura imperial, (11) debió abandonar muy entristecido. El Tíbet conserva igualmente el recuerdo de Tshan Shambaya, la mística "Ciudad del Norte", la Ciudad de la "paz", presentada igualmente como una isla donde ‑al igual que el Zaratustra del aryanem vâejo‑ habría "nacido" el héroe Guesar. Y los maestros de las tradiciones iniciáticas tibetanas dicen que los "caminos del Norte" conducen al yogi hacia la gran liberación (12).

 

En América, la tradición constante relativa a los orígenes, tradición que se encuentra hasta el Pacífico y la región de los Grandes Lagos, habla de la tierra sagrada del "Norte lejano", situada cerca de las "grandes aguas", de donde habrían venido los antepasados de los Nahua, los Toltecas y Aztecas. Tal como hemos dicho, el nombre de Aztlan, que designa frecuentemente esta tierra, implica también ‑como el çveta‑dvîpa hindú‑ la idea de blancura, de tierra blanca. Las tradiciones nórdicas, guardan el recuerdo de una tierra habitada por razas gaélicas, próxima al golfo de San Lorenzo, llamada "Gran Irlanda" o Hvitramamaland, es decir, "país de los hombres blancos" y los nombres de Wabanikis y Abenikis, que los indígenas llevan en estas regiones, proceden de Wabeya, que significa "blanco" (13). Algunas leyendas de América Central mencionan cuatro antepasados primordiales de la raza Quiché que intentan alcanzar Tula, la región de la luz. Pero no encuentran más que hielo; el sol jamás aparece. Entonces se separan y pasan por el país de los Quichés (14). Esta Tula o Tulán, patria originaria de los toltecas, de la que probablemente extrajeron su nombre y llamaron Tolla, el centro del Imperio que fundaron más tarde sobre la meseta de Méjico, representaban también la "tierra del Sol". Esta, ciertamente, es localizable en ocasiones en el Este de América, es decir, en el Atlántico; pero esto se debe verosímilmente al recuerdo de una sede ulterior (a la cual corresponde quizás más particularmente el Atzlan), que recuperó durante un cierto tiempo, la función de la Tula primordial cuando el hielo se enseñoreó de lo zona y el sol desapareció (15). Tula corresponde manifiestamente a la Thule de los griegos, aunque este nombre, por razones de analogía haya servido igualmente para designar a otras regiones.

 

Según las tradiciones greco‑romanas, Thule se habría encontrado en el mar que lleva precisamente el nombre del dios de la edad de oro, Mare Cronium, y que corresponde a la parte septentrional del Atlántico (16). En esta misma región las tradiciones más tardías situaron las islas que, sobre el plano del simbolismo y de la suprahistoria, se convirtieron en Islas Afortunadas, islas de los Inmortales (17), o isla Perdida, que, tal como la describía Honorius Augustodumensis en el siglo XII, "se oculta a la vista de los hombres, siendo descubierta solo casualmente, pero se oculta cuando se la busca". Thule se confunde pues con el país legendario de los hiperbóreos, situado en el extremo norte (18), de donde los linajes aqueos originarios llevaron el Apolo délfico, pero también con la isla Ogigia, "ombligo del mar", que se encuentra lejos, sobre el ancho océano (19) y que Plutarco sitúa en efecto en el norte de la (Gran) Bretaña, cerca del lugar ártico donde permanece aún, sumido en el letargo, Cronos, el rey de la edad de oro, allí el sol no desaparece más que una hora por día durante todo un mes y donde las tinieblas, durante esta única hora no son muy espesas, sino que recuerdan a un crepúsculo, exactamente como en el ártico (20). La noción confusa de la noche clara del norte contribuyó por otra parte a hacer concebir la tierra de los hiperbóreos como un lugar de luz sin fin desprovisto de tinieblas. Esta representación y este recuerdo fueron tan vivos, que subsistió un eco hasta en la romanidad tardía. La tierra primordial fue asimilada a la Gran Bretaña y se dice que Constancio Cloro se adelantó hasta allí con sus legiones, no tanto en busca de laureles de gloria militar, como  para alcanzar la tierra "más próxima al cielo y más sagrada", para poder contemplar al padre de los dioses ‑es decir, a Cronos‑ y gozar de un "día casi sin noche", es decir para anticipar así la posesión de la luz eterna propia de las apoteosis imperiales (21). E incluso cuando la edad de oro se proyectó en el futuro como la esperanza de un nuevo saeculum, las reapariciones del símbolo nórdico no faltaron. Es el norte ‑ab extremis finibus plagae septentrionalis‑ que deberá alcanzar, por ejemplo, según Lactancio (22), el Príncipe poderoso que restablecerá la justicia tras la caída de Roma. Es en el norte donde "renacerá" el héroe tibetano, el místico e invencible Guesar, para restablecer un reino de justicia y exterminar a los usurpadores (23). Es en Shamballa, ciudad sagrada del norte, donde nacerá el Kalki‑avatara, aquel que pondrá fin a la "edad sombría". Es el Apolo hiperbóreo, según Virgilio, quien inaugurará una nueva edad de oro y de los héroes bajo el signo de Roma (24). Y los ejemplos podrían multiplicarse.

 

Habiendo precisado estos puntos esenciales, no volveremos sobre esta manifestación de la ley de solidaridad entre causas físicas y causas espirituales, en un dominio en el que se puede presentir el lazo íntimo unificador de lo que, en un sentido más amplio, puede llamarse "caida" ‑a saber la desviación de una raza absolutamente primordial‑ y la inclinación física del eje de la tierra, factor de cambios climáticos y de catástrofes periódicas para los continentes. Observaremos solamente que es después que la región polar se convirtiese en desierta, se pudo constatar la alteración y desaparición progresivas de la tradición original que debía llegar a la edad de hierro o edad oscura, kali‑yuga,o "edad del lobo" (Edda) y, finalmente, a los tiempos modernos propiamente dichos.