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POLÍTICA, ECONOMÍA E SOCIEDADE

Os aspectos económicos do ataque israelí en Gaza

Os aspectos económicos do ataque israelí en Gaza
¿Guerra irracional?
Mientras el bombardeo masivo de la Franja de Gaza prosigue por segunda semana, los observadores pueden maravillarse ante la corta memoria de Israel y lo poco que los dirigentes israelíes han aprendido de la guerra de 2006 contra Hezbollah en el Líbano.
Desconcertados testigos especulan sobre cuál pueda ser la razón de la destrucción masiva que Israel causa en Gaza y de la muerte y sufrimiento que provoca. Ciertamente, no se trata de que las autoridades israelíes simplemente sean sádicas. Pero, ¿qué fin podrían conseguir estos ataques?
Desde una perspectiva militar el ataque tiene poco sentido, ya que incluso los mandos militares israelíes reconocen que es poco probable que con él se ponga fin a los disparos de cohetes contra Israel. Sin embargo, los dirigentes militares israelíes apoyan el ataque, porque de lo contrario serían tachados de poco profesionales y de cobardes. Además, la cúpula castrense israelí sale beneficiada de las operaciones militares masivas aunque no tengan éxito en conseguir objetivos a largo plazo, pues la victoria inmediata ayuda a aumentar el prestigio de los comandantes y les allana el camino para que puedan emprender la carrera política una vez concluida la militar.
Desde un punto de vista político las posibilidades de que el ataque israelí consiga derrocar a Hamas son escasas; incluso si los israelíes consiguieran eliminar mediante la violencia a la dirigencia de Hamas es poco probable que la población palestina de Gaza, así como la de Cisjordania, vuelva a apoyar a Fatah, pero sí que busque un liderazgo más radical comprometido con la lucha contra la ocupación israelí. Sin embargo, los ataques cuentan con el apoyo de la mayoría de la opinión pública judía israelí, que declara abiertamente su lealtad a sus líderes, persuadida de que si los "expertos" apoyan la operación entonces ésta debe de estar justificada. Ahora bien, desde una perspectiva económica, la situación es más complicada e interesante. Los medios de comunicación israelíes se han dedicado a difundir la especie, al día de hoy creída por la mayoría del público judío israelí, de que Israel ha estado enviando ayuda humanitaria a la Franja de Gaza. Utilizando una gran variedad de titulares de prensa tales como "Israel permitirá la entrada a Gaza a más camiones", los medios de comunicación han ayudado a ocultar el hecho de que los camiones los pagan las Naciones Unidas y los donantes internacionales, que Israel no concede ninguna ayuda a Gaza y que lo que en realidad ocurre es que Israel obtiene beneficios de esa ayuda.

Israel obtiene beneficios del cerco de Gaza

La continuada ocupación israelí de la Franja de Gaza no sigue ya el clásico esquema colonial. La mano de obra y los recursos palestinos ya no son explotados por empresas israelíes, lo cual no significa sin embargo que la explotación del pueblo palestino por parte de Israel haya terminado.
Israel encontró una forma de explotar a los palestinos cobrando un peaje a los esfuerzos de ayuda humanitaria con destino a Gaza (también a Cisjordania, pero de momento nos concentraremos solamente en al caso gazatí). La población de Gaza es la población del mundo que más depende de la ayuda humanitaria. Sin posibilidad de exportar e importar materias primas, sin la infraestructura necesaria para el desarrollo de la industria local, la Franja de Gaza es incapaz de generar suficientes ingresos a nivel local para sostener a su población y debe depender de la ayuda. El asedio israelí crea así las condiciones necesarias para el envío de ingentes cantidades de ayuda a Gaza.
Esta ayuda debe pasar a través de puertos y aeropuertos israelíes, donde las tasas de aduana(*) y las tarifas de almacenamiento y transporte acaban engordando las arcas de empresas israelíes. Las limitaciones impuestas por Israel al número de camiones autorizados a entrar en Gaza y los prolongados registros y controles por los que deben pasar las mercancías hacen que los costes de transporte y almacenamiento aumenten exponencialmente.
Gran parte de la ayuda llega en forma de productos (alimentos, piensos, gasolina, gas de cocina, medicamentos, etc) que proceden de empresas israelíes. De ese modo, estas empresas han sido capaces de encontrar un mercado cautivo en Gaza, cobrar por adelantado (puesto que los cheques de bancos de la Franja de Gaza no son aceptados en Israel) y aumentar sus ventas.
Lo que es más importante, esta ayuda se financia con moneda extranjera (principalmente euros), pero los productos proceden de empresas israelíes a las que hay que pagar en moneda israelí. El resultado es que ingentes cantidades de moneda extranjera se convierten en el Banco Central de Israel en shekels israelíes con el fin de financiar la ayuda, y el Banco Central de Israel consigue quedarse con la moneda extranjera.
En efecto, el asedio israelí de Gaza ha transformado la industria de la ayuda en una de las más grandes exportaciones israelíes: empresas que normalmente proporcionarían servicios domésticos se han convertido en fuente de divisas extranjeras, lo que contribuye a fortalecimiento general de la economía israelí y ha permitido eliminar el déficit de la balanza comercial israelí casi en su totalidad.

