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EL TSUNAMI DE LA ESCLAVITUD

por Eduardo Arroyo

 Desde la ultraizquierda más retro hasta la ultraderecha de Anson, pasando por todos los gobiernos que hemos tenido, escuchamos siempre el mismo argumento: la inmigración es necesaria para mantener el sistema de pensiones. Así, cuando algún político, enfeudado a los intereses del capital, quería hacer valer su poltrona entonaba el mantra de que los inmigrantes venían aquí a salvar nuestras pensiones.

Desgraciadamente, el Banco de España (BE) ha informado de que, pese a la inmigración, el impacto del envejecimiento de la población y la escasa natalidad provocará el déficit del sistema, de no adoptarse nuevas medidas, especialmente entre 2020 y 2050. Para llegar a esta brillante conclusión el BE no ha elaborado simulaciones con superordenadores precisamente; tan sólo ha constatado, con información del Instituto Nacional de Estadística, que los inmigrantes envejecen también y que, en el futuro, demandarán derechos.

En el diario neoconservador La Razón (2/4/06), una tal Rosa Carvajal afirma que "es indudable que su entrada [de inmigrantes] a nuestro país ha potenciado nuestra expansión económica y ha favorecido la creación de empleo". Pero si hubiera leído el informe del Servicio de Estudios Económicos de la fundación BBVA (3/3/05) sabría que la mano de obra inmigrante "favorece la moderación salarial", por exceso de oferta, y "facilita la contención de precios". A salarios más baratos corresponde menor poder adquisitivo y es un hecho que el empobrecimiento de las familias es una causa directa de la disminución de la natalidad. ¿Beneficia esto al país? Indudablemente no.

Joaquín Almunia, comisario europeo de Asuntos Económicos, ha avanzado ante el Colegio de Economistas que hace falta "reformar el sistema de pensiones". Ya sabemos de qué va eso. Por ejemplo, en EE.UU., según el diario El País (02/04/06), "cada vez más empresas congelan los planes corporativos tradicionales, creados tras la II Guerra Mundial, mientras se promueven con entusiasmo los fondos de ahorro para la vejez, los llamados fondos 401(k), que permiten a las compañías hacer aportaciones más flexibles y trasladan al empleado los riesgos de su gestión... Los expertos aseguran que en un futuro muchos mayores trabajarán por la fuerza para evitar caer en la pobreza".

Así las cosas, el capital global está a punto de consumar el negocio del siglo. Cuando hace falta, vende la inmigración como la panacea para sanear el sistema de pensiones. Pero si quiere destruir el sistema público de pensiones a fin de recabar los beneficios de los planes privados, entonces dice que las pensiones no se salvarán ni con inmigración masiva. Al final tendremos inmigración masiva para garantizar los sueldos esclavistas y no tendremos pensiones públicas porque habrá que pagar religiosamente el plan de pensiones del banco de turno. Y luego dicen que no existe el crimen perfecto.

Así las cosas, mientras nos machacan los oídos con la última memez del bufón Otegi o con las cuitas de la alcaldesa de Marbella, el tsunami de la esclavitud desplegado por el demoliberalismo avanza imparable.

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