Los túneles y la guerra
El partido Hamas en Gaza supo poner algunas piedras en el engranaje de la maquinaria israelí de explotación. Cuando derribó la valla de Rafah a principios de 2008 y, posteriormente, al importar mercancías procedentes de Egipto a través de túneles subterráneos a fin de complementar la dieta de los asediados gazatíes, Hamas ha sido capaz de pasar de contrabando mercancías a la Franja de Gaza sin pagar aduanas a Israel. Las mercancías, que son adquiridas a comerciantes egipcios, se han convertido en un canal extraoficial de importación de bienes al espacio aduanero controlado por Israel, un canal por el que a Israel se escapan las divisas (ya que los gazatíes pagan a los comerciantes egipcios utilizando moneda israelí, que luego cambian por moneda extranjera del Banco Central de Israel). De hecho, la fuente de estos shekels utilizados por los palestinos gazatíes para importar productos era en su mayor parte la comunidad internacional. Esto se debe a que los funcionarios de la Autoridad Palestina siguieron recibiendo sus sueldos de la cuenta bancaria de la Autoridad Palestina en Ramallah, un presupuesto financiado en gran medida por la comunidad internacional. Gaza ha estado socavando el sistema israelí de succión de los beneficios procedendes de la ayuda internacional al tranformar el dinero de la ayuda en bienes de consumo libres de impuestos. Dado que Hamas no pagaba aduanas a Israel, la fuga de shekels afectó a la economía israelí más de lo que habría podido pensarse en función del (pequeño) volumen de las importaciones. La amenaza de que esta tendencia se convirtiera en permanente, y tal vez de que pudiera ampliarse a otras áreas de Cisjordania, ha causado una honda preocupación a los altos funcionarios del Banco Central de Israel. Eso podría explicar parcialmente por qué las élites económicas de Israel se han abstenido de criticar el ataque israelí contra Gaza, a pesar del daño económico que causa a la economía israelí.
Eventualmente, sin embargo, el bombardeo de Gaza, e incluso su invasión, podrá restringir el comercio a través de los túneles y reafirmar el control israelí sobre las fronteras económicas, pero no anular la carga económica que la ocupación supone para Israel, y la naturaleza a largo plazo insostenible de la las políticas de Israel.
(*) Israel está oficialmente obligada a transferir a la Autoridad Nacional Palestina las tasas aduaneras con las que grava los productos destinados a los Territorios Ocupados, pero raramente transfiere la totalidad de las sumas.
Fuente: http://www.alternativenews.org/news/english/war-of-the-tunnelseconomic-aspects-of-the-israeli-attack-on-gaza-20090105.html

Islam en Europa ¿Paz o Sumisión?

Islam en Europa ¿Paz o Sumisión?

Galiza sen Galegos, Asturies sen Asturiáns

Galiza sen Galegos, Asturies sen Asturiáns

Artigo de interese sobre o problema do desastre demografico na Galiza e Asturies, publicado na revista IdentidaD nº 8.

Sabemos que España es  la suma –y nunca la resta-  de la diversidad de las identidades culturales que coexisten en nuestro estado y gracias a ello disfrutamos de una riqueza en costumbres y lenguas, que sin duda alguna es envidiable. El respeto y fomento de dichas identidades que cohabitan en España con el firme objetivo de una Europa fuerte y consolidada,  es el único futuro viable en un mundo cada vez más homogéneo, globalizado e híbrido. Nunca olvidemos que en la resta está la debilidad, la flaqueza y  la merma. La suma da la fortaleza, la calidad y la riqueza. 

 

 Pero no debemos confundirnos, con esto de las Identidades. Porque  lo que no es envidiable es la actual apariencia de reinos de taifas, con un exceso -la mayor de las veces- de funcionarios que no funcionan y dormitan en Administraciones autonómicas y  parlamentos diversos con políticos que se dedican a azuzar entre comunidades de vecinos. No olvidemos que esos jerarcas y todo su séquito de cortesanos de estómagos agradecidos, en su gran mayoría son como sabemos de esa raza superior que ¡desayuna dos veces al día!  

 

¿Acaso no elegimos a los políticos para  la mejora de nuestra sociedad? ¿O bien no votamos para que gestionen correcta y razonablemente nuestros impuestos? ¿O por desgracia somos unos ilusos que pensamos que nuestros gobernantes, al servicio  de eso denominado “sector público”, quieren lo mejor para nosotros, para nuestros mayores y nuestros hijos?

 

Con esta pequeña introducción queremos denunciar el desequilibrio dentro del Estado, entre las diferentes comunidades, que lejos de ser solventado, cada vez se agrava más y más, sin paliar las grandes diferencias que cada vez se perciben de manera más nítida.

 

Las diferencias entre la “España atlántico-cantábrica” y la “España mediterránea”, no solo se circunscriben al paisaje y al paisanaje.  A algunos “nacionalatas” se les debería caer la cara de vergüenza en sus reivindicaciones frente a comunidades más pobres, con mayores “deudas históricas”, cuando gracias a ellas, bien por importación de mano de trabajo gallega, asturiana, andaluza etc., bien por incentivos a las burguesías locales, se fomentó en tiempos de su denostado “Caudillo”  los planes de desarrollo en la década de los años 60. Por poner un ejemplo,  la industria textil en Catalunya. Y a nadie se le escapa que la “producción textil incentivada” de Catalunya en la época franquista, ha cambiado sus factorías por otros lugares de producción. Por el contrario, Inditex, con su buque insignia, la multinacional Zara, nació en Galicia, merced a la idea de unas pocas personas y gracias al trabajo -“como chinos”- de muchas cooperativas de mujeres gallegas y del norte de Portugal. Y no tuvo los grandilocuentes apoyos de los planes de desarrollo del  franquismo, ni del felipismo, ni del aznarismo, a diferencia de las burguesías  catalana o vasca.

 

Así pues nos encontramos con una España con un eje claramente orientado con su peso hacia el este del país, donde la España mediterránea ha sido objetivo preferente ya desde tiempos del Anterior Régimen, frente a la España atlántico-cantábrica, salvo la excepción del caso vasco-navarro.

 

A nadie se le escapa, que el problema “gordo” actual de la inmigración, se concentra claramente en esa denominado eje centro-este, la España mediterránea que va desde Catalunya, Valencia y Murcia, hasta Madrid, pasando por Euskadi y Navarra. En la economía de mercado, lógicamente a mayor desarrollo y mayor crecimiento económico, mayor flujo de inmigrantes en busca de oportunidades.

 

Mientras tanto, las zonas del noroeste español, como Galiza, Asturias, León o Zamora, que venían sufriendo una devaluación planificada desde ministerios centrales de sus   autárquicas economías, reciben con la entrada en la UE en 1982 enormes recortes de sus tejidos productivos, dándoles su definitivo golpe de gracia.

 

La crisis de la minería asturiana y leonesa, los recortes de la flota pesquera gallega así como el cierre de los astilleros, la imposibilidad de producción de la asfixiante cuota láctea para los pequeños y medianos ganaderos, han dado como resultado que la población activa del sector rural paulatinamente se vaya mermando y marchando a las urbes, con una consiguiente pérdida demográfica alarmante. En algunos pueblos, personas en edad de trabajar, vive de las prejubilaciones (minería astur-leonesa).En otros, solo quedan los mayores al cuidado de sus casas y sus terruños. Los jóvenes tienen que emigrar a otras zonas del estado. En Asturies o Galiza la sangría ya se venía produciendo desde principios y mediados del siglo XIX y prolongándose durante todo el XX. Parece que en el siglo XXI, con la progresión aritmética que llevamos, no solo el oso pardo o el lobo ibérico estarán en peligro,  quizás asturianos y gallegos serán “especie en peligro de extinción”.

 

Quizás suene a alarmismo o a catástrofe, pero los datos, las cifras y las predicciones no las inventa quien esto escribe.  Son datos oficiales y no ocultados, recogidos de organismos oficiales y publicados en prensa. Parece que no preocupan en exceso a nuestros políticos, sean del PSOE como un Touriño o Areces, como tampoco parece que preocuparon en exceso a los del PP, como a un Manuel Fraga, porque a día de hoy el problema sigue sin solución, sin incentivos ni nada que se le asemeje. A lo sumo parches de “cheques-bebé”, auténticos sucedáneos de una política real a favor del aumento de la natalidad. Parece que hay miedo al incentivo y fomento de la natalidad, a una protección real de la familia. Medidas reales existen en diversos países de la Comunidad Europea, (Irlanda, Suecia, Finlandia, por ejemplo) auténticamente progresistas. ¿Dónde está la conciliación  de la vida laboral y familiar de los  padres, ayudas en tramos de edad, etc.? ¿Para algunos de esos privilegiados que como decíamos antes, “desayunan dos veces al día”?. Es precisa la justa causa de  la conservación de la población  autóctona en nuestras tierras de origen. Es lo que necesitamos en Galiza y Asturias, de manera urgente e inminente. Nuestro mayor capital son nuestras gentes, nuestros hijos, que queremos reciban la sabia herencia ancestral de sus abuelos.

 

Nuestros antepasados hicieron este país. Los gallegos y asturianos, que trabajaron en su tierra y los que salieron de sus aldeas para mejorar sus condiciones de vida, reinvirtieron de nuevo su prosperidad entre los suyos,    sin necesidad de ayudas de los de fuera.

Leíamos recientemente en “La Voz de Asturias”: En el caso del Principau d´Asturies, la alerta demográfica no es ninguna novedad y tampoco lo es que el Principado registre la tasa de natalidad más baja de todo el país, pero las proyecciones y estimaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) comienzan a arrojar otras explicaciones para la sostenida pérdida de población que todos vaticinan para la región. Las estimaciones de población actual realizadas por el INE para el periodo 2002 al 2007 reflejan que en el último año 5.215 jóvenes de 20 a 30 años se marcharon del Principado. Las proyecciones sobre índices de natalidad ratifican al Principado como la comunidad con la tasa de nacimientos más baja de todo el país (0,97 hijos) y además sitúa a las asturianas dentro de las madres más tardías porque la media de edad para dar a luz a su primer hijo se sitúa en 31,46 años.

 También apareció la noticia, de características análogas, en el diario “La Voz de Galicia” (23.04.07).Podíamos leer que en la última década, la población gallega sólo ha aumentado en 29.211 habitantes, pasando de los 2.742.622 censados en 1996, a los 2.772.533 recogidos en el Padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE) a 1 de enero de 2007.Y si a ello descontamos la afluencia de inmigrantes tanto a Galiza como a Asturies, diremos que nuestro crecimiento es deficitario. Si nuestros jóvenes emigran a otras zonas de la península o de la UE, y en falsa compensación, es decir, en detrimento de gallegos y asturianos, recibimos inmigrantes, parece que nuestros políticos quieren desviar nuestra atención sacando de la chistera que nuestra demografía no es tema en exceso preocupante. La inmigración para ellos es la solución. Y nada más falso y alejado de la realidad. Las soluciones a esta crisis demográfica pasan por varios factores, complejos desde luego, pero en absoluto irrealizables. Falta sobre todo voluntad política de incentivo empresarial tanto en el sector rural, como en el industrial. Falta el hacer justicia con unas comunidades agraviadas con la entrada en la UE, con su  tejido productivo desestructurado merced a políticas de corto alcance y electoralismo galopante. Falta la revitalización del sector rural, con cuotas lácteas injustas. Recordemos que mientras que a ganaderos asturianos, gallegos, leoneses o cántabros, no se les deja producir leche, quedamos obligados a comprar excedentes de Francia, Dinamarca u Holanda. ¿Entonces que es lo que nos queda a la población rural del norte? ¿Si se abandonan las tierras y no producen, si no se puede producir calidad y competir con nuestro sector ganadero? ¿Cual es el futuro del tejido social del rural? ¿Simplemente el turismo del silencio y naturaleza, el turismo rural?

“Galicia y Asturias organizan un frente común de autonomías envejecidas”. Bajo este título grandilocuente y propagandístico- como es costumbre- leíamos en el diario “El País” (20.04.08) que dado el carácter de comunidades envejecidas, dispersas y orograficamente complicadas, los presidentes autonómicos Emilio Pérez Touriño y Vicente Álvarez Areces, se han reunido. ¿Para que era la reunión que decía el titular de “El País”? Se reunieron para ver como va la autovía transcantábrica, para concretar e impulsar al Reserva de la Biosfera de Terras de Burón-Oscos-Eo. Pero ni rastro de abordar el problema de envejecimiento, de la crisis demográfica. No se mojaron en criticar a sus compañeros de partido, como el bandolero Montilla, con respecto a la financiación blindada de su nuevo estatuto. Eso sí, parece que comieron a buen mantel en el Hostal de los Reyes Católicos en Compostela. Y no sabemos si desayunaron dos veces.

FEDERICO TRASPEDRA

Imos cara à 3ª Guerra Mundial?

Imos cara à 3ª Guerra Mundial?

Para os U.S.A.,  ainda o Iraque e Afghanistán non son temas plenamente "solucionados". Existen algúns "retrasos" dado a insurxencia islámica, pero en "vías de solución". Na súa "re-organización" según os principios da Nova Orde Mundial, é un segredo a berros, que na  zona do Oriente Meio o vindeiro obxetivo militar será Irán.  As ameazas dos USA e Israel cara à República islámica de Irán son avisos para tomar moi en serio... é o posível inicio -según expertos en xeopolítica- da 3ª Guerra Mundial.

É a guerra inevitável? Non para os USA e Israel. É preciso para os USA controlar un Irán que é segunda reserva do petróleo e do gas mundiais, emprazado nun dos enclaves máis xeoestratéxicos do planeta (control do tráfico marítimo de grande parte do petróleo polo Estreito de Ormuz), subministrador do 40 % das necesidades enerxéticas da súa grande potencia rival, China–, e de neutralizá-lo na rexión para consolidar a hexemonía de Israel. Despois da destrución total do Iraque, a alianza dos USA e do estado de Israel, ollan cara Irán como o único escollo para consolidar a súa supremacía. Desaparecido un Iraque ameazador para Israel, só resta o "perigoso" Irán para a "existencia tranquila" dos xudeus e das reservas petroleras para as empresas norteamericáns.

E  ten algo que decir à consolidación da "hexemonía planetaria  de USA-Israel",  paises como Rusia ou Europa?  Pouco ou nada por separado e baixo a influencia da OTAN.  Sen unha Euro-Rusia identitária, o camiño da dominación para Israel-USA é cousa de tempos medidos e marcados.

Pode ser  entón o inicio da 3ª Guerra Mundial? Que é o que fará China? Países islámicos de Asía xunto con China por un lado,  fronte á estructura militar da OTAN, Israel e USA por outra banda?...  Quen non teña claro que o dominio militar dos USA sobre toda a superficie do planeta son unha obviedade, ollen para o deseño onde poden observar-se as bases militares na rexión.

Semella que todo está-se a preparar!!

Ariadna Andrade

terraepovo@yahoo.es

 

A Globalización das Castástrofes

A Globalización das Castástrofes


 

 

 


Por primera vez en la historia, la Humanidad en su conjunto está amenazada por una convergencia de catástrofes: el deterioro del tejido social con el tráfico de drogas y el crimen organizado a escala internacional como telón de fondo, el temor permanente al crack económico por las fluctuaciones en los mercados financieros mundiales, el polvorín de los países pobres del Sur y su enfrentamiento con el rico Norte, el aumento constante de la violencia y el fanatismo, el deterioro progresivo del medio ambiente, el caos sanitario que convierte las enfermedades en pandemias a escala planetaria (SIDA, los nuevos virus, la enfermedad de las "vacas locas"), la fragilidad de los sistemas cibernéticos, etc., son algunos ejemplos de la irracionalidad con la que convivimos a diario.

Como afirma G. Faye en su libro "El Arqueofuturismo", "estas catástrofes anunciadas son el fruto directo de la creencia en los milagros de la modernidad: pensemos en el mito del posible alto nivel económico para todos y a escala planetaria, y en la generalización de las economías de fuertes consumos energéticos. El paradigma del igualitarismo materialista dominante -una sociedad de consumo "democrático" para diez mil millones de hombres en el siglo XXI sin saqueo generalizado del medio ambiente- es una pura utopía". Más que utopía, pura creencia onírica.

Pero esta es la lógica de un sistema que camina hacia la Globalización como culminación de la ideología moderna, que nos ha hecho creer que es "necesaria" la creación de una economía y de una sociedad globales que haga depender la vida cotidiana de fuerzas globales. Los poderes económicos buscan la globalización de la producción, del conocimiento y de las finanzas para maximizar sus beneficios. Y para ello es necesario, por un lado, la retirada del Estado nacional como poder de regulación y por otro, la globalización del poder político en la forma de una estructura de autoridad plural asociada con las Naciones Unidas. La Globalización ha ’resuelto’, de algún modo, las crisis de acumulación capitalista, ha dejado atrás ’las relaciones sociales entre la gente’ y, por ende, disuelto la resistencia al sistema. Para los globalizadores, la libertad de mercado neoliberal es incapaz de generar aceptación y recomiendan la ’democratización’ en un nivel transnacional como un remedio para asegurar un capitalismo de mercado a escala global. Es decir, se busca salvaguardar la libertad del mercado a través de reformas institucionales y así garantizar el liberalismo económico. Por tanto, todo lo que podemos hacer es recuperarnos de la pérdida de los valores democrático-liberales transnacionalizando el gobierno, es decir: construyendo el Gobierno Mundial. Se sugiere que sólo de esta manera se asegurarán los derechos de los ciudadanos del mundo.

En pocas palabras, la teoría de la Globalización conduce a un proyecto político que celebra esponsales con el espectro del capitalismo. Sin embargo, mientras los mundialistas se despiden de la clase obrera, la burguesía permanece fiel a sus principios. La idea de que las relaciones sociales burguesas se construyen a partir de relaciones entre propietarios nunca ha sido olvidada por la burguesía. Se amarran fanáticamente en hacer que ’su’ riqueza se expanda, y nunca han dejado de pensar que el trabajo humano no sea otra cosa que un simple coste empresarial, lo que significa el tratamiento de la humanidad como un recurso que es sacrificado sobre las pirámides de la acumulación. ¿Cómo extrañarnos que a lo largo de la última década haya habido un aumento en el tráfico de mujeres y de niños, esto es, de prostitución y esclavitud? Simplemente, han surgido nuevos mercados especializados en órganos humanos, reduciendo a los propietarios de la fuerza de trabajo no sólo a ser un recurso explotable, sino también un recurso a ser operado y vendido.

Este sufrimiento humano no es de ninguna manera reconocido por los teóricos de la Globalización. La ortodoxia de la Globalización fracasa en ver la miseria de nuestro tiempo, y al contrario, proyecta la reorganización capitalista global como un desarrollo inevitable. La Globalización del capital está mal equipada para comprender las vastas implicaciones de los sucesos actuales y es incapaz de captar que su dinámica lleva a la convergencia de catástrofes a escala mundial. La Globalización nos instala en la crisis permanente.

Sobre todas estas cuestiones los mundialistas guardan silencio. Para ellos el Hombre es solamente un ciudadano provisto de derechos abstractos, una mercadería que obtiene un salario destinado al consumo para mantener en funcionamiento la maquinaria de la acumulación capitalista. Da igual si la máquina nos conduce al abismo.

Como profetizó el etólogo Robert Ardrey en 1973: "El mundo moderno es semejante a un tren cargado de municiones que arremete en la niebla, en una noche sin luna y con todas las luces apagadas". ¿Las catástrofes se han hecho globales? Responder a esta pregunta es correr el riesgo de confundir los efectos con la causa. Más bien, todo induce a pensar que la Globalización es la catástrofe.

Juan A. Aguilar

Un informe "progre" sobre la inmigración, por E.Arroyo

Un informe "progre" sobre la inmigración, por E.Arroyo

Había decidido escribir acerca de cuestiones positivas –como ha sucedido con los dos últimos artículos sobre el deber y sobre el heroísmo- pero un documento que ha caído recientemente en mis manos me devuelve a la perspectiva crítica para con lo establecido.

En octubre de 2007 fue publicado en Washington D.C., dentro de la iniciativa diseñada por el "Pew Research Center" y denominada "The Pew
Global Attitudes Project" bajo la presidencia de la ex secretaria de Estado norteamericana Madelaine Albright, un informe de 144 páginas titulado World wellcomes international trade but not immigration (El mundo acepta el comercio internacional pero no la inmigración). Los autores han realizado un total de 45.239 encuestas en 47 países de todo el planeta para estimar la percepción de los ciudadanos acerca del fenómeno migratorio.

El resultado no puede ser más sugestivo para la crítica política y social, pese a que sabemos de sobra que es la típica noticia que no saldrá nunca en los medios usuales. El caso es que la mayoría de los países perciben de manera positiva el comercio internacional y las
empresas multinacionales si bien casi la mitad de los 35 países que fueron encuestados en 2002 y 2007 han expresado un creciente pesimismo acerca de las bondades del libre comercio. De entre todos estos países, la perspectiva más negra corresponde a los ciudadanos de los Estados Unidos, un lugar donde cada vez son más escépticos acerca del comercio internacional.

Pero si esta tendencia es ligeramente a la baja, y en general muchos países consideran positivo el comercio entre países, únicamente 3 países de entre los 47 encuestados en 2007 –Corea del Sur, Perú y los territorios palestinos- parecen mostrarse en desacuerdo con la afirmación "debemos controlar y restringir más la inmigración". El resto oscila entre un acuerdo a la afirmación anterior que ronda el 90% (
Costa de Marfil, Malasia e Indonesia) y valores algo inferiores característicos de los países occidentales (España 77%, Italia 87%, Gran Bretaña 75%, Francia 68%, Alemania 65%, Estados Unidos 75%, Canadá 62%). Incluso China muestra su acuerdo a la anterior afirmación (52%), bastante por encima de los contraopinantes (39%).

Obsérvese que nadie ha preguntado a los encuestados acerca de sus preferencias
nacionales o de sus prejuicios étnicos, sino acerca de un fenómeno que puede ser rechazado por razones que nada tienen que ver con dichos prejuicios. Al parecer, para más inri, según el informe (pág. 27), en la mayoría de los países el rechazo a la inmigración tiene que ver con el miedo a perder su identidad cultural. Este punto es recalcado varias veces a lo largo del texto.

Por lo tanto podríamos decir que existen sólidas razones para creer que el mundo entero es "xenófobo" y que los pueblos no quieren la inmigración; más bien la consideran una amenaza. Esta expresión de la "voluntad general" –en puridad democrática jamás puesta de relieve por ningún partido- contrasta con la apabullante unanimidad con la que medios de
comunicación y clase política pretenden educar a la población en las bondades de dicho fenómeno. Esta sorprendente filosofía de interpretar a priori la "voluntad popular" y cambiar las opiniones de la gente, a golpe de propaganda reiterativa y abrumadora, en el sentido de lo que de antemano –y desde el poder- se juzga perjudicial, parece estar bastante extendida entre la clase política. En lógica democrática, debería perseguirse desde los medios a quienes defienden la inmigración –desde los neoliberales hasta la extrema izquierda, pasando por toda una constelación de ONGs neopoliciales- y no a los detractores sensatos del fenómeno.

Es exactamente la misma situación que se da en las elecciones americanas, en las que el creciente descontento con la "economía globalizada" y el capitalismo rampante no tiene ni un solo defensor entre los candidatos en liza, que hacen como oídos sordos a lo que ya es un clamor sobre todo entre las clases trabajadoras más desfavorecidas.

Y es que parece como si en algún lugar donde descansa el verdadero poder se hubiera decidido lo que hay que pensar y lo que no, y se hubiera así mismo impuesto a golpe de terrorismo mediático la idea de que la deslocalización de activos
económicos en carne –que eso es la inmigración- es algo positivo y deseable que todos debemos aceptar practicando una "tolerancia" suicida. El lavado de cerebro es tan intenso que, de vuelta a casa, contemplo el anuncio de una revista "cristiana" que, en la torre de una Iglesia anuncia que "ningún cristiano es racista". Suponemos que por "racista" se entenderá el mismo pandemonium que divulga la propaganda oficial del ultracapitalismo, y que comprende desde el señor que rechaza la inmigración porque se siente amenazado por mafias de países exóticos hasta el psicópata que se divierte ejerciendo la violencia contra extranjeros. Frívolamente, la Iglesia pretende sustraer la dimensión social del fenómeno que el capitalismo manipula para destruir la identidad y la libertad de los pueblos, y convertirlo exclusivamente en una especie de drama de "reality show". Esta mezcolanza irracional e interesada muestra hasta que punto ciertos sectores de la Iglesia han alcanzado un conformismo tácito con la modernidad y, en consecuencia, hasta que punto parte de la Iglesia ha renunciado a luchar contra la visión economicista del mundo que está por igual en la base del capitalismo y de la inmigración.

Por suerte, quedan aún rescoldos de la sabiduría instintiva de los pueblos. Unos pueblos que quieren seguir siendo lo que son y que continúan siendo un tremendo enemigo a batir por los Señores del
Dinero. Ello demuestra que la afirmación de la conciencia nacional y las tradiciones son el valladar más fuerte que existe ante los que quieren convertir la vida de los hombres en mero objeto de comercio.

El deber, una vieja idea que todos quieren olvidar, por E. Arroyo

El deber, una vieja idea que todos quieren olvidar, por E. Arroyo

Se habla tanto de "ética" y de "principios" en los mentideros de los políticos que las dos palabras han perdido por igual su gravedad y su calado. Sin embargo, casi nadie objetará a la afirmación de que no por ello debe dejar de hablarse de ética o de principios. Algo similar sucede con el "deber", una palabra que parece relegada a los discursos funcionariales de la Pascua Militar o, en el peor de los casos, a la sempiterna monserga del politicastro de turno.

Pese a ello, la idea del deber –o mejor la idea de que hay que cumplir con el deber- puede constituir un buen comienzo para iniciar una regeneración del hombre capaz de alterar el estado de cosas existente, ya que seria ingenuo pensar que ese estado de cosas puede modificarse desde las puras normas de la burocracia estatal o partidista. Así, el deber tiene una primera acepción en el sentido de "deuda". Efectivamente, y aunque casi nadie repare en ello, cuanto tenemos lo debemos en un grado u otro a los que nos precedieron. Solo el hombre moderno, cegado por un individualismo irrespirable, ha llegado a pensar que no debe nada a nadie. De esta presunción surge la apología del "mérito" y del "esfuerzo", absolutizados en el olimpo liberal, como simples coartadas para encerrar más y más al hombre en su egoísmo. Por el contrario, a veces se hace difícil comprender la cantidad de ideas y esquemas mentales que manejamos heredados del pasado, de la experiencia acumulada de las generaciones que nos precedieron. Más difícil aún es comprender el estado de regresión y barbarie en el que entraríamos de prescindir de ese tesoro de sabiduría: la lengua, la cultura, incluso la misma estructura social en la que vivimos provienen todas de aquellos que se dejaron la piel por que el futuro fuera mejor.

Otra acepción del "deber" recae en la obligatoriedad de lo que sin más nos obliga a comportarnos de una determinada manera. Es el origen de la ética que, desde hace trescientos años, el hombre occidental moderno pugna por asentar sobre la propia racionalidad que reniega de la Trascendencia. Para nuestra desgracia, la historia demuestra que resulta sobremanera difícil anclar la ética en la mera prestidigitación racionalista de silogismos, tal y como revela la lucha incesante por fundamentar la ética en la inmanencia del aquí y del ahora.

Dentro de esta segunda acepción, el deber obliga primero a cada uno en su esfera más íntima -porque el deber de cara a la galería no es autentico deber-, y nos obligan en todo cuando somos y hacemos: desde nuestro "yo" más interior, limando asperezas y errores de nuestra personalidad, hasta la vida social donde el hombre tiene como objeto primordial servir a la terna platónica de la belleza, la verdad y la justicia. En las dos dimensiones el hombre se sirve a sí mismo sirviendo a lo que le trasciende e, inversamente, incurre en la esclavitud cuando da rienda suelta al puro deseo sobre objetos contingentes. A este respecto, el trabajo del desaparecido Gonzalo Fernández de la Mora, Sobre la felicidad (Nobel, 2001), demostraba que en multitud de culturas y a lo largo de todas las épocas, ha sido constante la creencia de que la felicidad siempre está ligada a la renuncia a uno mismo. Dicho de otra manera, el hombre es o será feliz cuando cumple con su deber para con sí mismo y para con el orden del mundo.

En palabras de Baltasar Gracián, lo bueno y lo justo son conceptos eternos que se remontan sin más a la noche de los tiempos y por eso en todo momento, hombres de muy diferente condición y en circunstancias incluso opuestas a las actuales, han defendido lo bueno por sentido del deber. Incluso al margen del éxito momentáneo, combatir y esforzarse por el bien y la justicia han aportado al hombre un sentido para con una vida que, sin ellos, quedaría absolutamente vacía. Esta es la razón por la cual solo podemos estar en deuda con lo bueno que hemos heredado del pasado y solo puede obligarnos en el presente aquello que de positivo nos han legado los que nos precedieron. Por lo tanto, el deber como "deuda" y el deber como "norma" que obliga, son dos modos de expresar que aquellas cosas a las que el hombre tiene que servir se proyectan a través de los tiempos, en el curso de las generaciones. Cada generación está en deuda con la anterior y se debe a ella. Debe tomar lo mejor de aquella para proyectarlo hacia el futuro y, si no es así, la comunidad muere.

En estas circunstancias, resulta imprescindible para el hombre interrogar a la tradición para dotar a su vida de un sentido. Frente al hombre moderno, esclavizado por deseos efímeros y desensibilizado por una oferta incesante -agobiante y prescindible-, de posibilidades nuevas, el hombre libre toma posesión de su vida –y por ende gana su libertad- cuando descubre el sentido de cuanto acontece, en conexión con aquellos a los que tanto debemos. Paradójicamente para el hombre de hoy, la conciencia del propio deber es el presupuesto ineludible de la libertad y supone una revalorización del principio de autoridad hoy tan denostado por trescientos años de Ilustración y pensamiento supuestamente "emancipatorio". En palabras de Hans Gadamer (Verdad y método, Sígueme, 1977), "la autoridad de las personas no tiene su fundamento último en un acto de sumisión y de abdicación de la razón, sino en un acto de reconocimiento y de conocimiento; se reconoce que el otro está por encima de uno en juicio y perspectiva, y que en consecuencia, su juicio es preferente o tiene primacía respecto al propio. Esta autoridad no se otorga, sino que se adquiere, y tiene que ser adquirida si se quiere apelar a ella. Reposa sobre el reconocimiento y, en consecuencia, sobre una acción de la razón misma que, haciéndose cargo de sus propios límites, atribuye al otro una perspectiva más acertada. Este sentido rectamente entendido de autoridad no tiene nada que ver con una obediencia ciega".

El reconocimiento de la autoridad en sí, como principio liberador, en vez de la falacia del pensamiento crítico individualista, cierra el círculo que se extiende desde la pregunta por el deber, pasando por el bien, la justicia y la belleza, hasta culminar en la liberación del hombre capaz de alcanzar ya una vida dotada de sentido.

De ahí que todo cuanto de valioso se ha construido en este mundo se haya realizado sobre la idea del deber, antes que sobre un derecho abstracto que en el fondo no es sino la manera sibilina de exigencia sistemática a los demás mucho antes que a uno mismo.

EL TSUNAMI DE LA ESCLAVITUD

por Eduardo Arroyo

 Desde la ultraizquierda más retro hasta la ultraderecha de Anson, pasando por todos los gobiernos que hemos tenido, escuchamos siempre el mismo argumento: la inmigración es necesaria para mantener el sistema de pensiones. Así, cuando algún político, enfeudado a los intereses del capital, quería hacer valer su poltrona entonaba el mantra de que los inmigrantes venían aquí a salvar nuestras pensiones.

Desgraciadamente, el Banco de España (BE) ha informado de que, pese a la inmigración, el impacto del envejecimiento de la población y la escasa natalidad provocará el déficit del sistema, de no adoptarse nuevas medidas, especialmente entre 2020 y 2050. Para llegar a esta brillante conclusión el BE no ha elaborado simulaciones con superordenadores precisamente; tan sólo ha constatado, con información del Instituto Nacional de Estadística, que los inmigrantes envejecen también y que, en el futuro, demandarán derechos.

En el diario neoconservador La Razón (2/4/06), una tal Rosa Carvajal afirma que "es indudable que su entrada [de inmigrantes] a nuestro país ha potenciado nuestra expansión económica y ha favorecido la creación de empleo". Pero si hubiera leído el informe del Servicio de Estudios Económicos de la fundación BBVA (3/3/05) sabría que la mano de obra inmigrante "favorece la moderación salarial", por exceso de oferta, y "facilita la contención de precios". A salarios más baratos corresponde menor poder adquisitivo y es un hecho que el empobrecimiento de las familias es una causa directa de la disminución de la natalidad. ¿Beneficia esto al país? Indudablemente no.

Joaquín Almunia, comisario europeo de Asuntos Económicos, ha avanzado ante el Colegio de Economistas que hace falta "reformar el sistema de pensiones". Ya sabemos de qué va eso. Por ejemplo, en EE.UU., según el diario El País (02/04/06), "cada vez más empresas congelan los planes corporativos tradicionales, creados tras la II Guerra Mundial, mientras se promueven con entusiasmo los fondos de ahorro para la vejez, los llamados fondos 401(k), que permiten a las compañías hacer aportaciones más flexibles y trasladan al empleado los riesgos de su gestión... Los expertos aseguran que en un futuro muchos mayores trabajarán por la fuerza para evitar caer en la pobreza".

Así las cosas, el capital global está a punto de consumar el negocio del siglo. Cuando hace falta, vende la inmigración como la panacea para sanear el sistema de pensiones. Pero si quiere destruir el sistema público de pensiones a fin de recabar los beneficios de los planes privados, entonces dice que las pensiones no se salvarán ni con inmigración masiva. Al final tendremos inmigración masiva para garantizar los sueldos esclavistas y no tendremos pensiones públicas porque habrá que pagar religiosamente el plan de pensiones del banco de turno. Y luego dicen que no existe el crimen perfecto.

Así las cosas, mientras nos machacan los oídos con la última memez del bufón Otegi o con las cuitas de la alcaldesa de Marbella, el tsunami de la esclavitud desplegado por el demoliberalismo avanza imparable.